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El mar...

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Final...

Narrador Omnisciente.

El sonido del arma gigante que aplastaba titanes en el distrito Trost, dejó de oírse al empezar el invierno. Cuando toda la nieve comenzó a derretirse, la Legión de Exploración anuncio que ya no habían titanes dentro de la Muralla María. Cuando se rehabilitaron los elevadores en Trost y empezaron a pavimentar las carreteras en las afueras, ya se veían las mariposas y los capullos de las flores.

Los refugiados finalmente pudieron volver a sus casas cuando ya había pasado un año del ataque de los titanes al distrito Trost.

Y así, seis años después del ataque del titán Colosal, la Legión de Exploración llevó a cabo otra misión fuera de la Muralla María.

Ahora estaban en busca de su nuevo objetivo, Haru estaba feliz, nerviosa y a la vez emocionada. Armin qué estaba a su costado, estaba el doble de emocionado. Verían por fin el exterior, como tanto lo habían deseado desde que eran niños.

Haru tenía su corazón saltando por todos lados, quería sentirlo con sus propias manos. No dejaba de sonreír y ver al cielo, donde las aves los observaban.

Las señales de humo rojo se hicieron presentes, había un titán cerca de ellos interrumpiendo la formación del pequeño escuadrón.

—¡Un titán! — gritó Jean.

—¡Por fin se muestran! — dijo Connie. —¡Estén atentos!

Los caballos se detuvieron, era un titán chiquito que estaba enterrado hasta la boca, por como mostraba a sus espaldas, se había arrastrado con el cuerpo pequeño que tiene hasta la muralla.

Eren bajó de su caballo y se acercó al titán, tocó su frente con una pose muy curiosa para Haru.

—O-Oye...

—Es uno de nuestros compañeros... A los que enviaron al paraíso. — esas palabras sorprendieron a los demás. —Vamos, ya estamos cerca.

—¡Oigan! ¿Lo vamos a dejar aquí? ¿No lo mataremos? — los cuatro ni caso le hicieron, por lo que Floch continuó de rumbo a caballo. —Ah, maldición...

「•••」

Ya tenían un muy buen tiempo cabalgando, se encontraban en zonas donde sólo había arena. Un buen dolor de ojos para los que iban atrás. Muy cerca de éstas habían pequeños muros, no tan grandes como las que tenía María, pero sí lo suficientemente alta como para que lancen personas a una muerte segura.

𝕰𝖘 𝖒𝖎 𝕮𝖚𝖑𝖕𝖆; armin arlert.حيث تعيش القصص. اكتشف الآن