Capítulo 13: Despertar

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Capítulo 13: Despertar

Tigresa se encontraba tumbada en su cama. Unos vendajes cubrían su torso. Llevaba tres días dormida, y no parecía que fuera a despertar. Sus amigos y Po la rodeaban sentados en el suelo, esperando vanamente a que abriera los ojos. En la habitación reinaba un absoluto silencio. Habían acordado que no entrenarían hasta que Tigresa diera señales de vida. Preferían quedarse a cuidar de ella. No podrían concentrarse sabiendo que su amiga podría morir en cualquier momento.

Víbora miró a Po. El panda no apartaba la mirada de ella y en todo momento sujetaba su mano, acariciándola, dándole mentalmente ánimos para que se recuperara. La serpiente recordó cómo los habían encontrado. El Maestro Shifu había preguntado en varias ocasiones por Po y por Tigresa al ver que ninguno aparecía. Mono, Grulla, Mantis y ella decidieron recorrer el Palacio en su busca. Fue Mono el que corrió, alterado, hacia ellos con una nota en la mano. Al parecer, había asomado la cabeza por el cuarto de Po y la había encontrado en el suelo. Al comprender lo que estaba pasando, se dirigieron al bosque de inmediato. Aún podía oír los gritos en su cabeza.

-¡Tigresa! ¡Tigresa! -gritaba Po cuando ellos llegaron al lugar donde todo había sucedido.

Los cuatro Furiosos no podían creer lo que veían. El panda intentaba inútilmente librarse de unas cadenas que lo unían al tronco de un árbol. Por su brazo manaba la sangre y por sus ojos, las lágrimas. A sus pies, Tigresa yacía tirada en un charco de sangre, y delante de ellos se hallaba un estático y horrorizado Shan. Sus garras estaban teñidas de rojo.

En un primer momento no pudieron ver las heridas de Tigresa, pero cuando sus amigos se acercaron a ella y la pusieron boca arriba pudieron comprender la gravedad de la situación, y supieron que si querían salvarla, tenían que actuar rápido.

Víbora reptó hasta Po, liberándolo de las cadenas con su cola. El oso, tan rápido como cayó al suelo, se acercó a Tigresa y la tomó entre sus brazos, pero por más que la llamó, la felina no respondió.

Mono, Mantis y Grulla se lanzaron contra Shan, agarrándolo por ambos brazos. El tigre debía responder por lo que había hecho. Y aunque pensaron que haría lo contrario, Shan no opuso mucha resistencia. Aún estaba en shock por la situación.

Víbora ayudó a Po a levantarse, mientras éste llevaba en brazos a Tigresa. A pesar de sus heridas, el panda corrió más que ninguno de los otros cuatro Furiosos. Necesitaba un médico inmediatamente.

Cuando llegaron al Palacio de Jade, Shifu los recibió confundido al ver que traían a Shan de vuelta, pero la expresión de su rostro cambió en cuanto vio cómo llegaban Po y Tigresa.

-¡Tigresa! -dijo, corriendo desesperado hacia ellos -. ¿Qué le ha pasado a mi hija?

-No hay tiempo para explicaciones. Necesita que la atienda un médico -respondió Po.

-¡Llévala adentro, rápido! ¡El médico del Palacio se encargará de ella!

Po corrió hacia la puerta, prometiéndole a Tigresa en susurros que todo estaría bien, aunque sabía que ella no podía oírle. Necesitaba tener una esperanza, aunque esa esperanza se la diera él mismo con esas palabras. Tigresa se iba a recuperar. Ella era fuerte. Mucho más fuerte que él.

-¡Ha sido él, Maestro! -acusó Mono a Shan.

Grulla, Víbora, Mantis y él lo arrastraron hasta donde estaba Shifu e hicieron que cayera de rodillas ante él. La serpiente, tan pronto lo soltó, se dirigió con presteza al interior del Palacio para acompañar a Po y a Tigresa.

-Le mandó una nota a Po para reunirse con él en el bosque, diciendo que tenía a Tigresa. Cuando llegamos encontramos a Po encadenado, a Tigresa tirada en el suelo y a este asesino con las menos llenas de su sangre -explicó Grulla.

La Ley de la naturalezaWhere stories live. Discover now