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Mi mandíbula casi cae al suelo por las palabras de Danielle.

—El dinero no es problema para mí, Sage, ni para ti debería serlo. —Sonríe mostrando una tarjeta dorada. —No estaré en el negocio, pero mi padre me tiene bien premiada por sus años ausente.

—Es una locura... —Murmuro para mí, veo más detalladamente la atracción de nombre WindSeeker.

—¿Increíble, no? —Escucho una voz desconocida a mi lado, un chico. —Tiene más de 92 metros de altura. —Añade mirando la atracción. —32 asientos gemelos, 64 asientos en total.

Giran alrededor de una torre central. La iluminación consiste en tiras de luces LED montadas en los brazos que sostienen los columpios y focos de colores para iluminar las torres desde arriba, una completa maravilla.

—Todo Wonderland se puede ver desde ahí arriba. —Señala mirándome por último, asiento mirando las personas subirse, Danielle está esperando para subir. —¿Tienes compañía? Para los asientos gemelos.

—Si, mi prima. —Danielle me da una mirada rápida justo cuando nos toca subir, sin más me alejó del chico de ojos cafés y cabello ruloso.

Danielle y yo subimos a uno de los asientos gemelos.

—Dicen que no es posible llevar celulares... —Murmura. —Pero tengo uno solo para capturar momentos especiales.

El encargado de la atracción coloca los seguros a nuestros asientos así como el de todos.

—Feliz cumpleaños, Sage. —Ella sonríe tomando mi mano. —Este es parte de tu regalo.

Antes de poder decir algo, nos vamos elevando por suerte no de golpe, en tan solo minutos, estamos por llegar al punto, las sillas empiezan a moverse como un carrusel, con tranquilidad, me deja admirar desde arriba casi todo Wonderland.

—Esto es hermoso.

—¿Verdad que si? —Ella saca su celular y se pone a grabar con cuidado de dejarlo caer.

Muevo ligeramente mis piernas, el viento acaricia mi rostro, después de tanto tiempo me divierto, me siento ligera y tengo esa presión en el pecho.

Signo de que algo está mal, recuerdo las palabras de la señora, tengo miedo.

Temo perder todo esto, no quiero perderlo, no quiero perder a Kyler, Danielle o Darwin. Pero este sentimiento no es nuevo... Es el mismo que sentí cuando Alexer terminó por dejarme echa pedazos.

A lo lejos veo humo, como si pasara una explosión, sorprendentemente nadie más que yo lo nota, no es que esté a la vista pero puedo ver el humo en el cielo.

—Me gustaría quedarme a disfrutar toda la noche de estos juegos. —Murmura Danielle luego de guardar su celular. —Pero Darwin y yo tendremos que regresar a la casa por un asunto.

—¿Que tipo de asunto?

—Una cita, escucha. —Danielle se inclina a mi. —¿Te gustan los malvaviscos? La zona de fogata por suerte está despejada, en tiempos de nieve no se puede apreciar bien.

—Solían tener fogatas en Frelighsburg, pero solo unas cuantas veces, no pude asistir a todas. —Me encojo de hombros.

El tiempo transcurre lento, intento dejar atrás ese presentimiento, si no lo pienso no es real, disfruto de la vista tan maravillosa por pocos minutos.

Al bajar Danielle envía un mensaje desde su celular.

—Nos esperan allá, vamos. —Enrolla su brazo con el mío.

KYLER. [AKDR #2]. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora