Capítulo 12: La trampa

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Capítulo 12: La trampa

Reunidos en la habitación de Mantis, los Cinco Furiosos y el Guerrero del Dragón hablaban sobre lo acontecido hacia unos minutos. Víbora terminaba de vendar el brazo de Po con cuidado. La herida no era tan profunda como había parecido a simple vista, pero había sangrado bastante tiempo y Po se sentía atontado. Sus compañeros achacaban su fatiga a la razón por la que no había abierto la boca desde que habían llegado a la habitación.

-¿Qué demonios se le habrá pasado por la cabeza a Shan para atacar así a Po? -se preguntó Víbora.

-A saber...Ese tigre está mal de la cabeza. Menos mal que ya se ha ido -dijo Mono.

Po jugó con sus manos. Sabía qué era lo que había provocado que el tigre lo atacara de esa forma tan brutal. Le había dicho una cosa, algo que Shan no quería oír, a pesar de que en el interior ya sabía la verdad. No hay peor ciego que el que no quiere ver, pensaba Po. Pero ya no importa. Ahora todo volverá a la normalidad. Ese tigre nunca debió haber llegado.

Tigresa tampoco hablaba. Se encontraba sentada al otro lado de la habitación, apoyada contra la pared. Ni siquiera estaba escuchando la conversación de los demás. Estaba mortalmente seria, perdida en sus pensamientos. No recordaba la última vez que había perdido el control de esa forma. Se había lanzado contra Shan con los instintos asesinos a flor de piel. No había pensado en nada más, sólo en que quería clavarle las uñas, desgarrarle la piel y morderle hasta que sangrara. Nunca había sentido ese odio hacia nadie, ni siquiera hacia Shen. No era el estilo de una furiosa. Se sentía avergonzada por su comportamiento. Una verdadera guerrera habría luchado de otra forma.

Recordó lo que sintió en el momento en el que había visto a Po herido. La sangre le había hervido y sintió por su cuerpo una sensación horrible. Deseaba venganza. No quería que nadie le tocara. No iba a permitir que le hicieran daño. Y eso la había llevado a saltar sobre el tigre.

-¿Os imagináis el sermón que se llevará Shan cuando vuelva con su maestro y le diga que Shifu le ha echado? -rió Mantis.

Víbora le reprochó con la mirada y un leve siseo. Mantis se encogió.

-Mantis, no es el momento.

-Perdona, sólo quería relajar el ambiente. Estáis todos tan serios...

-Como para no estarlo. ¿Te imaginas lo que habría podido pasar si Tigresa y Víbora no llegan a tiempo? -dijo Grulla, poniéndose en lo peor.

-Vamos, Po se habría defendido solo. Está más que capacitado para eso.

-Puede ser -habló Víbora, haciendo una pausa -. Pero nunca había visto esa expresión en la cara de Shan. Daba miedo. Era como si fuera capaz de cualquier cosa...

Tigresa y Po levantaron la mirada al mismo tiempo y sus ojos se cruzaron. Ambos habían pensado lo mismo. ¿Hasta dónde habría sido capaz de llegar el tigre? ¿Acaso habría intentado acabar con Po?

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Los dos días siguientes, la secreta pareja estuvo alerta y algo reticentes con respecto al otro. No sabían qué esperar ahora que su mayor problema dentro del Palacio se había marchado. A los dos se les antojaba raro que les fuera a dejar en paz así como así. Pero los entrenamientos continuaban, cada vez con más nivel, y Shan no daba señales de vida, por lo que nuestros amigos empezaron a confiarse.

Po entrenaba solo en el jardín. Habían pasado un par de días desde que Shan había abandonado el Palacio. El incidente ya casi había quedado en el olvido, pero la herida aún permanecía en el brazo de Po, y eso impedía que pudiera entrenar al ritmo de los demás. Cuando hacía un movimiento brusco, sentía un intenso dolor que le obligaba a parar.

La Ley de la naturalezaWhere stories live. Discover now