Asentí levemente, imaginando de qué se trataría. Una espiral de nerviosismo se revolvió en mi estómago y me entraron nauseas solo de pensar en todas las barbaridades que estarían corriendo por ahí sobre mi partida. Cierto era que mi madre y yo habíamos optado por la salida dramática y no habíamos dado explicaciones al marcharnos.

—Puedes decir que me he fugado a la Antártida o que estoy en Irlanda trabajando de camarera en un pub —propuse y lo escuché reírse —Me alegro de que estés bien, Isaac. Te dejo, saluda a papá y a Cheryl de mi parte. Ten cuidado.

—Tú también. Adiós, enana.

Abrí la boca para contestarle de vuelta y meterme con su altura, pero colgó antes de que pudiera hacerlo. Gruñí entre dientes y me guardé el móvil en el bolsillo del pantalón. Yo sería pequeña, pero él era demasiado alto. Borré mi mueca cuando me senté en el suelo junto a las demás y observé su proyecto.

—¿Va todo bien? —preguntó Abbey, dándome un rápido vistazo mientras alzaba la ceja sutilmente.

Asentí con seguridad y ella puso su atención en vertir una lata de tomate dentro del volcán de papel maché que teníamos delante. Su trabajo se basaba en la simulación de un volcán erupcionando y, aparentemente, lo tenían prácticamente terminado.

—Pensábamos que era tu novio —dijo Summer, directa como siempre, y después se rió de su propio comentario— Luego empezaste a decir mamá y papá y se nos cortó un poco el rollo.

Su expresión incómoda me hizo reír y negué con la cabeza, asegurándoles que Isaac no era nada más y nada menos que el típico hermano mayor pesado que se entromete en tu vida.

—Casi estamos acabando —aseguró Abbey y yo le resté importancia con un breve gesto.

El plan de hoy era reunirnos todos para ver alguna película y cenar juntos. Los chicos todavía no habían venido porque sabían que tenían que trabajar en el experimento. Sin embargo, yo había preferido acompañarlas por si necesitaba ayuda y no me sentía impaciente en absoluto.

—Avisa a los chicos, si quieres, para que vayan viniendo ya —sugirió Alison y me pasó su teléfono móvil.

Asentí, cogiendo el aparato y poniéndome de pie para realizar la llamada. El número ya estaba preparado y yo le di al botón de llamar tan rápido que ni siquiera vi de quien se trataba la persona que me respondería desde la otra línea. Mi cabeza esperaba que fuera Thomas, solo porque Alison y él parecían ser más cercanos.

—O'Brien.

Tragué saliva con fuerza al escuchar su voz ronca a través del teléfono. Sonaba más severa de lo normal y, por un momento, me flaquearon las piernas y se me olvidó que tenía que contestarle.

—Eh... hola —dije simplemente, notando como me había temblado la voz.

Cerré los ojos con fuerza, maldiciendo por dentro. Le había demostrado debilidad al enemigo. La ultima vez que Dylan y yo hablamos fue en clase de literatura, donde las cosas no terminaron nada bien. Me había molestado que me hubiera llamado entrometida y hubiera preferido no tener que dirigirle la palabra hasta un tiempo.

—¿Dilaurentis?

Apreté los labios al escuchar su tono burlón; ni siquiera lo tenía delante y ya podía imaginar su sonrisa divertida. Sacudí la cabeza y me decanté por ser directa y tajante para que no pudiera sacar provecho de nada de ello.

—Venid a casa de Ali, ya casi han terminado con el proyecto.

Tragué saliva una vez más, tenía la boca seca.

silence » dylan o'brien (EDITANDO)Where stories live. Discover now