Sin importar los riesgos que implicaba bajar a la tierra para ofrecerle compañía y que sus sentimientos crezcan en contra de todo.
Era algo que valía la pena pasar.
Y mientras pueda escuchar su voz junto a la lira, no había de que preocuparse.
♡ #6...
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—Tienes que hacerlo, yo te cubro.
JiSoo intentaba animar a la ángel, sin embargo, en su pecho corrían sentimientos que nunca pensó que tendría.
Miedo, amor, emoción, adrenalina era unas de las varias cosas que corrían por todo el cuerpo de Roseanne.
Mañana sería el día.
Por fin lo sería.
Pero no quería ver a Jennie por última vez durante un tiempo.
Quería quedarse a su lado y no tener que pasar por todo esto.
Pero era lo que tenía que hacer para no sufrir después.
Para no sufrir más.
La pelirroja se sentó al lado de Roseanne, abrazándola y consolándola.
— ¿Sabes que deberías hacer? — La rubia negó, manteniendo su puchero. —Darle a Jennie el mejor día de su vida.
Aquello hizo que la ángel se enderezara y viera con confusión a la mayor.
— ¿Cómo lo haré?
—No tienes que hacer mucho, pero no pierdas el tiempo, aprovecha este día para pasarla junto a ella, porque será difícil que vuelvas a bajar... — La chica de cabellos dorados se quedó en silencio, esperando que especifique más su respuesta y JiSoo estaba algo irritada y conmovida, porque los ojos de Roseanne eran propios de una niña caprichosa y a su vez, inocentes. No estaba lejos de eso la verdad. —Mira, yo no puedo bajar, también tengo a una chica con la que estar, pero tú solo haz lo que mejor sabes hacer.
— ¿Qué se hacer bien?
—Cantar.
Para terminar, la mayor se paró, dejando un beso en la cabeza de la rubia, despidiéndose para ir de vuelta con SeulGi.
Roseanne quedó igual.
Sabía que Jennie era feliz con lo que sea si se trataba de ella, pero quería hacer las cosas el triple de mejor.
Quería algo que llenara de sonrisas a la castaña y que la mantuviese durante días.
¿Por qué tenía que complicarse tanto?
Se paró decidida y bajó a la tierra.
Estuvo durante minutos volando en el mismo lugar, pensando que podía llevarle a la castaña.
No quería darle flores, porque ella ya se las ha dado antes, no quería darle un libro porque ella vive de eso y capaz ya lo haya leído, ¿Que podía hacer?
Cómo un rayo de suerte, vio a la tierna familia caminar a través del parque, a lo mejor le daba una idea de que hacer.
Cuando ya había aterrizado, ambos estaban sentados en el mismo lugar que estuvieron cuando los vio por primera vez y fue inevitable recordar ese día.
