30 | La noche del baile

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Tomé una profunda respiración, nerviosa.

—Adam. —Le sacudí el brazo.

Él caminó a mi lado, sonriendo.

—¿Sí?

—¿Podemos hablar?

—¿Debería asustarme?

—No te voy a condenar a la horca, así que creo que no.

—Me das muchos ánimos de hablar —dijo divertido.

Adam se detuvo delante de unos sofás acomodados junto a una mesita y se inclinó hacia mi oído.

—Estás preciosa —susurró.

—Gracias. Me he bañado.

Él sonrió de lado y saludó a los chicos sentados en los sofás.

—Hey, ella es la chica por la que hice el ridículo en la cafetería. Se llama Alana. Es mi cita de la noche.

Me paralicé. Y no, no fue por su cumplido ni por su mano en lo bajo de mi espalda. Tampoco por su sonrisa coqueta o las miradas que cayeron en nosotros, ni siquiera porque Diana y Cassandra estaban ahí sentadas con el ceño fruncido.

Fue por el chico sentado en uno de los sofás, mirándome en silencio.

Axen.

Mi corazón empezó a latir como loco por él. Sentí como un cosquilleo me recorrió de pies a cabeza cuando su mirada oscura subió lentamente por mi cuerpo, admirando mi vestido con un sutil brillo en sus ojos que me quitó la respiración.

Así que mirándome, ¿no, Flynn?

Bien, yo también puedo mirarte.

Estaba enfundado en un esmoquin oscuro que combinaba perfecto con su aspecto frío. Tenía el cabello peinado hacia atrás con unos rebeldes mechones que —con toda seguridad— se los había despeinado a propósito. Parecía que había aguantado todo ese rato peinado solo para que yo lo viera porque tan pronto lo hice, se revolvió el cabello, dejándolo un atractivo desastre oscuro.

Y, oh por dios, eso le daba una mirada más intensa que nunca. Su cadena plateada se asomó por los primeros botones abiertos de su camisa cuando se recostó en el sofá, retándome en silencio.

Fiel a su aspecto rebelde incluso en traje.

Axen frunció el ceño cuando reparó en la mano de Adam en mi cintura.

Me aparté con las mejillas enrojecidas, sentándome entre Etel y Cassie.

—¿Qué hace tu Arum aquí? —susurró Etel.

—¡No lo sé! Pensé que no vendría —respondí en susurros.

—Es claro que vino por ti.

—¿Y ahora qué? ¿Te harás la muerta?

—¿Trajeron bombas de humo? Puedo desaparecer como las brujas.

Ellas me dieron una mala mirada. Santos pitufos, ¿y ahora cómo hablo con Adam sin tener la mirada fija de Axen en la espalda? Estos últimos días habíamos estado juntos para todo, la pasábamos en su cuarto o en el fin del mundo, pero ahora que Adam había vuelto, tocaba enfrentar la realidad.

Enfrentar mis sentimientos.

De pronto, Axen y Adam se pararon al mismo tiempo.

—Alana. —Adam se adelantó y me extendió una mano, sonriendo—. Si aceptas un baile, hablaremos.

Miré su mano, indecisa. Axen se quedó de pie con la mandíbula tensa a un metro de nosotros, mirándome fijamente en silencio. Su mirada era clara, me estaba diciendo que no me fuera con él, que podíamos hacerlo juntos.

Una Conquista ImperfectaWhere stories live. Discover now