—No puedes hacerme esto, ya ni te conozco.

—Ja, ya lo estoy haciendo. Hoy en la noche te dejaré en tu casa y nos veremos con nuestros amigos mañana en la universidad.

—¿Qué me asegura que aunque no te delate no subirás esas fotos o videos? —Yibo se le quedó viendo, luego sonrió y se levantó.

—Hagamos un trato.

—¿Qué tienes en mente? Y apresúrate que ahora si tengo hambre y las muñecas me duelen.

—Cada viernes en la noche vendrás a mi casa y pasaremos un buen rato, el domingo en la noche te dejo en tú casa y haremos como que nada sucede hasta el próximo viernes.

—Eres un tarado, ¿crees que voy a aceptar esa condición?

—Si quieres mantener tu reputación, herencia y seguir siendo bien visto por tu padre, sí —dijo Yibo cruzando sus brazos y haciendo un puchero inocente.

Zhan seguía mirándolo, de las dos formas iba a perder, pero un era mucho mejor que la otra y a menos que se descuide, nadie se enteraría.

—Acepto.

Yibo hizo una risa nasal y se acercó a Zhan con una llave quién sabe dónde la tenía y de dónde la había sacado. Lo liberó de las esposas, quien las sobó tratando de bajar el dolor. Tomó el recipiente con las fresas y empezó a comerlas, Yibo ya había salido del cuarto. Cuando terminó de comer se acercó al closet y sacó una camiseta negra de manga corta, un jean azul y se puso las primeras zapatillas que encontro: unas de color negro. Se vistió y con el recipiente en las manos salió del cuarto. Bajó las escaleras y los recuerdos de la noche anterior volvieron a su mente, prefería no haberlos recordado. Ya abajo fue a la cocina para dejar ahí el recipiente y se encontró con Yibo, apoyado en la isla de la cocina, aún desnudo.

—Ponte ropa, por favor.

—Estoy en la comodidad de mi casa, tengo derecho a estar cómo quiera.

—Olvidas que estoy aquí.

—Pensé que te gustaba mi anatomía —se alejó de la isla y caminó hacia Zhan rodeó su cintura con sus brazos y se pegó a él.

—No y jamás pasará —dejó el recipiente en la isla de la cocina y se alejó de Yibo.

Al parecer Yibo tomó en cuenta lo de ponerse ropa, ya que subió a su cuarto y minutos después bajó con la misma ropa que usó ayer. Se había sentado en el sofá de la sala frente al televisor y lo prendió, Zhan con un poco de duda se sentó a su lado. Sabía que si intentaba irse en ese momento Yibo iba a hacer otra vez las cosas, que para él eran horribles, que le hizo la noche anterior. Se dio cuenta de que el pantalón que usaba Yibo era el mismo que manchó con su semen.

—Cámbiate.

—¿De qué?

—De pantalón.

—¿Por qué?

—Está sucio.

—Ahhh... Así que era eso. Sabía delicioso, comes mucha piña.

—Cierra la puta boca, Wang.

—Vaya, solo me llamas por mi apellido cuando estás molesto o disgustado.

—Porque así estoy ¿de dónde aprendiste o quién te enseñó esas cosas?

—Aprendí yo solo. Cuando tenía dieciséis me mostraron lo que era y me interesó, compré muchas cosas y acomodé el cuarto yo solo. Moría por estrenar todo lo que tenía y que mejor forma de hacerlo contigo. Es una ventaja vivir cerca tuyo ahora.

—¿Qué?

—Fíjate por la ventana, estamos en la misma calle —Zhan se paró rápidamente y fue a ver. Efectivamente era la misma calle que su casa.

—¿Y tú cómo supiste dónde quedaba mi casa? O si quiera la calle para que compraras una casa cerca.

—Me ayudaron.

—¿Quién?

—Mi hermano.

—¿Hai-kuan?

—¿Tengo otro hermano? Quería darte una sorpresa y me ayudó buscando una casa cerca a la tuya, me la compró como un regalo. Ya estaba amueblada, así que solo tuve que venir y acomodarme.

—Esta calle tiene casas de muy alto precio, solo gente acomodada o quienes ahorraron en gran parte de su vida pueden comprarlas. ¿Hubo algún problema?

—No para el jefe de una de las empresa constructoras más grandes e importantes de Estados Unidos, menos para su hermano menor. Soy su mayor tesoro, me consiente en lo que quiero y cuando quiero.

—Hai-kuan no es así, aunque tal vez no lo conocía tanto.

Así se pasaron la tarde, hablando de cosas triviales y sin sentido,  hasta que se dieron cuenta de que ya se había hecho de noche. No tenían hambre por lo que no comieron, se pararon y Yibo abrió la puerta para así emprender su caminata juntos hasta la casa de Zhan. Cuando llegaron, Yibo sonrió y le dio las llaves, Zhan solo frunció el ceño y y las tomó. Introdujo la llave en el cerrojo, la giró y se desbloqueo, pero antes de entrar soltó una risa nasal.

—¿Qué es tan gracioso?

—No puedo creer que me pasé toda la tarde con un psicópata sádico y conversé con él.

—Supongo que porque éramos amigos, ¿no?

—Exacto, éramos.

Abrió la puerta, pero antes de entrar escuchó un carraspeo.

—Recuerda nuestro trato, aquí el que más se perjudica eres tú, bebé.

Zhan solo lo escuchó y supo que ya no tenía salida, asintió sin verlo y entró cerrando la puerta detrás suyo.

Tentando al pecado [Yizhan +18] [EDITANDO]Where stories live. Discover now