Capítulo 19 | Preocupación

2.2K 138 7
                                    

—No te entiendo, Olive —dice por enésima vez Ansel mientras me mira enojado—. ¿Qué pasó con Ezra en la fiesta?

—No puedo explicarlo... Yo... —empiezo a decir por enésima vez. No puedo completar la frase. Ni yo misma sé lo que pasó.

—Sé que no somos nada "oficial", pero pensé que teníamos algo. Pensé que nos queríamos y que nos éramos exclusivos...

—Yo te quiero, Ansel. Es sólo que... No sé que me pasa con Ezra estas últimas semanas. Me es difícil entenderlo siquiera. No sé si es por nuestra conexión o qué pasa con mi mente y corazón. No quiero lastimarte... No es justo para ti.

—No nos vamos a separar, Olive —dice él con firmeza mientras se acerca a mí y me toma de la cintura para acercarme a él —. Sé que harás lo que creas correcto y que no hay nadie que te quiera tanto como yo.

—Creo que tendremos que empezar con mantener el contacto físico al mínimo —digo yo, divertida.

—No creo poder hacer eso. Me encanta estar así contigo... —susurra y me da un pequeño beso en los labios. Sonrío.

Dos semanas después, Ezra y Ansel acaparan toda mi atención. Están casi todos los días conmigo e Ian se burla diciendo que parecen dos perros peleando por un hueso. Además de todo, todas las chicas me han empezado a ver con más desprecio de lo normal. Ha llegado un chico nuevo, George, y es mi nuevo compañero de laboratorio. Todas babean por él y parece tener especial atención en mí. Presiento que no es muy agradable y prefiero no hablarle mucho ya que no quiero terminar comiendo en un cubículo del baño.

Ahora mismo estamos mezclando unos líquidos raros con unos polvos aún más raros. Estoy a punto de mezclar un líquido amarillo con uno incoloro, cuando George toma mi mano rápidamente.

—¡Olive! ¿Sabes que pasa si los mezclas?

—Em... ¿No?

—Podrías matar a todos aquí -dice entre asustado y divertido.

—Lo siento.

—Eres muy callada ¿cierto?

—Bueno... Dígamos que no quiero terminar atacada por un séquito de niñas locas —digo y ríe a carcajadas. Todos nos voltean a ver, incluido Ansel.

—No te preocupes por eso, yo te protegeré —dice con una sonrisa que pretendía ser encantadora.

George es un chico pelirrojo, alto y con unas pequeñas pecas en la nariz. Su sonrisa es muy blanca y sus dientes perfectos. Su cabello es muy largo, tanto así, que tenía que amarrárselo en un chongo. Sus playeras le apretaban de los brazos pues tenía unos músculos del tamaño de mi cabeza. En resumen, bastante varonil y hermoso para seducir a cualquiera. Su voz me da escalofríos, pero no en el buen sentido.

—Creo que sé protegerme sola, gracias —digo en tono bromista para aliviar un poco la tensión que se está creando en mi estómago.

—Vamos nena, te ves tan débil -comenta y me siento ofendida.

—Las apariencias engañan, "nene" —respondo y volteo a ver a Ansel. Está sonriendo con los puños apretados.

—¿Siempre eres así de grosera?

—Puede.

—Me harás enojar.

—¿En serio? No es a propósito —digo sin mirarlo y sin prestarle atención. Trato de ponerle atención al profesor que ha estado hablando durante todo este tiempo sobre hidrógeno y la tabla periódica.

—¿No quieres ser mi novia?

—¿Perdón?

—Es en serio. Dicen que no tienes novio.

—¿Has estado investigando? —pregunto ahora con un poco de miedo.

—Claro, nena. Te elegí como compañera de laboratorio porque eres la médium más poderosa de los alrededores —dice e inmediatamente me tenso. Lo escucho sonreír maliciosamente.

—N-no sé de qué me estás hablando.

—Ay, por favor, Olive. Te confieso que yo también lo soy -susurra más cerca de mí y me guiña el ojo. Me aparto rápidamente.

—¿Cómo lo supiste? —pregunto algo asustada. ¿Acaso soy así de accesible?

—Todos por la zona han estado sintiendo una presencia muy poderosa. Sólo tuve que investigar un poco más. Fue una suerte que me inscribieran a Sky High, así pude encontrarte más fácilmente.

Suena la campana y yo me voy de ahí lo más rápido que puedo. Ni siquiera espero a Ansel. No me da buena espina, siento que todo él está rodeado de un aura negativa.

—¡Olive! —escucho que grita Ansel y que empieza a correr detrás de mí. Me detengo cuando llego a un pasillo sin gente. Cuando llega a mí, me abraza.

—¿Ese idiota fue el culpable de que estés así? —pregunta él, enojado.

—Sabe que soy una médium ¿has escuchado?

—Sí, escuché todo. ¿Te da mala espina, cierto?

—Muchísima... No puedo soportar estar ni cinco minutos con él —digo y Ansel besa mi cabeza.

—Me quedare contigo todo el día, no te preocupes.

Cuando llego a casa, mis padres no están. Es raro, ellos siempre están aquí a esta hora. Subo a su habitación y encuentro todo perfectamente limpio, casi demasiado limpio. Reviso mi celular para revisar si tengo llamadas perdidas de ellos pero nada. Empiezo a desesperarme. Llamo a su trabajo y me informan que salieron a la hora habitual. Tampoco contestan el celular. Salgo de mi casa y voy al gimnasio donde trabaja Bryan. Lo veo junto a las caminadoras.

—Qué sorpresa Olive, te noto preocupada —dice Bryan en cuanto me ve.

—Mis papás no están, Bryan. No... Tengo un mal presentimiento.

—Lo más seguro es que no sea nada... No te preocupes —me tranquiliza con una sonrisa, pero yo desconfío. Él siempre me ha ayudado. ¿Ahora piensa que soy paranóica?

—Gracias.

Es lo último que digo antes de salir preocupada y enojada del gimnasio. Últimamente había estado muy raro. Casi no me hablaba y me ignoraba cuando me acercaba a él. Fue un gran error haber ido con él. Sheila es la mejor opción que tengo. Toco el timbre de la casa y Ezra abre la puerta.

—Hola —dice cuando me ve, con una sonrisa—. ¿Qué pasa?

—No encuentro a mis papás... He estado buscándolos y llamando pero nada. Fui con Bryan para pedirle ayuda pero ni siquiera me prestó atención. Sheila es mi única opción... —digo con un nudo en la garganta. Sus ojos azules están llenos de preocupación. Me abraza y no lloro. "Sheila se ha ido por un asunto urgente esta mañana. Me ha dicho que no regresará hasta mañana" logro escuchar en su mente—. Pero no te preocupes, te ayudaré. Vamos a su habitación.

Sé que esto es sólo el inicio de algo enorme.

Él no me quiere | Ansel ElgortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora