Capitulo 26: La miseria

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Capítulo 26: La miseria

Mariza se tocó el rostro donde la pesada pluma de plata se estrelló cuando Nicol se la lanzó a la cara.

—Vete a la mierda— le escupió y se fue de la habitación sin firmar el documento.

...

Azael miró a su padre sorprendido, este le devolvió la misma expresión. Derek Walk no esperaba que fuese tan fácil. Azael, su hijo de acero, nunca pensó que sería tan manipulable, tan fácil de llegar a él, una amenaza hacia una pequeña e inútil niña y él ya estaba a sus pies.

En cierta forma fue decepcionante, pero Derek Walk ya tenía los papeles en la mano, Azael oficialmente ya estaba en matrimonio legal con esa chiquilla ahora solo tenía que asegurarse de que ella hubiese firmado y al fin recuperaría lo que perdió por su confianza y estupidez.

—Muy bien hijo— dijo el patriarca sonriendo— puedes retirarte.

No pasó para Derek inadvertida la mirada de odio que Azael le dirigió al salir, Azael solo lo miró de esa manera el día en que su madre murió, después de eso fue como si una enorme fortaleza sólida se hubiese levantado frente a él para que nadie pudiera leerlo.

Hasta ahora.

...

Azael sintió como si todo el cuerpo se le hubiese dormido, apenas era consciente del contacto de sus pies con el suelo, era como flotar directo a su muerte.

Todo esto no podía estar sucediendo, ahora que finalmente había encontrado un motivo para ser feliz, una razón para creer que vivir tenía un sentido más allá de escalar una pirámide de poder y ahora se daba cuenta que durante todo este tiempo no había salido de ese ciclo.

Seguía jugando los juegos de poder que le impusieron desde el día que nació. Y cada persona que lo rodeaba era parte de ese juego.

Incluso de quien menos sospechó.

Era como si no tuviera derecho a ser feliz.

Sentenciado para siempre a ser parte de un juego de ajedrez, un juego que su padre dirigía. Un juego que nunca ganaría. No si seguía jugando bajo sus reglas.

Se llevó una mano al pecho una vez que se vio solo en el interior de su auto. La miseria se instaló en su pecho como una roca filosa, grande y pesada.

Quiso gritar, quiso maldecir y hacer daño pero lo único que pudo hacer fue mirar por el cristal de la ventana.

Un rostro pequeño, a veces sonrojado, a veces sonriente, a veces de mal humor, a veces concentrada en alguna cosa que hubiese atrapado su mente le llenó la mente y la miseria, la decepción dentro de él sólo creció.

Así que arrancó el auto, pero no fue en dirección a su casa, o a la de Nicol.

Fue en dirección al hospital.

...

Nicol intentó de nuevo pero Azael no le respondió el teléfono.

Ya había perdido la cuenta de cuántas llamadas había hecho, pero no pudo parar, presionó el botón de llamar una y otra vez rogando por que Azael tomara su llamada esta vez, pero no lo hizo.

No se dio cuenta hacia donde estaba caminando hasta que se encontró a sí misma frente a un parque en muy malas condiciones pero afortunadamente solo, se sentó en una de las bancas pintadas de grafiti.

No supo en qué momento se hizo tan noche, y sin duda si pudiera pensar en algo más en ese momento había considerado que no era la mejor idea estar sola a esas horas, pero tal vez no le habría importado mucho de todas formas sin embargo había una nueva adrenalina en su interior. Una adrenalina que desconocía.

Una esposa para el CEO | Disponible en físicoWhere stories live. Discover now