Nuevo dueño

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—Esto es un pedazo de papel pegado a tu cola fea, y es la letra de Jimin. No soy tan idiota, ¿sí?

Jungkook se dio vuelta de nuevo y miró el pedazo de papel que, efectivamente, Jimin se había encargado de pegar con cinta pretendiendo ser una etiqueta. Le causaba un poco de comezón, pero no se la había quitado por seguir sus indicaciones.

Taehyung tomó la cola del menor y despegó el pedazo de papel, provocando un quejido por parte del chico por el pequeño dolor que tuvo ante su acto. Sintió la mirada del peliazul sobre él, y entendió que había arruinado el plan. 

—Eh... Pero aún puedo ser malo, si es lo que quieres. —agregó inseguro encogiéndose de hombros. Intentó sonreír pero ahora tenía un poco de desconfianza en sí mismo.

Había arruinado el plan que Jimin le dijo que funcionaría para que Taehyung estuviese feliz de recibirlo, y ahora seguramente ya no lo querría adoptar.

Si su presencia no resultaba ser lo que el teñido esperaba, se quedaría sin un dueño de nuevo, y no había nada que quisiera más que volver a estar con alguien para ser un gatito consentido como todos sus amigos, que disfrutaban de vidas en familia, con dueños atentos y cariñosos. Seokjin era atento y cariñoso, pero ya no estaba con él, y a él no le gusta estar solo.

No sabía porqué Namjoon y Jimin le dijeron que fingiera ser un demonio para Taehyung, pero quería hacerlo para que lo aceptara y lo adoptara; ya no quería vivir solo, pensando en Seokjin y en que no lo vería hasta dentro de mucho tiempo.

—¿Estás hablando en serio? —preguntó el mayor con voz fría.

Jungkook lo miró; le erizó la piel al ver la manera tan seria con la que lo observaba, sentía la tensión, y sus orejas se bajaron sintiéndose triste. Entonces ya lo había echado todo a perder. ¿Qué seguía por hacer? No sabía qué contestar, así que simplemente movió su cola lentamente y bajó la mirada para evitar a Taehyung. No le gustaba el ambiente y el aura de molestia que percibía.

—Ugh... —soltó un suspiro pesado el peliazul y talló su rostro, siendo sus movimientos lo único que se escuchaba en el cuarto. Tomó su celular del buró y miró la hora, pronto serían las diez de la noche, aún estaba cansado y ahora tenía un chico gato frente a él— ¿Sabes...? Ya, olvidalo...

Jungkook alzó sus orejas atento y ansioso. El mayor destendió sus sábanas y se movió hasta el extremo contrario de su cama, de donde estaba frente al otro. El chico gato siguió cada movimiento con sus ojos curiosos.

—Mañana hablaremos con Jimin... —agregó, mirando las sábanas que había destendido a su alrededor. Rascó su cuello pensando en qué decir.

No era muy bueno o sutil con las palabras, solía decir las cosas claras, o mejor guardarlas y no decirlas. Y su trato con la gente no era el mejor de todos, además de que no sabía si los híbridos necesitaban de alguna clase de trato especial. Había escuchado una vez, por boca de una amiga, que eran sensibles a los cambios y más perceptibles para cualquier situación, y eso no le daba mucho para entender. Pero eso no significaba que le gustara hacer sentir mal o incomodar a la gente, en especial cuando tiene unas orejas que puede mover lindamente y una cola que se menea para hacerlo ver tierno.

—Ahora puedes... —la cola del menor había empezado a balancearse con impaciencia, y sus ojos estaban atentos a él. Hizo una mueca al ver la expresión del chico, lo miraba como si pudiera darle algo especial que solo él tenía. Se sintió estúpido— Puedes dormir y ya... —finalizó, dejándose caer en su lugar en la cama, dándole la espalda al chico gato que había sonreído feliz de sus palabras.

— ¡¿De verdad?! —miró a Taehyung recostado, sin indicios de querer hablarle más.

—Sí, sí... Anda, acuéstate antes de que me arrepienta y te eche a la calle. —gruñó.

Jungkook salió corriendo por la puerta, feliz, a buscar en su maleta una cobija color rosa que había decidido llevarse con él, era de Seokjin y le gustaba tener un recuerdo de él. Regresó a la habitación con la misma felicidad de que Taehyung no lo haya echado de su departamento y de que no hubiera llamado a Jimin para que se lo llevara. Apagó la luz y se recostó cómodamente en la cama al lado del peliazul que le había cedido.

—Muchas gracias, Taehyung. Buenas noches.

—Ajá, sí, cállate.

Esa noche Jungkook durmió sonriendo, feliz de tener un nuevo dueño. 












GATO MALO. ➸taekookWhere stories live. Discover now