✯°•Capítulo Catorce•°✯

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Condena

Ese invierno era el peor visto en años, sin embargo, eso no impedía que aquella pareja de intrépidos conservara su radiante esperanza en medio de la oscuridad.

-Oye, Tamio, prométeme algo-.

-¿Qué cosa, Yuki?-.

-Vamos a llevar una mejor vida, sin tener que hacer todas esas cosas horribles. Quiero que empecemos a vivir dignamente, para tener un buen futuro los dos-.

Él se sorprendió ante tal petición.

-Buscaremos algo honrrado por hacer y dejaremos atrás todas estas cosas, Yuki -Abrazó por un lado a la chica-.

Los momentos en calma que pasaban eran algo que apreciaban con todas sus fuerzas. Mientras estuvieran juntos, todo marcharía bien.

-Vamos a estar bien, Yuki -Besó con dulcura la frente de la albina-.

Su vida hasta ese momento había sido difícil. Desde los dieciséis hasta los dieciocho años tuvieron que valerse por sí mismos. Y no fue de una manera agradable; Ellos robaban y estafaban con el afán de poder sobrevivir, aprovechándose de la desgracia en otros.

-Tamio, -ella sostuvo las manos del varón, entrelazando sus dedos- quiero que estemos juntos siempre-.

-Así será -La miró con ternura-. Vamos a permanecer siempre juntos, Yuki. Puedo prometerte eso-.

Su mayor anhelo era estar siempre unidos. Eso era lo que los había motivado a escapar de sus anteriores vidas, después de todo. Sin embargo, el destino no tenía planeado un paraíso para ellos.

Días antes uno de ellos se había metido con las personas equivocadas; Aquellos eran conocidos por sus terribles hazañas y matanzas. Y los jóvenes Tamio y Yuki estaban a punto de descubrirlo.

Aquella noche tan fría, Yuki se introdujo en la espesura del bosque para llevar algo de leña a su gélido hogar, donde el motivo de su vida la esperaba.

Durante el camino de regreso un sentimiento de pánico y desconfianza la acechaba, sin embargo, ignoró por completo su sentir.

Grave Error.

Llegando al pobre sitio de su vivienda, los golpes secos y salpicaduras se escucharon cada vez más y más fuerte. El terror la invadió.

Mientras corría rezó y rezó para que aquellos sonidos no provinieran de su casa. Pero al llegar se encontró con lo que temía; Tamio estaba tirado en el suelo, con la cabeza y las manos empapadas en sangre, siendo horriblemente golpeado por un corpulento hombre de cabellos rojos. Y había un hombre más. Este, que era todavía más imponente, estaba en tarea de llenar cada rincón de la pequeña casa con un líquido para avivar fuego. Planeaban quemarlo todo.

Yuki sintió un paralizante temblor por todo el cuerpo. Estaba aterrada por el estado en que el muchacho tan amado por ella se encontraba y por la rapidez en que su casa estaba siendo preparada para arder. Por su frente cayó incesantemente sudor y sus ojos se cristalizaron ante el pánico.

Crystal Dreams (Enmu Tamio) Where stories live. Discover now