Capítulo 1

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La cara sonriente de Louis aparecía en todos los periódicos del orbe, con títulos bajos y despreciables. La madre de Louis, rompió los periódicos y se levantó limpiándose las lágrimas para reunirse con su querido hijo, que más tarde  sería trasladado a la prisión. Su esposo, Mark, había muerto en un accidente automovilístico hacía cinco años y justo cuando Louis y toda la familia parecía haberlo superado, se le venía ésta avalancha encima; ella le creía a su bebé, y ¿cómo no hacerlo?, si con sólo ver sus inocentes ojos podía leer su alma y podía vislumbrar su pureza, era una total injusticia.

−¡Felicite apresúrate, iremos a ver a tu hermano! – Una niña preciosa bajó las escaleras con los ojos hinchados, su cabello castaño caía por la espalda, y sus grandes ojos azules, heredados de su madre, se veían nublados de lágrimas, Felicite apenas tenía ocho años.

−Mamá extraño a Louis, ¡no quiero que se vaya! – Chilló abrazando a su madre.

−Tranquila mi amor, él estará bien − Jay Tomlinson,  decidida a ser fuerte por sus hijos, se puso de pie decidida, amarró su pelo castaño en una coleta y salió de su hogar firme.

(...)

Después de proporcionarle su nuevo uniforme, el policía cerró la celda y se marchó, pronto sería trasladado a su nuevo 'hogar', y sí, debía admitir que estaba muy asustado, todo había dado un giro totalmente inesperado, y temía de su miserable destino. Se despojó de la ropa para colocarse su nuevo uniforme; éste consistía en un pantalón gris y una camisa de algodón blanca con mangas cortas, el pantalón le quedaba grandísimo; lo arrastraba y tenía que sujetarlo de un extremo para que no cayera, la camisa que en sus mejores tiempos fue de un color blanco, le sentaba mejor como bata de dormir.

Las horas pasaron, y el policía volvió para escoltarlo, le observó de pies a cabeza y rió disimuladamente; parecía imposible que ésa criatura tan bella fuera un despiadado asesino, pero su trabajo le había enseñado, demasiado bien,  que no debía fiarse de las apariencias.

−No te quedó muy bien – Comentó burlón – No te preocupes, te confeccionarán algunos a tu medida en la prisión.

−¿A qué prisión iré?, ¿Cómo es? – Preguntó curioso. El policía, sabiendo que le tenían prohibido hablar con los reos, no pudo resistirse a la voz melodiosa de Louis, y a la inocencia reflejada en cada una de sus facciones

−Una mierda, deberás  tener cuidado, hay más escoria de lo normal, pero te acostumbrarás y hasta te divertirás.

−¿Divertirme? – Inquirió confundido.

−Si, cada treinta minutos hay peleas, a los reos les encanta sublevarse ¿a ti no?

−No soy partidario de la violencia – El policía le miró irónico; ¡Un supuesto asesino diciendo aquello! ¡Era paradójico!

−También hay actividades recreativas, existen varios clubes de deportes a los que puedes unirte – Louis frunció el ceño.

−Nunca fui bueno en los deportes, a mí se me daban más los libros – Sonrió desinteresadamente, haciendo estragos en la mente del policía.

−Es mejor darnos prisa, tus familiares te están esperando para despedirse – Los ojos zafiros de Louis se iluminaron y de inmediato emprendieron la marcha, el policía lo llevó hasta las cabinas telefónicas, desde donde se comunicaban.

El uniformado  observó a la hermosa familia y sintió pena por ellos, la pequeña lloraba desconsolada y su madre trataba de calmarla sin éxito mientras Louis intentaba no mostrar más lágrimas.

−Louis cariño, te entregarán tus libros favoritos y otros más que te compré, también mandé algunas fotos, una biblia y un rosario. Cualquier otra cosa, bebé; no dudes en pedírmela, ¿de acuerdo? Cada fin de semana iremos a visitarte – Louis asintió agradecido; quería besarlas, abrazarlas, pero solo se conformó con unir sus palmas a través del cristal. 

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