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Pov's Jared

Tomo el tabique de mi nariz con mis dedos anular y pulgar, ordenándome mantener la calma, no gritarle y despedir a mi secretaria. Después de todo ella no tiene la culpa, es mía por creer que estaba lista para encargarse de un trabajo de esta magnitud; aunque no es de todo mi culpa, ella pudo haber hecho bien lo que le pedí. De acuerdo, estoy algo confundido y es hora de poner en orden mis pensamientos.

Helen solo debía presentarse en mi nombre y prestar atención a la reunión. Pero ella llegó tarde y tras eso insultó a quien sería mi socio para este importante proyecto. Y sería es la palabra clave, porque él señor Robert decidió dar un paso atrás.

-desaparece de mi vista por el día de hoy, Helen -gruño cerrando fuertemente mis ojos.

Apenas doy la orden, ella desaparece de mi oficina rápidamente sin mirar atrás. Mejor para mí.

Paciencia, Jared, debes tener paciencia para hacer las cosas bien. Paciencia y dedicación al cien por ciento.

Me levanto de la silla y camino a pasos lentos hasta el mini bar, me siento un vaso con Vodka y lo bebo de un solo para volver a repetir la anterior acción unas cuantas veces más.

La puerta se abre de una manera escandalosa y eso solo puede significar una cosa, mi madre está de visita y no pudo elegir peor día para ello. De una manera lenta me giro para encararla y observar sus rasgos parecidos a los míos.

-¡Mi osito de goma! -chilla y se acerca casi corriendo para seguidamente envolverme entre sus delgados brazos.

La dejo hacerlo y descanso mi frente sobre su cabeza, impregnando mi nariz del olor a vainilla que desprende su cabello castaño. Mi madre, al ser de contextura pequeña, puedo envolverla mejor en mis brazos; aunque tal vez es que soy muy alto.

Con ella a mi lado cualquier rastro de enojo o estrés desaparece, es asombroso como mi madre puede lograr que me olvide de muchas cosas con solo su presencia.

Cuando ella se separa de mí, me obliga a inclinarme y toma entre sus manos mi rostro para inspeccionarme detalladamente, de una forma intimidadora. Solo esta mujer es capaz de ponerme nervioso con una sola mirada.

-Te ves como un hombre que no tiene sexo hace mucho tiempo, osito -mi madre se aleja y se deja caer sobre el sofá negro que se encuentra en una esquina de la oficina-. Debes tener sexo cuanto antes o tu pene se va a pudrir.

Me atraganto con mi propia saliva al escuchar las palabras de la mujer que me mantuvo en su vientre por nueve meses. ¡Joder! Es vergonzoso que mi madre me diga esas cosas, aun más si son verdad.

Siento mis mejillas rojas por la vergüenza, coloco mis manos sobre estás comprobando que están muy calientes.

-¡Mamá! No puedes decir esas cosas.

-¿Por qué? Solo digo la verdad -se encoje de hombros, restándole importancia-. No puedes vivir toda tu vida con la cabeza metida en el trabajo, pero si puedes vivir con la cabeza metida entre las piernas de una mujer.

-Estás loca -suelto una pequeña risa-. No puedes decir esas cosas, además de que no tengo tiempo para tener una pareja.

-¿Quién dijo que tenía que ser una pareja? Muy bien puedes buscar a alguien que quiera un muy buen polvo de vez en cuando y sin compromiso -.

No respondo, solo vuelvo a mi escritorio y tomo asiento, para centrar toda mi atención en los papeles que descansan sobre la fina madera.

-¿Qué tienes para decir al respecto? Y no digas la estúpida excusa de no tener tiempo -habla de nuevo, luego de algunos minutos en silencio.

-Es la verdad, no tengo tiempo para andar en busca de pareja o ya sea en una mujer que solo quiera una noche de pasión -suspiro pesadamente-. Mi trabajo no se hace solo y nadie lo va a hacer por mí.

-Solo son excusas, mi osito. O eres gay.

-No soy homosexual, mamá.

-Está bien, te creo.

Escucho como se levanta y no tardo en sentirla a mi lado dejando un beso en mi mejilla.

-solo vine de pasada; tengo cosas que ir a hacer, porque a diferencia de ti, yo si tengo una vida sexualmente activa -suelta una sonora carcajada.

-¡Mamá! -frunzo mi ceño con disgusto-. Yo no quería saber si tienes o no una vida sexualmente activa, eres mi madre y no deberías decirme esas cosas.

-No eres un niño, Jared, eres un hombre de treinta y un años.

-treinta, Mary, todavía no he cumplido los treinta y uno.

Ella me ignora de manera asombrosa y sale de mi oficina riendo por mi descontento.

¡Genial! Estoy avergonzado de que mi madre se entere que hace bastante tiempo no tengo sexo y poniendo la cereza al pastel, me dice que ella si tiene mucho sexo a saber con quién como si habláramos del clima.

Mary Pierce, es sin duda una mujer extraordinaria y mi mejor ejemplo de que una mujer puede sacar adelante a sus hijos sin la necesidad de un hombre. Amo a mi madre, aunque algunas veces actúe como una adolescente y me trate como a su mejor amigo gay.

***

¡Hola!

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