14 | Enamorada del chico equivocado

114K 14.1K 28.3K
                                    

N/A: Este capítulo es muy, pero muy importante. Pueden leerlo con There's Nothing Holdin' me back de fondo (Indirectas que Axen nunca dirá en voz alta). Ahora, a acelerar esos corazones.

Axen se interpuso entre nosotros y le estampó el vaso rojo en el pecho al chico rubio.

—Ella no toma eso. —espetó enojado.

El chico rubio estuvo a punto de replicar, pero Axen sujetó mi mano y me sacó fuera de la casa sin hacer caso de mis quejidos. Me tambaleé y casi me tiran un codazo en la cara, pero me escondí detrás de su espalda y pude salir sin perder un diente.

Él era un poste, yo un simple pitufo.

Me soltó de pronto y se quedó de pie frente a mí con el ceño fruncido.

—¿Qué mierda te pasa, Disney?

Extendí las manos hacia arriba, sonriente.

—Mira. Puedo tocar el cielo.

La confusión en su rostro se acentuó. Se acercó hacia mí hasta estar a un palmo de mi rostro y puso unos dedos bajo mi mentón.

—Estás drogada.

—¿Qué? No estoy atorada.

Axen soltó un suspiro frustrado y se echó hacia atrás. Miró la casa a sus espaldas y me dio una perfecta vista de su espalda tensa.

Chispas y más chispas, tenía una bonita espalda. Me encanta cómo su casaca de cuero se tensa en la parte de sus hombros. Lo hace lucir como el chico malo de las películas.

Si no fuera tan Grinch y espantara a todos con su mal humor, tal vez no sería tan difícil soportarlo.

Axen se volvió hacia mí.

—Deja de murmurar. Te escucho todo.

—Y tú deja de moverte.

—No estoy moviéndome.

—Sí lo haces. ¿Por qué te mueves como un trampolín?

—No lo estoy haciendo. —espetó fastidiado.

—Danet. —le advertí.

—Disney.

Por dios, qué chico tan difícil. Él se distrajo mirando alrededor, así que no le pedí permiso y cometí suicidio.

Atrapé su rostro entre mis manos. Unos mechones oscuros le cayeron en la frente cuando lo atraje hacia mí para que dejara de moverse como un trampolín, pero entonces me di cuenta de la sorpresa en su mirada.

Su rostro se hizo definido frente a mis ojos. Su mandíbula recta, su piel pálida, sus ojos oscuros y sus labios sonrosados.

Me quedé quieta contemplando lo último. Nunca los había visto tan de cerca. Desde lejos siempre se veían serios y en línea recta, demasiado flojos para sonreír, pero a esta distancia fue imposible no fijarme en la curvatura de en medio y lo entreabiertos que estaban.

Dios mío. Axen estaba respirando con dificultad.

Me aparté asustada.

—¿Estás bien? ¿Tienes asma?

Él también se recompuso. Sacudió la cabeza y me miró confundido.

—No.

—¿Entonces por qué respirabas así?

—Es normal que te falte el aire cuando te lo quitan todo.

No entendí, pero hice como que sí. Un silencio se instaló en nosotros y por un momento creí que estaba enojado, pero bueno, no había un día en que Axen Danet no tuviera cara de enojado.

Una Conquista ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora