✯°•Capítulo Diecisiete•°✯

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Sueño Eterno

«¿Por qué? ¿Por qué sigo siendo incapaz de proteger aquello por lo que vivo?».
     —Hey, ¿qué tienes?—.
     —Akaza…   -Su voz apenas audible temblaba horriblemente- Enmu es el demonio del tren—.
     Quedó atónito, con los ojos muy abiertos.
     —No me jodas, Hitori. Eso no puede…  —.
     —Es él, Akaza. Puedo sentirlo…   Su presencia y su aroma están impregnados por todo el tren. Él se fusionó con el tren—.
     Boquiabierto, Akaza no pudo evitar examinar el transporte más de una vez, pasmado por la declaración de su compañera.
     Hitori quiso entrar en pánico, sin embargo, calmó su ser. No podía dejarse llevar por las emociones; Cada vez que hacía eso sucedían cosas malas, y en ese instante tan crucial debía tener la cabeza bien fría.
     —¡Akaza, corre! ¡Debemos llegar al tren!—.
     Ambos treparon a lo más alto del árbol para posteriormente saltar al vehículo, cayendo encima de este.
     —¡Corre al frente, Hitori! ¡Ahí debe estar! ¡Yo me encargaré de los cazadores!—.
     —¡Sí!—.
     Ella se desplazó lo más rápido que pudo por el que parecía ser un interminable tren.
     Por mucho miedo que tuviera, no podía detenerse a pensar en eso. Debía actuar de manera inmediata.
     «Por favor. Por favor que esté bien. Tamio, por favor, resiste…   No puedes irte. No ahora que por fin te recuerdo.
     No te vayas, aún no te he dicho lo que siento. Quédate». 
     Por su mente las imágenes de su anhelada feliz vida humana comenzaron a pasarse de un lado a otro. Empezó a preguntarse qué habría sido de ella y Enmu si jamás se hubieran convertido en demonios ¿Habrían sido felices? ¿Hubieran estado juntos toda la vida?
     «Quiero ser feliz a tu lado. Quiero saber cómo es que se siente despertar contigo, sentir el amanecer y no temerle a la vida por el simple hecho de existir.
     Deseo amarte como una humana...   Desearía vivir a tu lado como humanos».
     Faltándole solo unos metros para llegar, el tren se descarriló. Todo se fue de lado y cuando volvió a revisar el panorama, el tren ya estaba tirado y destruido.
     «No puede ser».
     —Esto es un mal sueño. Todo forma parte de una redada en mi cabeza. Enmu está bien. Cuando abra los ojos, él estará junto a mí, a salvo—. 
     Pero por más que tratara de despertar de esa pesadilla, le resultó imposible. Era real.
     En ese instante Akaza llegó, agachándose al lado de ella.
     —Hitori, ¿qué suce…?—.
     Al ver el varón la escena y la destrozada expresión de la chica, no necesitó preguntar más.
     —Era él…    Su presencia se está apagando. Akaza, yo…   No sé qué hacer—.
    Él nunca entendió los sentimientos de los que Hitori le habló. Sin embargo, entendía que Enmu era algo especial para ella y que, ahora que posiblemente no estaba vivo, él podía incluso perder al único ser, la única demonio, que logró comprenderlo.
     «¿Por qué me duele tanto?».
    La vista de Hitori se nubló y una sensación de profunda tristeza la invadió, provocando que su garganta se cerrara.
     «¿Esto sentían aquellos que amaban a los que maté? ¿Ellos tenían este horrible dolor por culpa mía?».
     —Esos malditos van...  -Él, sin poder contener más su ira, se dispuso a acabar con la vida de los cazadores ahí presentes—.
     —Akaza…   -Llamó ella, haciendo que se detuviera- Gracias. Gracias por todo, Akaza—.
     Dándole la espalda a la fémina, primero se mostró sorprendido, luego aterrorizado y terminó con una expresión resignada.
     —Gracias a ti por darle sabor a esta existencia de porquería -Susurró-.
     Con los ojos cerrados en todo momento, giró su cuerpo y envolvió a la chica por primera y ulyima vez en un abrazo por parte de él.
     —Adiós, Hitori—.
