Capítulo 7

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Ela:

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Ela:

Mis patines hacían que mi cuerpo se deslizara con facilidad sobre el hielo de la pista de la preparatoria. Mi mente intentaba olvidar una y otra vez, prefería en cambio conectarse con algo mucho más puro.

Mechones rebeldes de mi cabello se salían de mi recogido y se agitaban por la velocidad con la que iba. Vuelta y salto seguidos de incontables recuerdos felices...

Unos aplausos me distrajeron y frené mis movimientos.

—Creo que ya sé dónde encontrarte —. El cabello rubio de mi mejor amiga me calmó por completo —. ¿Llevas toda una hora encerrada aquí?

—Tal vez —. Le respondí alzando los hombros y avanzando hasta la salida de la pista.

— ¿Mal humor? —preguntó ella, sabiendo la respuesta en seguida.

Respiré hondo mientras desataba mis patines —. Lo siento, no quiero traer mis problemas acá, pero ¿cómo se puede ser tan ciega?

— ¿Lo dices por tu mamá?

—Sí, es que no la entiendo. No sé qué es lo que le ve al maldito de Héctor, pero no duda en defenderlo siempre que puede y él no para —... La miré y me quité el patín.

—No lo sé, Ela —. Hizo una pausa y me ayudó a guardar los patines —. Hoy verás al agente Keller, ¿cierto?

—Sí, no sé cómo voy a salirme de la casa, pero iré a verlo, lo necesito.

—Cuenta conmigo, y ahora vamos o nos destrozarán luego.

La lluvia había hecho del día una oscuridad total, la mayoría de los estudiantes usaban abrigos, mis dedos jugueteaban con mi lápiz al tiempo que escuchaba el discurso del profesor y lo veía caminar por entre los primeros puestos.

Llevaba mucho tiempo desconectada de la realidad y concentrada en solo un hecho en específico. No dejaba de darle vueltas a mi encuentro con Seth bajo la lluvia ni el que tendría más tarde con quizá la única persona confiable—aparte de Érica—de este pequeño pueblo.

El reloj avanzaba con lentitud, pero también con su ya tan famoso tic, tac. Mi lápiz cayó al suelo y rodó hacia atrás hasta chocar con su pie, lo seguí con la mirada, pero error. Sus ojos verdes no paraban de mirarme y en cuanto lo caché giró la mirada hacia otro lugar.

Mi respiración había comenzado a acelerarse. Sacudí la cabeza y me giré en mi asiento.

¿Por qué me observas tanto, Seth?

La campana anunció pronto el cambio de clase, mi libro se cerró enseguida y comencé a guardar mis cosas. Aún tenía algunas clases más ese día, gracias a dios con Érica para distracción. Estaba apresurada por dejar el salón, tanto que algunos libros se cayeron.

—Maldición —. Susurré.

Su cuerpo se aproximó hasta el mío y me ayudó tomando algunos de los libros. Nuestras manos se tocaron, provocando que mi mirada fuera hasta la suya, ojos verdes brillantes y labios entreabiertos.

IceWhere stories live. Discover now