CAPÍTULO 1

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Kanín

Despierto con ese sabor amargo de la resaca, la claridad me recibe siempre como todos los días, solo que esta hace que me arda la vista, estiro mi cuerpo mientras bostezo y me froto los ojos . Trato de levantarme de la cama pero dos cosas me lo impiden. Uno es el pálpito estremecedor de mi cabeza, y dos la mano aferrada a mi cintura.

Mi vida universitaria se resumía en estudios, fiestas, diversión alocada y ligues de una noche.

Aquí en mi cama se encontraba una chica la cual no tenía ni idea de cómo se llamaba, ni me importaba. Solo existía mi mero intelecto de una sola noche de sexo y ya. Yo no me andaba con eso de tener una relación melosa y romántica— de hecho se me revuelve el estómago de pensar que alguien me llame amor, mi vida, mi cielo. Ugh.

Me levanto quitando su mano de mi cuerpo giró levemente mi cabeza para posar mis ojos al voluptuoso cuerpo que yace en mi cama, está tapada de pies a cabeza con la sabana

—La fiesta terminó muñequita—la agarro por una de sus piernas—,recoge tus cosas y adiós.

Se mueve en la cama pero no se levanta. Espero pacientemente mientras me visto.

Suspiro y pongo una mano en mi cara.

—Oye la regla es irse cuando salga el sol o cuando se termine la "fiesta"—y no me refiero a la rumba de ayer—se los dejo claro a todas.

—¿Qué pasa?—frota su cara con una de sus manos mientras se sienta—deja que me quede un rato más—suplicó.

—Eso sí que no. Vístete rápido...

¿Cuál era su nombre?

¡rayos!

Debiste prestar atencióóóóón.

Cállate

—Te llevaré a la residencia.

—¿No podemos echar un polvo de los buenos días?—sonríe con malicia y acaricia el lado de la cama vacío.

—Lo siento, odio el sexo mañanero —Arrugue mi ceño.

Mentí, ese era mi motor de cada día, pero ahora mi cabeza me iba a estallar. Además nunca repetía la comida, je.

Su cara pasó de atrevida a decepción

—Como sea—masculló ofendida.

Se levantó y la vi pasearse desnuda por toda mi habitación recogiendo su ropa interior, su vestido y sus tacones para luego encerrarse en el baño.

Después de lo que pareció la gran eternidad del mundo, por fin se fue—no antes de escribir su número en mi antebrazo y decirme que la llamara pronto—suspiré, aliviado.

Resoplo y salí de mi habitación con unos lentes de sol puestos en mis ojos. Baje las escaleras para lanzarme en uno de los sofás de la sala.

Mis compañeros de fraternidad se encontraban limpiando todo el desastre de anoche. Cameron recogía los vasos plásticos. Daniel trapeaba el suelo donde su gemelo Dylan vomitó—él no se encuentra por ningún lado, por lo que supongo que debe de estar durmiendo—. Adrien recolectaba las bolsas de basuras que Cameron dejaba mientras que Will desinfectaba todo a su alrededor.

—Buenos días solecito, ¿quieres el desayuno en la cama o lo prefieres en el jardín?—Cameron me dedicó una mirada fugaz que no parecía nada amable mientras echaba la basura en otra bolsa. Continuó con su fingida voz aguda—: porque hoy me siento como la ama de casa.

—Deja de molestar—gruñí masajeando mi ojos mientras lo miraba con el ceño fruncido—. Y te recuerdo que la idea de hacer una fiesta un lunes por la noche fue tuya, solecito —imité su ridícula voz

Si los deseos fueran estrellasWhere stories live. Discover now