Estaba cambiando la música. Ya era tiempo de bailar con Ginny.
Puse a mi queridísimo gallo de oro. Exacto, a Valentín Elizalde.
Cuando lo escucharon todos se giraron para verme y yo dí un grito. Claro de felicidad.
Valentin en Hogwarts está a otro nivel.
Me acerqué a Theo quien tenía una expresión de confusión. Lo tomé de la mano y empecé a moverlo. No llevaba el ritmo, era un desastre.
- ¡No! ¡Es de un lado y al otro! - Dije.
- Es que no sé Christine. - Dijo riendo.
- ¡¿Quien quiere bailar conmigo?! - Grité.
- ¡Yo! - Dijo mi pelirroja favorita.
- Eso es Ginny.
Corrí hacia ella y la tomé de la cintura. Empecé a girarla al ritmo de la música, en realidad como pude la moví. Ella estaba muy flexible y se dejaba mover para todos lados.
Recordé que escribí que había dos alumnos mexicanos, que también les gustaba Valentín, aún así no los conocía y no sabía si estaban ahí. Lo que si sabía era que los dos eran de Slytherin.
Para comprobarlo hice algo de lo que nunca me voy a arrepentir.
Empecé a cantar la canción lo más fuerte posible. Quería que alguien se sintiera en confianza y cantara. No lo esperaba.
Una voz salió de un grupo de chicos. Me giré rápidamente para verlo.
¡Bingo!
Ahí estaba el mexicano.
Estaba cantando. La felicidad me inundó en ese momento. Seguí cantando, cantabamos juntos.
Me animé más y seguí dándole vueltas a Ginny, quien solo reía. El chico seguía cantando con una botella de whisky en la mano.
Cantabamos a todo pulmón. Y es que... ¿A quién no le gustan las canciones de Valentin? Pávido Návido es todo un trabalenguas. Todo una genia que soy.
Todos nos miraban como los bichos raros. Algunos se reían y otros solo miraban. Yo no podía parar de reír y cantar. Era como si Valentín estubiera ahí.
Ahora que lo pienso... Lo hubiera podido poner como estudiante o como maestro de Hogwarts. Metas.
Me encantaba la idea de que alguien me entendiera, es por eso que puse al chico, sin nombre, solo lo escribí.
La canción había terminado estaba gritando de felicidad. Ginny reía.
(...)
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Ahora sí. Algo que fue lo que cambió mi noche, para bien. Esto si lo escribí en mi guión, esto si fue planeado.
Exactamente lo que escribí es que Fred y George cantarían Flaquita de Marcos Mares, fue la mejor idea que tuve.
En ese momento todo se apagó, así fue como lo planee. No había luz. Se escuchaban voces, risas y pasos.
- Está canción va para tí, Cristy.
George.
Todo se alumbró nuevamente y las miradas calleron en mi. Otra vez. Ginny dió un grito de emoción.
La canción empezó a sonar. No sé cómo, solo era una guitarra (Fred) y una voz (George). Se escuchaba tal cual la canción. Fred le hacía la segunda voz.
La emoción me inundó y tape mi boca con la mano. Estaba riendo de felicidad y nerviosismo. Ver a George cantandome es otro nivel.
Lo único que podía hacer era verlo cantar en el micrófono y sonreírle como tonta. El me miraba fijamente y sentía cada vez más el sonrojo. Ese sonrojo idiota.
Por dentro estaba gritando.
🛐🛐🛐🛐
- Ay flaquita, yo quiero ser lo que tú respiras, vivir en tu piel todo el día...
Su voz me hacía perder el control. Sí, no sabía pero la atracción por él se hizo aún más fuerte.
Giré la cabeza rápidamente y pude alcanzar a ver a algunas personas mirarme mal... Cosa que no me importó. Me regresé con George quien tenía la sonrisa más enorme de todas. Miré a Fred quien lo miraba emocionado, me miró y alzó las cejas. Sonreí.
Seguía sin creerlo.
Se veía magnífico.
Su cabello rojo, despeinado, un pantalón negro de tela de mezclilla holgado, una playera gris que le iba perfectamente a su cuerpo y unos tenis tipo Converse color negro.
- Tu me paralizas si me vez así...
No podía creerlo aún. Todo era mágico y sentía mucha felicidad, aunque eso había sido manipulado era lo mejor que pude haber escogido.
Sentía una mirada demasiado penetrante a mi lado. Sentía que me traspasaba con la mirada. Giré la cara y... ¡Oh valla, un tóxico!
