56.

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Aider se mostró burlón.

—¿Ah no? —Acerca su rostro al mío, cree intimidarme.

Intento como puedo acercar también mi rostro para gesticular y pronunciar la palabra lentamente. —No.

—¿Que piensas hacer? ¿Eh?

—No te conviene tenerme muerta, créeme.

—Lo sé, no voy a casarme con un cadáver. —Hizo una seña con sus manos a sus hombres, sentí la presencia de uno de ellos detrás de mí. Traían unas bolsas transparentes. —Pero, eso no significa que no tendrás un castigo por desobedecerme.

Un chasquido de dedos bastó para comenzar con mi tortura.

—¡Voy a matarte! Juro que voy a hacerlo. —Dejé de respirar cuando la bolsa hizo contacto con mi nariz.

—No te convenía decirle eso, Sage Bronova.

Ya no soy una Bronova, ahora soy una Thyssen. Como Dage, mi hermano.

La fuerza que ejercía la persona que estaba asfixiandome hizo que me empezará a mover desesperadamente, el aire comenzó a faltarme y mi cuerpo se sentía más débil, el sabor metálico de la sangre no dejaba mi boca.

Fue mucho el tiempo, justo cuando creí que soportaría hasta que me suelten, no pude soportar más.

Dejé de moverme para luego ver todo oscurecerse, antes de eso escuché gritos, no sé de dónde ni por qué.

Solo sabía que no tenía nada que perder, que Kyler debería estar en la dirección equivocada, tal vez buscándome, tal vez odiandome, si tengo la mínima oportunidad de matarlos, no la dejaré ir.

Levanté el rostro junto con un suave toque que me hizo hacerlo, un toque que se me hizo familiar, era él.

Mi cuerpo sintió los escalofríos, la calidez de sus dedos recorriendo mi mejilla, abro los ojos solo para ver a Kyler frente a mí, sonríe alegremente.

—Todo está bien. —No supe que decir, sus ojos eran hermosos y me perdí en ellos, su rostro se acercó más a mi, hasta el punto de sentir sus cálidos labios sobre los míos, me quedé inmóvil al darme cuenta de la posición.

No... No otra vez.

Mi pecho dolió al notar donde estábamos, en su cama, uno frente al otro, sin cuerdas atando mi cuerpo a la silla.

Una lagrima resbaló por mi mejilla en cuanto supe, que esto no era real.

—No llores, princesa. —Murmura, eso solo me provoca romper en llanto, justo cuando intento abrazarlo solo para recordar lo que se siente estar en sus brazos, mueven mi cuerpo sacándome de aquel sueño.

—Perdóname.

Otra vez, gotas de agua en mi rostro, estoy sentada, abro los ojos para observar el lugar donde me encuentro, tan pronto como cobro el sentido de todo, mi cuerpo duele, no solo eso, si no mi rostro, lo siento adolorido, por lo menos ya no siento la sangre en mi boca.

Verifico si aún tengo sangre en el rostro.

Nada, solo el dolor poco soportable en mi piel, y mis manos juntas atadas con una cuerda, me encuentro recostada en un sofá, nadie a mi alrededor, aunque no duró mucho.

Aider entró al espacio, tomó asiento a mi lado e hizo que me gire para estar de frente.

—Escúchame. —Aprieto la mandíbula. —Antes de abrir la caja fuerte, háblame de Danielle, que sabes de ella. ¿Donde está?

—¿Por qué te lo debería decir?

—¡Porque te lo ordeno!

—Ella está muerta. —Mentí. —Si, tú mataste al padre de su bebé y con quién se iba a casar, no pudo más y se suicidó.

KYLER. [AKDR #2]. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora