1- A costa dos lobos

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Dedicado a tenore236  Chicafantasma666 AngelusMarine2905 y Androide18-

Ella, una niña de once años, corría por la playa buscando entre la arena unas cuantas conchas que algunos moluscos habían abandonado tras mudarla.

Aquel olor salino de la mar era lo que le calmaba y acallaba todos sus demonios.

La niña era conocida por ser la hija del Alfa de aquella manada de esa costa, el sonido de las olas era lo único que le llamaba a la calma.

—Dafne — llamó una voz masculina y ella volteó a verle —hija ya regresé — los ojos de Dafne se llenaron de un brillo inconfundible.

—¡Papá! — exclamó emocionada y fue a abrazarlo —te extrañé tanto, fue mucho tiempo — entre lloriqueos decía la pobre niña.

—Puede que sí, hija, pero estoy de vuelta para ti — musitó el hombre cargando a la pequeña chica de cabello castaño claro.

El ruido que producían las gaviotas era realmente hermoso, Dafne y su padre caminaron a la aldea de hombres lobo en donde vivían, a pesar de que la vean con cierto recelo que ella aún no comprendía por su corta edad, sentía que ese lugar estaba su hogar.

El viento imoregnado del olor salado de las olas adentraba en sus fosas nasales provocándole una sonrisa a Dafne.

El beta pidió a su Alfa hablar en privado, Dafne fue dejada en el suelo mientras veía a su padre irse de su lado nuevamente. Su sonrisa desapareció y volvió a mirar la costa de aquel océano donde varias aves pesaban.

—Ya ha pasado más de un mes del ataque de los piratas vampiros — informó el beta de la manada —Señor, ¿cree que esto sea un mal augurio? — él observó que su segundo al mando estaba en algo cierto.

—Eso no lo sabemos, aún no es noche de Luna Negra y es llegará en un par de meses — informó el líder —hay que estar preparados — añadió.

El beta asintió y continuaron charlando de todo y de nada a la vez, pero su hija parecía haberse alejado de todo y eso era cierto pues desde que nació y su madre había fallecido ha estado sola.

Sólo pudo encontrar consuelo en el sonido de las olas del mar, Dafne caminó de vuelta a la costa donde el silencio de las voces de sus coterráneos era lo que reinaba en armonía.

Divisó a lo lejos unas velas que parecía emerger del océano, el color de aquellas telas era de un negro profundo que asustó a la niña que corrió colina arriba aterrorizada, sus lágrimas corrían por sus mejillas al saber que ese barco era peligroso.

—¡Bandera negra! — exclamó la niña y todos los aldeanos se rieron de ella.

—¿Bandera negra? Deja de jugar con eso, mocosa — pidió una mujer de forma despectiva.

Dafne sólo entre cerró sus ojos frunciendo el entrecejo, la lobita apenas contenía las lágrimas pero ella había advertido a todos sus coterráneos del peligro que les corría pierna arriba.

Miró al cielo pidiendo e implorando a cualquier deidad para que no sean destruido por los piratas vampiros, sintió la mano de su padre apartarla de la villa, se notaba furioso con ella asumiendo que era una broma de mal gusto.

[...]

Gritos, era lo que Dafne escuchaba desde su habitación. A su olfato llegó el olor de la sangre de los habitantes de la aldea, se levantó de la cama observando aquella horrible noche que parecía no cesar.

¿Por qué no me creyeron?

Sus pensamientos le invadían con fuerza en aquella sensación de miedo en su interior, sus ojos azules heredados de su difunta madre se le empezaban a llenar de lágrimas.

Duérmete y sueña, la mar te va a  esperar, es el lugar donde perteneces.

Otra vez esa misteriosa voz en su interior, apenas empezaba a desarrollar sus características de la licantropía pero había algo que siempre la llamaba: el mar.

Esa inmensa masa de agua salada que la sentía cuál si fuera su hogar y no esas montañas en las que ella había nacido, y había sido criada por sus padres.

Cubrió sus oídos con sus manos para impedir que los gritos entrasen, se acurrucó en posición fetal en el suelo recostando su espalda en la fría pared.

Quería despertar y creer que todo fue una pesadilla, qué equivocada estaba pues era tan real como su castillo y su padre.

[...]

La niña salió de su casa temerosa por la escena macabra que podría encontrarse y perder su inocencia, observó que había amanecido y todo su pueblo estaba arrasado. No había rastro de nada que pudiera llamar hogar.

El olor a muerte había impregnado el ambiente, la sangre brotaba de los cuerpos de las víctimas de los vampiros, que ella creía que habían atacado, y algunas brujas que anularon las habilidades de los lobos, todos  que ya se marcharon excepto una bruja de unos dieciocho años de edad, estaba desolada y rota en su interior.

Dafne se acercó a la criatura de magia con timidez marcada en su cara, le tocó el hombro y la de tez más pálida la miró curiosa para luego pasar a una expresión afligida, la agarró de su vestido azul y la atrajo hacia ella quebrándose en llanto ante los ojos tiernos de Dafne.

—Me obligaron... me obligaron a traerlos aquí — explicó entre llantos la hechicera, Dafne abrió sus ojos con sorpresa y varias lágrimas corrieron por sus mejillas —Perdóname.

—Realmente... — empezó a hablar Dafne —Sólo me afecta que mi padre haya fallecido... los demás miembros de este pueblo me hacían sentir como un bicho raro — explicó la menor, muy a pesar de que estaba presenciando el camposanto de su pueblo.

—¿Y se puede saber por qué?

La mirada de Dafne se enfrió drásticamente haciendo que aquella mujer mágica capte el mensaje que quería transmitirle, el silencio nuevamente reinó en todo el lugar y la niña caminó hacia la costa.

Pero no sentía el más mínimo rastro de olor que fuera de un vampiro o algo parecido, le resultaba tan extraño el hecho de que no hayan sido vampiros los atacantes. Olfateó el aire y encontró un ligero olor a pescado, siguió el rastro hasta encontrar una sirena encallada, su torso estaba desnudo y cubierto por la fina arena blanca de la playa.

Alfa y Omega: La Dama del Mar (en pausa)Where stories live. Discover now