Capítulo 21

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Ela:

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Ela:

Subí la mirada a esos ojos verdes hermosos e hipnóticos llenos de culpa. Alejé el teléfono de mi oreja lentamente, el aire entraba por la pequeña abertura de mis labios, mi cabeza se movía de un lado a otro.

Seth bajó la cabeza y se acercó a mí. Sus manos tomaron las mías...

Pequeñas gotas de lluvia caían a nuestro alrededor, el oscuro cielo gris se alzaba, sumergiendo en la penumbra todo lo que hacía debajo de él. Podía sentir ya mi cabello y la sudadera que llevaba bastante mojadas, para ser solo unas pequeñas gotas.

Mi atención se centró en él y en sus palabras —: No lo podía permitir, Ela. Perdóname...

Suplicaba con su voz, sus labios a penas se movieron para pronunciar todas esas palabras. Esa mano helada en mi mejilla se sintió tan cálida que por un momento todo se desconectó de mi cuerpo y de mi mente. Volvió a acunarme entre sus brazos y siguió susurrando esa palabra: «Perdón».

La hora marcada en mi reloj y en el del mostrador de ese pequeño restaurante/cafetería me hacía comenzar a temblar.

6:45 pm de la tarde.

Sabía que Héctor estaba en casa, que sus dos hijos mayores también y que si no llegaba antes de las siete me iría peor que mamá. Pero, no estaba dispuesta a dejar al agente Keller sin una respuesta, ni me iba a ir a la cama con la duda de qué era lo que había sucedido.

El hombre llegó, sus botas de policía resonaron en el suelo de madera del lugar. Se quitó el abrigo, dejando ver el lugar donde descansaba su arma enfundada junto a una pequeña placa que colgaba en su camisa, siendo una copia en miniatura de la real, que estaba en su bolsillo derecho.

Las carpetas se abrieron en nuestra dirección.

La foto de un cadáver, una mujer, apreció frente a mí. Había más de 8 fotos y cada una señalaba algo en específico de la víctima. Cortadas, moretones, eran lo que se veían a través de toda la sangre que la cubría.

—Rebecca Reynolds —. Señaló el agente Keller con el dedo, mientras en su bolsillo buscaba algo —. Era una muy buena amiga de tu padre e incluso fue su asistente en muchos de los vuelos en los que se le pedía a tu padre participar.

La camarera apareció e interrumpió su habla, sus ojos fueron directamente a las fotografías en la mesa. Era joven y yo la conocía, tal vez la había visto unas cuantas veces por esa casa, en los asquerosos brazos de Héctor, pero también sabía que era una estudiante de la universidad local.

Agachó la cabeza luego de que por su piel pasara un frío que se la erizó. Habló y nosotros solo respondimos «café caliente».

Tan pronto se marchó, el agente Keller continuó —: Fue asesinada ayer, entre el medio día y las 2 pm de la tarde —. Hizo una pausa antes de mirarme, directo a los ojos —. Ella había sido la única sobreviviente del accidente.

IceWhere stories live. Discover now