24 - Maldita sea, deja de guardarte las cosas.

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— Tú. Tráeme una toalla con agua fría —mandó y me moví con rapidez para cumplir su petición.

Le entregué todo lo que necesitaba y comenzó a ocuparse de ella. La puerta fue abierta con brusquedad dejándonos ver a... Yanagi, oh mierda. 

— ¿Cómo está?  —habló con desesperación. Y se acercó a ella solo que Mujo-sama se interpuso con determinación. Fue sorprendente ya que él no era de esos.

 — Heeey, yo creo que deberíamos calmarnos —ahora yo me interpuse entre ellos dos.

— ¿Ella ha estado pasando por mucho estrés? —preguntó ahora el enfermero y siguió con su trabajo, esperando la respuesta de Yanagi.

— Sí, ha estado muy concentrada en sus estudios, le he dicho que no se preocupe tanto pero es terca —contestó. Pasó una mano por su cabello con frustración.

— Se ve reflejado en su salud, sería mejor que ella hablara con la consejera, tener algunas pequeñas sesiones antes de que comience la jornada   —propuso. Miré al peli-negro, se mostró pensativo. No le veía nada de malo, ¿Por qué lo pensaba tanto?

— Realmente no sé... Quiero lo mejor para ella, solo que, nunca hace caso a nada cuando se le intenta cuidar —se acercó a Ayano y acarició su cabello con muchísima delicadeza, temiendo a que ella se rompiera.

—  Amao, será mejor que vuelvas a clase, no falta mucho para que comiencen. Yo y Yanagi nos encargamos de esto —habló con seriedad, un hombre que se toma en serio su trabajo. Obedecí y me fui de ahí.

Narradora.

Amao caminó hacia su clase como de costumbre, ahí ya se encontraban algunos chicos. Sonrió al divisar a Budo, lo extrañaba mucho, era un gran amigo. Se acercó a él para saludarlo, sin embargo, solo recibió un choqué de hombros por parte del azabache, confundido lo llamó. No era algo que el karateca haría, se había estado comportando muy extraño estas semanas.

Sin darle más importancia al asunto, volvió a su clase aunque en su mente algo le gritaba que algo malo iba a suceder. Se mantuvo alerta. 

Por otro lado.

— Acompáñame a la sala del director, para hablarle el caso sobre tu hermana.

— ¿Es necesario?  —preguntó con frialdad. 

— Dices qué te importa tu hermana, pero no te veo moviendo un dedo por ella  —soltó con furia. Para Mujo, Ayano era un tema delicado, para Yanagi también. 

Apretó los puños con remordimiento y asintió, por primera vez alguien, a parte de su hermana o su madre, lo hacía quedarse callado. Caminaron hacia dicho lugar en silencio, incómodos. El peli-negro sospechaba los sentimientos que sentía el enfermero por su hermana y eso le hacía hervir la sangre. 

Mientras tanto, la menor despertó somnolienta, sin entender que sucedía a su al rededor. Se levantó son pesadez y salió de la enfermería a paso lento, su vista algo borrosa no le permitía ver a donde se iba y su fatiga tampoco era que ayudara mucho. Se recostó contra la pared e intentó regularla, ¿Qué mierda le estaba pasando? A pesar de que no lo decía comenzaba a sentirse débil, mareada, con dificultad para respirar y su tono de piel ya no era el mismo, cada vez más palido.

Logró ver el club de ocultismo, seguro ahí estaba Oko, pensó la pelinegra. Caminó hacia allá con las pocas fuerzas que me quedaban, rezando por llegar a tiempo. La puerta estaba abierta, y se encontraban Oko... Y Budo. Ladeó la cabeza confundida al verlos, por lo que sabía, Budo odiaba el ocultismo, ¿Qué hacía acá?

¡ELLA ES MÍA! [Ayano x Harem]Where stories live. Discover now