06. Tekami.

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La primera vez que la imagen de Ryan Seaman se encontró reflejada en los azulados orbes de Dallon Ross, supo que nunca antes el astro Rey había brillado con tal intensidad ante el.


I.


Domingo.

Un par de orbes castaños revolotean a través de la habitación, analizando el papel tapiz y la formas en el habitaban, inspeccionando las fotografías que descansaban en las paredes donde un hombre regordete y de largas barbas se encontraba junto a algunas celebridades. Su pierna se mueve casi como autoreflejo, en señal de nerviosismo, mientras espera impaciente que el mismo hombre de las fotografías emitía palabra alguna. Lleva 43 minutos y 16 segundos exactos en la espaciosa oficina, y lo sabía porque el reloj en la pared a su lado derecho lo indica.
Espera en silencio, aún cuando quiere quejarse por la forma en que cuero cabelludo pica tras varias decoloraciones, y su nueva ropa es tan ajustada que apenas le permite respirar.

"Bien, Erick." Una voz extrae a Ryan de sus pensamientos, quien fija de inmediato sus orbes en el hombre frente a él, detrás del escritorio. "Dada tu experiencia en el ramo de la hostelería, me inclino a pensar que eres el postulante más preparado para tomar este puesto." El regordete hombre de rasgados orbes y profundo acento japonés dice en en perfecto Inglés, junto a una amplia sonrisa asomándose en sus labios. Ryan imita el gesto con cordialidad, y asiente satisfecho, aunque se encuentra preocupado ya que el currículum que sostiene el hombre entre sus manos ha sido elevado por Jonathan Walker, mismo que se dio un par de libertades creativas, entre ellas, un falso pasado laboral. "Por lo que me complace decirte que tienes el puesto de mesero."

"Oh, ¡muchísimas gracias!" Su voz es alegre en demasía, un falso entusiasmo. "Prometo no decepcionarle."

"Sé que no lo harás, Erick." Ryan duda, puesto que el hombre asiático en serio parece depositar toda su confianza en él. Cuestiona sus dotes, puesto que ha logrado engañar a alguien por completo, más no sabe cuanta suerte podrá tener en el futuro. Siempre ha dudado de si mismo, y en este momento, no es la excepción. "Comienzas mañana." Sin embargo, desea centrarse en su papel, y no arruinar su única, y posiblemente última, oportunidad.

"Aqui estaré." Se pone rápidamente de pie empujando ligeramente la silla de madera donde se había encontrado sentado durante los últimos 46 minutos con 58 segundos. "Gracias, señor Watanabe." Extiende su mano, esperando que el su ahora jefe le diera un apretón de manos, más el hombre aspiración parece dudar durante un segundo, mismo donde su rostro aparece un enigma. Ryan está a punto de bajar su mano cuando se da cuenta de que quizás el hombre no se encuentra cómodo con el contacto humano, algo de lo que ciertamente se dio cuenta cuando entró en la oficina por la forma en que la parecía siempre querer mantener una distancia prudente entre ambos. Sin embargo, le sorprendió que a último momento el regordete hombre pareció cambiar de parecer por lo que en un rápido movimiento levantado sus manos para estrechar la mano de Ryan.

"Gracias a ti, Erick." Agradece gentilmente el hombre mientras sostiene entre sus ambas manos la de Ryan con emoción, por lo que joven regresa el gesto y se dispone a a salir de la oficina. Sus piernas dan largos pasos hasta la puerta, una vez ahí empuja la puerta de robusta madera solo para encontrarse con el caótico ambiente del gran restaurante de comida japonesa.
Sus orbes se abren abruptamente dada la cantidad de comensales y meseros que en encuentran en el vaivén que parece no tener final, el aroma de los diferentes platillos inundan sus fosas nasales deleitandose con la variedad de sabores que deambulan por el aire. Avanza a través de las mesas con la intensión de salir del lugar, mientras observa el lugar donde comenzará a trabajar a partir del día de mañana. Luce como la clase de restaurantes a los que jamás podría aspirar a ir, ya que por lo que le contó Jon, cada platillo cuesta el salario que recibirá en este trabajo.
Se deleita con la arquitectura, los altos muros y pilares que sostienen la infraestructura; la fuente que se sitúa al fondo en el extremo contrario a la cocina, el agua cae provocando un leve sonido que es ciertamente relajante; y las esculturas esparcidas aleatoriamente, en diversas formas y tamaños. También parece perderse en los pequeños detalles que le dan elegancia al lugar, como los finos manteles, los cubiertos y centros de mesa.

R E V E N G A. Vol. IМесто, где живут истории. Откройте их для себя