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Jared

Había llamado a América para invitarla a beber un café y hablar, no me contestó pero luego me escribió y me explicó el porqué, además de aceptar la salida. Mientras Sam estuvo en el hospital, ella y yo intercambiamos números telefónicos, aunque no le había escrito hasta ayer, que se cumplió un mes y dos días de todos los sucesos.

Sonrío viendo su último mensaje y respondo, bloqueo el celular y lo guardo en el bolsillo de mi pantalón, justo cuando las puertas del elevador se abren dejando a la vista el pasillo que me lleva al apartamento de Derek.

Toco el timbre y espero pacientemente a que la puerta sea abierta por Samantha. Sé que Derek no está, es la razón principal por la que estoy aquí. Literalmente Chris y yo nos hemos estado turnando para hacerles compañía y como Derek nos dijo que saldría hoy, decidimos venir y acompañar a Sam.

Las cosas no han sido fáciles para ellos, estas últimas semanas han sufrido mucho y a pesar de que parece que todo poco a poco está mejorando, Christian y yo seguimos pendientes de ellos. No soy padre, pero por palabras de mi madre me hago la idea de que perder un hijo no es sencillo, ellos no llegaron a conocerlo pero ya amaban a ese bebé y perderlo fue como dejar ir una parte de su felicidad.

-Jared, ¿Qué haces aquí?

Centro mi mirada en Samantha, quien viste un sencillo vestido floral y lleva su castaño cabello en un moño desprolijo que deja su rostro descubierto y hace que sus rasgos latinos se acentúen.

-Vine a visitarte y a traerte unos cupcakes que hizo mi madre -levanto el recipiente de plástico para que quede a su vista.

-Que extraño, Chris también vino a visitarme -se hace a un lado y me deja pasar.

Ella sabe porque estamos aquí, pero no dice nada al respecto.

Al entrar, el olor de comida inunda mis cosas nasales y de inmediato sé que Chris está cocinando.

-Ven.

Me guía hacia la cocina y se sienta sobre uno de los taburetes de la encimera, imito su acción y le extiendo el recipiente con los pastelitos. Ella lo toma y se encarga de abrirlo para comer uno.

-¿Te quedarás a almorzar?

Aparto mi mirada de Sam, para centrarla en Christian.

-No, tengo un compromiso -comento-. Además, ¿No es un poco tarde para almorzar?

-Sí, pero la señorita Samantha no había comido cuando llegué por lo que decidí cocinar -se encoje de hombros.

-Y yo te dije que me levanté tarde, por lo que desayuné tarde.

Ellos inician una discusión amistosa, que me entretiene. Mientras, yo me dedico a robar uno de los cupcakes de Sam.

Todo bien, hasta que ella hace la pregunta que esperaba ninguno ejecutara.

-Por cierto, ¿Con quién te vas a reunir?

-Con alguien, par de chismosos -miro la hora en el reloj que está en una de las paredes de la cocina, faltan treinta minutos para las tres. Llegaré justo a tiempo-. Tengo que irme, los veo después.

La despedida es rápida y el camino hacia el hospital también, tal vez es que estoy muy ansioso por esa salida. ¿Debería tomarlo como una segunda cita? Contando con que la primera fue cuando nos conocimos, pero ella aseguró que solo venía porque quería una explicación del hecho que no llamada hace dos años atrás. No me lo tomaré como una cita, mejor esperaré a ver qué dice ella.

Cuando menos lo espero, estoy aparcando fuera del hospital y no tardó en visualizar a América, quien se aproxima al auto y sube al asiento del copiloto.

-Hola -saluda con un beso en mi mejilla.

-Hola, ¿Qué tal?

-Todo bien, no fue un día tan cansado.

Le digo que me alegro y que iremos a una de mis cafeterías favoritas. Nos mantenemos en silencio durante el viaje y hablamos hasta que estamos en una de las mesas de la cafetería.

-¡Hola! Bienvenidos a Magic Coffee, ¿Qué desean ordenar? -una de las meseras se aproxima.

América ojea el menú que reposa sobre la mesa. Atrapa su labio inferior entre sus dientes, indecisa.

-Te recomiendo el pastel de zanahoria y el café con canela y chocolate.

Ella levanta la mirada hacia mí y asiente lentamente.

-Confiaré en tu recomendación -me regala una pequeña sonrisa.

Mientras esperamos la orden, observo a mi alrededor de manera incómoda porque no sé cómo iniciar esa charla. Está sin duda es una de mis cafeterías favoritas por su estilo de los años cincuenta, es como si me transportara a esa época.

-¿Por qué no llamaste? Luego de eso me sentí tonta por esperar esa llamada que nunca llegó o que nuca iba a llegar.

Suspiro porque sé que ya es momento de hablar de la vez que nos conocimos.

-No fue que no quise llamarte. Mierda, quería y mucho, pero perdí tu número -dejo descansar mis brazos sobre la mesa-. Al salir del centro comercial mi celular se calló y no volvió a funcionar. Sé que suena estúpido, pero es la verdad.

-Sí suena bastante estúpido -ríe y yo la imito-. Sin embargo, te vez bastante sincero al respecto.

Le cuento un poco más de como sucedió todo y del como me sentí después. Nuestros pedidos llegan y los comemos mientras hablamos de nuestros trabajos y algunas cosas que nos han sucedido desde que nos conocimos. Todo a bien, hasta que somos interrumpidos por una llamada entrante a su celular.

Ella se disculpa y se retira mientras habla por teléfono, no tarda en regresar y disculparse conmigo.

-Lo siento, es mi hermana -bufa-. Está afuera, cuando llegamos le dije que viniera para que recogiera algo, se irá tan pronto como llegue, ¿No te molesta, cierto? -explica.

-Para nada, descuida -sonrio.

-Que bueno, porque ahí viene -señala detrás de mí.

No me giro, espero hasta que llega a nuestra mesa para observarla.

América nos presenta y así es como termino sabiendo que se llama Alaska. Sin duda sus padres adoran los nombres de países y continentes, porque lo que sé, tienen una hermana menor que se llama África.

Si dije que América es hermosa y extremadamente atractiva, su hermana no se queda atrás. Es muy atractiva como América, sus ojos son de un azul intenso, tiene pecas en sus mejillas y su cabello es rizado como el de su hermana, pero la diferencia es que no es pelirrojo, sino rubio.

Estoy tan ido observándola, que no de doy cuenta que se está despidiendo de mí, hará que la pelirroja chasquea sus dedos frente a mí.

-Lo siento -susurro avergonzado-. Gusto en conocerte Alaska.

-El gusto es mío, Jared -me regala una pequeña sonrisa y se retira dejándome tenso en mi lugar.

Su voz, esa voz la he escuchado en algún lugar pero no recuerdo donde, no le había prestado atención hasta ahora. La forma en que pronunció mi nombre se me hace tan conocida, pero mi cerebro no logra desbloquear ese recuerdo.

Llevo la mirada hacia el lugar por donde se fue y frunzo el ceño intentado recordar. ¿De dónde la conozco? O mejor dicho, ¿De dónde su voz se me es tan conocida? Porque nunca había visto a Alaska Rogers en mi vida, pero su voz la he escuchado en algún lado.

-Mi hermana te dejó impresionada, ¿Verdad? -ríe y continúa hablando.

Sin embargo no le presto mi total atención, porque intento recordar dónde escuché su voz.

Joder, ¿Será qué me estoy volviendo loco?

***

¡Hola!

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Susurros Al Oído [+18] En PausaWhere stories live. Discover now