40

5.7K 326 97
                                    

He estado nerviosa por muchas cosas diferentes en mi vida. Lo he estado por incertidumbre, por inseguridad y por no saber qué hacer en ese preciso momento. Siempre ha sido por cosas distintas y en cada una de esas situaciones los nervios eran por una sola razón, pero ahora estoy tan nerviosa que me quiero morir.

Sentada en el restaurante elegido, tamborileo agitadamente los dedos sobre la mesa a la espera de que Rocío y Marta hagan acto de presencia, sin embargo, no toda mi inquietud se debe a ellas, sino que también hay un diminuto detalle que me hace querer arrancarme las uñas con los dientes.

—Vera, creo que ya es momento de que lo hablemos...

—Ahora no —interrumpo al preocupado Daniel.

—¿Y cuándo vamos a decidir qué hacer?

—Cuando sea menos ahora.

—Ya he intentado sacar el tema por lo menos cuatro veces y lo has evitado a toda costa —replica exasperado, hundiéndose a mi lado en la banca acolchada—. Esto es importante, joder, se trata de nuestro...

—¡He dicho que ahora no! —grito, sorprendiéndome tanto a mí como a él. Me arrepiento en el acto soltando un suspiro porque no era mi intención ser tan brusca, así que le tomo de la mano para que no se moleste—. Lo siento, es que necesito resolver las dificultades de una en una.

—Ya te dije que ellas no son un problema, te querrán igual que yo.

—Lo sé, pero no lo puedo evitar —alego, acariciando sus dedos de manera distraída—. En cuanto terminemos con esto y me sienta más tranquila, te prometo que hablaremos de lo de anoche, pero ahora no puedo.

Me atrae hacia él y deja un beso en mi cabeza, acción que me deja totalmente descolocada a pesar de que sé que es el hombre más tierno del mundo.

—Lo sé, nena, no te preocupes más. Podremos solucionarlo.

—Ninguna de las soluciones que tenemos es buena... —comento en voz baja, empezando a mover la pierna de arriba abajo con nerviosismo.

Mi día ha empezado terriblemente mal. Para empezar, hoy ha sido mi primer día de prácticas en el veterinario y me he sentido inútil todo el tiempo a pesar de saber cómo se hace todo; la teoría la tengo, pero la práctica... Después de seis horas de trabajo me entero de que hoy es el día elegido para conocer a la madre y a la hermana de mi novio y a todo esto súmale que anoche se nos rompió el condón.

No quise pensar porque mi mente no daba para más, solamente pude llorar desconsolada entre los brazos de Daniel a la espera de que fuera un sueño del que me iba a despertar.

No sé si quiero ser madre aún, pero tampoco estoy dispuesta a tomarme esa pastilla otra vez... al menos sin pensarlo detenidamente.

Después de conocer a Daniel, de camino a casa, paré en aquella farmacia porque así la situación lo requería. No había sido culpa mía y hubiera sido demasiado tarde si esperaba un mes para averiguar si estaba embarazada o no, por eso decidí de inmediato que esa pastilla era la única y adecuada solución, pero ahora... Ahora estoy tan confundida y contrariada que no sé ni en qué pensar.

—Ya están aquí —anuncia Daniel, levantándose del asiento y tomando mi mano.

En cuanto giro la cabeza estando ya en pie, el estómago se me comprime tanto que parece que estuviera envasado al vacío. Mis manos son un manojo de nervios que tiemblan casi tanto como mis piernas y lo único que puedo hacer es detallar sus rasgos mientras se acercan.

Rocío, quien va la primera, viste con una elegante falda de tubo azul oscuro y una chaqueta a juego del mismo color sobre una camisa blanca. Su cuello está adornado por un collar de perlas blancas al igual que las perlas que cuelgan de sus orejas, dándome la sensación de que es tan elegante como Daniel me comentó. Su melena oscura cae hasta la mitad de su cuello bien peinada y sus ojos azul claro parecen brillar a causa de la alegría.

Entre Tus BrazosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora