16 | En la cama de un chico oscuro

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—Si no abres la puerta, soplaré y soplaré y tu cuarto derribaré.

Silencio. Fruncí el ceño con la mirada fija en la puerta y soplé, pero lo único que conseguí fue quedarme sin aire.

Santa madre del lobo feroz, necesito parecer más amenazante si quiero que el Grinch deje de cerrar la puerta en mis narices.

—Necesito que me ayudes en este ensayo. Es de literatura y tú lees mucho. Si me ayudas, te haré un cafecito.

—No me interesa. —espetó del otro lado.

—¿Un sandwich?

—No.

—¡Shreck sí ayudó a Burro! —protesté.

Me dejé caer con la espalda apoyada en su puerta.

—¿Y si hacemos un muñeco? —Empecé a cantar en un susurro.

—Disney. —me advirtió.

—Ven vamos a estudiar.

—No.

—Ya no te puedo ver jamás. Señor Escalofriante, sal. Parece que...

Axen abrió la puerta con brusquedad y todo mi cuerpo cayó hacia atrás como un saco de patatas. El chico de ojos oscuros bajó la mirada hacia mi pobre intento de no echarme a reír y enarcó una ceja. Los mechones oscuros le cayeron en la frente.

—¡Grinch! —Extendí las manos hacia él como una niña.

Axen intentó ocultar su sonrisa, pero fracasó miserablemente.

—Estás haciendo el ridículo, Disney.

—Es mi don y mi maldición.

Él soltó un bufido y me ayudó a levantarme. Sonreí satisfecha porque nadie se resiste a mis cantos y entré apresurada con mis cuadernos.

—Pensé en hacer el ensayo sobre un libro de las princesas, pero capaz me toman por rarita y al profesor le da un patatus. —Expliqué mientras extendía mis cosas sobre su cama y sacaba mis plumones—. Etel lo hará de It y Cassie de un libro de modas, pero yo estoy perdida como Doris. ¡Lo único que he leído son anuncios de comida!

Axen echó un vistazo a mis cuadernos y se apartó con desinterés.

—Y la última vez que estuve en tu cuarto vi tus apuntes... —Me miró con el ceño fruncido, enojado—. ¡Espera! Aparta tu mirada de dementor. Solo quiero que me ayudes, vi que tú hiciste sobre un libro llamado Recital.

—Revival. —me corrigió.

—Eso, eso. —Me senté sobre su cama con las piernas cruzadas y lo miré con una sonrisita—. Ash está durmiendo, así que nadie escuchará si te tiro otro sartenazo. Entonces, ¿me ayudas, Flynn?

Axen se mantuvo de pie, terco.

—No.

¿Qué es eso que huelo? ¿Huevos fritos?

Saqué la sartén que había escondido entre mis cuadernos.

—Perdona. ¿Qué dijiste?

Axen enarcó una ceja ante la amenaza. Dios mío, sus ojos oscuros son tan penetrantes que no necesita hablar para intimidarme.

Oh por dios, no. Fuerte, Alana. Demuestra que no eres una simple chica con la que puede bailar una noche y actuar como si nada días después.

Entrecerré los ojos, desafiante.

—Si no me ayudas, Flynn, no vas a recuperar la paz que quieres.

Él apretó la mandíbula.

—Jamás. —añadí.

Una Conquista ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora