11 | Encerrados en un probador

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Lo miré una vez más. Se veía tan incómodo que la capucha ya no le alcanzaba para esconderse y su indiferencia forzada se estaba tornando en enojo.

Aws, parece un pitufo enojado.

Sentí la necesidad de ayudarlo, pero ¿qué podía hacer yo contra toda la banda de modelos?

Piensa, Alana. Tu parte del trato es ayudar al Señor Indiferencia y ahora está a punto de ser comido por buitres.

¿Qué espanta a otra chica de un chico? ¿Qué?

El foco de mi cabeza se prendió. Oh, sí.

Me acerqué hacia él con lentitud y planté un beso en su mejilla.

—Me debes dos. —susurré en su oído.

Hice caso omiso de la confusión en su mirada y entré rápidamente al probador con el corazón acelerado.

Dios mío. ¿Qué acabo de hacer? Oh por dios. Axen ya me había robado mi primera vez de estar cerca con un chico y, como si eso no fuera suficiente, ahora por ayudarlo le había dado mi primer beso en la mejilla de un chico.

Se supone que todos esos honores eran para Adam.

—Nada espanta más a una chica de un chico que otra chica. —Sonreí burlona mientras me ponía la falda de cuero con una blusa blanca que dejaba los hombros al descubierto—. Pero el muy burro no puede darse cuenta de eso.

Me miré al espejo. Rayos, ¿quién era esa chica?

—Ay, Adam. Me traes muy enamorada si estoy dispuesta a esto.

Salí fuera del probador. Ash sonrió de oreja a oreja cuando me vio y si no fuera por su pésimo intento de silbar, Axen no habría volteado.

Él se me quedó mirando en silencio. Ya no tenía la incomodidad en su rostro ni habían chicas amenazando con comérselo a su alrededor, solo era él, sus audífonos y su mirada oscura en mí.

—Me encanta. —Ash se acercó emocionada a mí y me inspeccionó como una profesional—. Medias Raras, no luces tan mal.

Fruncí el ceño. ¿Ese era el mejor cumplido del pequeño ser infernal?

—Mira lo que encontré. —Trajo entre sus manitas un vestido plateado con tirantes y me lo tendió—. Tienes que probarte esto.

—¿En frente del Grinch? —dije dudosa.

Eso captó su interés. Se quitó la capucha para desordenarse el cabello oscuro y la sombra de una sonrisa de lado se asomó a sus labios.

—Tú me viste sin camiseta, Disney. Es lo justo.

Ash abrió los ojos de par en par.

—¡Sabía que estaban haciendo cosas de adultos!

—¡No!

El rostro se me enrojeció. Axen no dijo nada más, solo me miró como él solía hacerlo siempre: Con pintas de succionarme el alma.

Santa madre de todos los vestidos cortos del mundo, ¿por qué tenía que probarme uno frente a él?

Al percibir mi nerviosismo, Axen puso los ojos en blanco.

—No me interesa verte, Chica del Apellido de Princesa. —dijo como si yo fuera una basurita ilusa.

Entré al probador y me quedé un rato mirando mi reflejo. Sí, definitivamente era yo, pero con la ropa que no usaría ni loca por temor a que se me vea el calzón.

Esperen. Oh por dios. ¿Eso era...? ¡Tenía una curva!

—Gracias, santa madrecita de todas las curvas. —Sonreí emocionada y me incliné hacia un lado para que se hiciera más pronunciada—. Dios mío, ¿a quién se la robaste? Ahora ya no parezco un fideo.

Una Conquista ImperfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora