Capítulo 7: Padre e hija

4.2K 398 78
                                    

Capítulo 7: Padre e hija

Po aprovechó un pequeño descanso entre entrenamiento y entrenamiento para ir a hablar con el Maestro Shifu. Lo buscó en todos los lugares posibles del palacio, pero no dio con él. Se preguntaba si habría bajado al pueblo, pero era muy poco probable. Tampoco estaba en el árbol sagrado. Pensó dónde podría encontrarlo. A esa hora debía estar meditando.

¡Eso es!

Se apresuró hacia las semicuevas que se hallaban cerca del palacio Jade, donde Shifu le había hablado por primera vez de la paz interior y le mostró lo poderosa que ésta podía llegar a ser. Seguramente su maestro estaría allí, reforzando sus propias enseñanzas.

Shifu lo oyó llegar de lejos. Ese panda era muy ruidoso. Estaba claro que el silencio no era una de sus virtudes. Se le oía asfixiado de correr y su manera de andar provocaba tal estruendo que podría sentirlo a kilómetros de distancia.

-¡Maestro Shifu! -lo llamó, casi sin respiración de la carrera que acababa hacer.

Shifu se lamentó.

-Po, interrumpes mi meditación -habló con tranquilidad.

-Lo siento, pero es que necesito hablar con usted. Iba a venir en la hora de la comida, pero después de tanto ejercicio, mi barriga pedía alimento -rió.

Shifu escuchaba, esperando a que se dejara de rodeos y fuera al grano. Estaba perdiendo mucho tiempo de meditación y la concentración se le estaba yendo al garete.

-Quería hablar con usted de Tigresa.

-¿Tigresa? -Shifu puso más atención en la conversación. ¿Acaso le había pasado algo a su hija?

-Sí. Últimamente está un poco...diferente. ¿No lo ha notado?

Shifu bajó de la roca en la que se encontraba de pie y caminó hacia él cojeando. La verdad es que nunca había tenido un trato realmente cercano con Tigresa. En un principio no supo hacerle frente a la situación de tener una nueva hija. La pequeña le recordaba demasiado a Tai Lung, no sólo porque fuera ambos fueran felinos, sino también por sus prácticamente idénticos avances en el Kung fu. Se sentía triste y decepcionado. Sus pasadas heridas aún estaban abiertas y para cuando quiso remediarlo, los años habían pasado y Tigresa era mucho más fría y cerrada de lo que lo había sido cuando era pequeña.

-Po, como habrás podido comprobar, no paso demasiado tiempo con vosotros. La meditación y el entrenamiento me quita gran parte del tiempo. Por ello, no podría decir si alguno de vosotros está de una manera u otra.

-Sí, lo suponía.

Claro que lo suponía. Tigresa ya le había contado que para Shifu ella era sólo una alumna más y que seguramente nunca la había visto como a una hija. Parecía que Shifu no era capaz de quererla como había querido a Tai Lung, y por ello, no estaba pendiente de ella.

-Bueno, pues se lo digo yo. Está muy rara. Es seguro que le pasa algo, pero por más que intento hablar con ella, no quiere decirme lo que le pasa. Y encima ahora que está Shan aquí...pues está peor.

-¿Ha vuelto a haber problemas con Shan? ¿No os habréis vuelto a pelear? -preguntó Shifu, recordando la advertencia que les había hecho a ambos.

-No, no ha habido peleas, pero ese tigre no para de atosigar a su hija, y ella está a punto de explotar. Si fuera sólo eso, lo entendería, pero está triste o de mal humor constantemente.

-Po, el entrenamiento al que estáis sometidos diariamente es muy duro. Cada semana intento subir el nivel para que seáis verdaderos maestros del Kung Fu. Tigresa tiene mucho temperamento, y eso combinado con el esfuerzo al que se somete debe ser lo que la tenga de esa forma. Y más si me dices lo de Shan...Como sea, son asuntos personales en los que yo no debo inmiscuirme. -Se dio la vuelta para volver a la roca.

La Ley de la naturalezaWhere stories live. Discover now