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Jared

-¡Ariel!

-¡No me llames así, mamá! -le respondo de la misma manera. Casi gritando.

-Entonces dime si es tu novia -se cruza de brazos y arquea una de sus cejas.

-No es mi novia -recalco cada una de las palabras, esperando que entienda.

-Pues debe serlo, no te masturbas mientras hablas con alguien que nos es tu novia. A menos que seas un pervertido y dudo eso, porque crié un buen hombre.

-No puedo creer que hables de eso como si nada -tomo el tabique de mi nariz entre mis dedos y respiro profundamente.

¿Cómo llegué a esta situación? Sencillo. Acababa de bajar de las nubes de placer y mientras mantenía una charla amena con Amaré, me limpiaba los reciduos de mi orgasmo con unas toallas de papel que siempre permanecen en la mesita de café y justo en eso entró mi madre. Y claro, me encontró con mi miembro fuera del pantalón, limpiándome y con mi celular entre el hombro, y la oreja mientras conversaba con una mujer.

Ahora la tengo exigiéndome una respuesta a su pregunta, ¿Es tu novia?

-¿Qué? ¿Quieres que me exalte por verte el pene? Cariño, estuve 17 horas en labor de parto y cuatro horas más para expulsarte por mi vagina. Te bañé, te limpié el trasero de mierda y cuando eras niño, limpiaba tus sábanas porque te orinabas por las pesadillas, ¿Y quieres que me exalte porque te masturbas y acabo de verte el miembro?

No lo pedo creer, sin duda mi madre es especial, porque ¿Qué otra madre habla de esas cosas así con su hijo?

Tomo otra profunda respiración y la miro seriamente.

-No vuelvas a entrar a mi oficina sin tocar, mamá, te lo suplico -me acero y beso su frente-. Y dejaremos este tema en el olvido, no temo novia y no debo porqué darte explicaciones de mi vida privada.

-Solo quiero saber si mi osito de goma tiene novia, no me puedes culpar por ser curiosa. A este paso estoy creyendo que eres gay y tienes una relación secreta con Christian.

-No soy homosexual y no tengo una relación clandestina con uno de mis mejores amigos.

-¿Entonces no juegas a los guerreros con él?

La miro con confusión por su extraña pregunta y le pido que me explique.

-Ya sabes, los guerreros usan espadas y por eso digo que si no juegas a los guerreros con él.

Se encoje de hombros como si fuera una relación tan común entre nosotros. Joder.

-No.

Es mi simple respuesta.

Ella no se mira conforme con mi respuesta, pero lo que sí parece es que va a dejar en el olvido este momento tan vergonzoso. Y digo parece, porque justo en el instante en que sus ojos se fijan en mi celular, se lanza por el. Literalmente.

Y es que bueno, se me olvidó que mi celular reposa sobre la mesita de café y que no había terminado la llamada. Tal parece que Amaré tampoco, porque en la pantalla todavía se muestra la llamada en curso.

¡Que vergüenza! Seguro escuchó a mi madre decir que de niño me orinaba en la cama.

Antes de que si quiera pueda evitar que tome el celular, ella ya lo tiene entre sus manos y lo lleva contra su oreja.

-¡Mamá!

Pero ella me ignora olímpicamente y le habla a la persona tras el teléfono.

-¿Hola? Soy Mary Pierce, la mamá de mi osito Jared -marca cadera y lleva una de sus manos en forma de jarra a su cintura.

Yo podría morir de vergüenza.

Ya me imagino en las noticias. Hombre de treinta años muere, a causa de la vergüenza que se llevó, en lo que pretendía ser una mañana normal de trabajo.

¿A caso se puede morir de vergüenza? Bueno, no lo sé pero yo seré el primer en morir por eso.

Estoy tan sumido en mis pensamientos que no me doy cuenta que Amaré contesta, hasta que escucho a mi madre reír.

-Eres tan divertida, cariño.

Limpia algunas lágrimas que se resbalan por su mejillas a causa de la risa.

Es hora de detener esto.

-Mamá, dame el celular.

Extiendo mi mano derecha, esperando que voluntariamente ella decida entregarmelo, mientras que con mi mano izquierda empiezo a desbotonar mi camisa.

Mary traía mi camisa nueva, por lo que supongo Helen se la dió afuera.

Mi madre intercambia un par de palabras más con Amaré y luego cuelga, dejando el celular en mi mano. Le doy una mirada de agradecimiento y lo guardo en el bolsillo.

Ella espera pacientemente, sentada en el sofá, mientras yo me dirijo al baño para cambiarme con más privacidad. Al salir la encuentro con una enorme sonrisa de Elmo reencarnó en mí, que asusta.

-¿Por qué esa sonrisa tan ezpelusnante, Mary?

-Se dice mamá, Jared Ariel Pierce.

-No me llames así, sabes que no me gusta mi segundo nombre -indico con el ceño fruncido.

-Entonces no me llames Mary, Ariel.

Recalca mi segundo nombre a propósito.

-Y mi sonrisa se debe, a que tú novia parece una buena chica.

-No es mi novia, mamá.

-Bueno, tu ligue -rueda los ojos como simple fastidiara mi respuesta.

Estoy por decir que tampoco lo es, pero a última instancia me quedo en silencio, ¿Por qué? Porque es mejor que piense que es mi ligue, a tener que decirle y explicarle que llamo a una línea erótica.

-Como sea, ¿A qué venías?

-Cierto -inmediatamente borra su sonrisa y recompone su postura a una más seria

Y yo ya sé a qué vino. Mary Pierce no se pone tan seria a menos que quiera hablar de dos temas. Uno: del donador de esperma o dos: de mi hermana.

Y dado que no he recibido noticias del primero, intuyo que es de Ayelén de quién quiere hablar. Genial, ya me van a meter en sus líos.

-Son dos cosas de las quiero hablar contigo -suspira.

Arqueo ambas cejas en sorpresa, porque esperaba que el tema de conversación fuera solamente de Ayelén, pero al parecer hay un segundo que desconozco, porque vuelvo a repetir, no he tenido noticias del donador de esperma y soy al primero que deben notificar si algo sucede.

Me dijo caer sobre mi silla y coloco los brazos sobre el escritorio, entrelazando mis manos. Todo sin dejar de mirar a mi madre con curiosidad y seriedad al mismo tiempo.

-¿De que quieres hablar?

-Sospecho que sabes de qué quiero hablar.

-Sé que el primer tema a tratar será sobre tu guerra con mi hermana, pero desconozco el segundo.

-El segundo es que me voy a casar, pero primero quiero conversar sobre las locuras que está o quiere hacer tu hermana.

Y lo dice todo tan tranquilamente, como si no me acabara de decir que se va a casar. ¡Ni si quiera sabía que tenía pareja!

Parece que no voy a poder trabajar en paz con esta noticia que me acaban de dar. Ahora no moriré de vergüenza, si no de una falla en el corazón por esta noticia.

***

¡Hola!

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