     Se marchó, sin atreverse a mirarla a los ojos. Sabía lo que iba a pasar, así que no se sintió capaz que verla.
     «Ya no quiero que más gente sufra así por mi culpa».
     —Hi-Hitori -Llamó una débil voz—.
     El sonido condujo a la demonio de vuelta a la realidad, iluminando su ser con un diminuto atisbo de esperanza.
     —Enmu—.
     Saltó directo a los escombros de donde escuchó esa anhelada voz y, sin el mínimo esfuerzo, echó todo a volar, dejando descubierto un ensangrentado y frágil cuerpo.
     —E-Enmu - Envolvió al demonio entre sus brazos- tu cuerpo está…  —.
     No logró contener más su llanto al ver que la figura de Enmu estaba desapareciendo.
     «Enmu, no...».
     Ver cómo la vida de su amado se le escapa entre los dedos fue la gota que derramó el vaso. Logró destrozar hasta la última de sus esperanzas y romper en mil pedazo todos sus sueños, como si de simple cristal se tratara.
     —Enmu, yo…   L~Lo siento mucho. Ni siquiera con toda la fuerza que tengo como Luna Superior logré protegerte—.
     —Hitori—.
     —Nada sirvió…  Nos condené a esto por nada—.
     —Hitori, detente -La mano del demonio se posó en la mejilla de la chica-. No te disculpes más. Yo soy quien lo siente; fue por mí que perdiste tu humanidad. Por mi culpa es que no pudiste llevar una vida normal -Su expresión se llenó de tristeza y penar—.
     —¿Cómo es que…?—.
     —Recordé todo, Hitori. No: Yuki. Recuerdo todo desde aquel día en que fuimos por primera vez a tu casa—.
     Los cristalizados ojos de la chica se abrieron completamente.
     —Desde ese día fui el demonio más feliz por poder estar contigo una vez más, Yuki. Gracias a ti pude ver todo con luz de nuevo. Incluso en este momento, soy feliz por poder estar a tu lado—.
     —Tamio…   -Quería decirle mil cosas, deseaba explicarle a detalle todo lo que sentía por él, sin embargo las lágrimas cerraron su garganta—.
     —Me hace muy feliz poder escucharte llamarme así antes de que mi tiempo acabe -Le sonrió con melancolía—.
     —No te vayas, Tamio…   No me dejes. Seguro encontraré a alguien que te ayude. D~Douma o Akaza podrían…   —.
     —No, Yuki. Déjalo.  Solo quiero que estés aquí. En este momento todo lo que necesito eres tú—.
     Ante esas palabras, ella se sintió completamente destrozada por dentro. Los jadeos le impidieron decir una palabra más. Solo pudo aferrarse con fuerza a su amado, deseando entre lágrimas que eso no fuera más que una horrenda pesadilla.
     «Si tan solo hubiéramos hecho las cosas bien».
     El sol comenzó a anunciar su salida, iluminando cada vez más la inmensidad del bosque en el que se encontraban.
     «No quiero estar sin Tamio una vez más. No quiero estar sola de nuevo y ya no quiero que más personas sufran de esta manera por mi culpa.
     Tal vez...    Tal vez mi destino nunca fue ser feliz».
     —Por favor, quédate—.
     —Yuki -Acarició la mejilla de la demonio, limpiando las lágrimas del rostro que más amó en sus dos vidas- desearía haberte amado normalmente—.
     Los labios de ambos demonios se juntaron, rompiendo el espacio que separaba a esas dos almas, culminando la última despedida.
     «La luna, la noche, la soledad…   Todo siempre era muy  frío. Pero esto, Tamio, el sol…   Es tan cálido».
     Los rayos de sol les alcanzaron.
     —Arde, pero...    es muy cálido y reconfortante—.
     Mientras de fondo brillaba el más triste amanecer, las frías figuras de las Lunas se desvanecieron en el viento, dejando atrás únicamente el recuerdo de trágicas y desafortunadas vidas que, a pesar de toda la adversidad, conservaron el anhelo de estar juntos etermente.
     —Te amaré por toda la eternidad, en mi feliz sueño—.

Crystal Dreams (Enmu Tamio) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora