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Titán Hembra
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Narrador Omnisciente.
La albina se quedó en el establo al lado de los caballos, no tenía ganas de ver a nadie mientras seguía soltando lágrimas.
—H-Haru... ¿Estás aquí? — preguntó una voz que reconoció al instante. —Por favor, te busqué por todas partes. — hubo un pequeño silencio.
—... Estoy aquí, Armin.
El rubio sintió como se le partía el corazón al ver a la chica que le gusta llorando, con los ojos y nariz rojas. No fue un buen momento para ella.
—Ya no llores. — dijo. —No quiero verte así, vamos.
—¿Marco... Habrá muerto por mi culpa? — se preguntó.
—No, no fue por tu culpa. — dijo.
Eso se le quedó como una trauma desde que ocurrió esa tragedia...
—No fue tu culpa, hubo muchas bajas, nadie nos iba a garantizar que salieran todos intactos.
—Debería estar feliz, porque Trost fue restaurada. Pero al oír que Marco estaba muerto, me partió el corazón. — sollozó. —Pensé que estaba lista para unirme a la Legión, pero ahora siento que no...
—¿Piensas... Abandonar tus sueños sólo porque Marco murió?
—¿Qué?
—¿Crees que él estaría feliz de verte llorar por él? Claro que no, si él murió, fue porque es un héroe que luchó hasta el final para protegerlos a ti y a Eren. — dijo. —Su muerte ayudó a la humanidad a ganar. Por eso, no deberías estar triste.
—A-Armin... — cerró los ojos. —Tú y tu lógica... De verdad me traes loca...
—¿E-Eh?
—No lo repetiré. — dijo con un pequeño sonrojo.
—Tú también me traes loco... Te quiero demasiado. — la agarró del mentón y limpió sus lágrimas. —Listo, ahora sí estás hermosa.
—O-Oye, estás muy... — la albina fue cerrando sus ojos a medida en que el rubio se acercaba a ella, cortando la distancia entre ambos.
Podían sentir sus labios rozar hasta el punto de juntarlos, fue un beso algo torpe, pero tierno y lleno de sentimientos.
—Haru... Yo, quería decirte esto ya desde hace un tiempo. — decía con un sonrojo super notorio. —Yo te quiero demasiado, y no como un amigo o hermano... Te veo con otros ojos, siempre fuiste muy amable y cariñosa conmigo, tu risa era música para mis oídos. Cada vez que venías de visita a mi casa, me pedías que te hable del mundo exterior y del mar. Tú eras la única que conocía mis gustos y siempre me hiciste caso en todo, desde pequeños... Cuando me enfermaba, tú eras la primera a quien veía al despertar. Mi abuelo me decía que debía casarme contigo, yo aún era pequeño y no prestaba atención a lo que me decía. Pensaba que no era necesario, pero ahora es diferente. Te quiero demasiado, eres la primera y última persona de la que estaré enamorado. Por eso te quería pedir... ¡Que fueras mi novia!
