Peleas callejeras

Start from the beginning
                                    

El hombrecillo cayó al suelo, gimoteando que aquel sujeto había comenzado la pelea, que tan solo se estaba defendiendo, que todo era culpa del otro. Greco, con su voz seria, regañaba al hombre que, a duras penas, se levantaba del suelo. Que si las peleas eran de a dos, que si él también tenía culpa, que si por qué no llamaron antes a la policía...

El moreno de la cresta se limpió el labio inferior con el dorso de su mano y, con total arrogancia, escupió un poco de sangre al suelo. En aquel pequeño gesto pudo notar que llevaba las uñas pintadas de un rojo muy oscuro. Le era difícil de creer que tal personaje, con aquellas pintas, hubiera abatido a dos hombres y medio. Los chicos que se encontraban por allí con ropas similares a las que llevaba el moreno, tendían a ser muchísimo más menudos, igual de agresivos, pero siempre armados. Soltó un suspiro y se acercó para cumplir con el procedimiento.

—Caballero, necesito su DNI. —de más cerca pudo notar que también llevaba maquillaje. El labial corrido y la sombra de ojos negra demasiado difuminada; una sombra rosada sobre su pómulo izquierdo presagiaba un moratón, pensó.

—No llevo.

—¿Disculpe?

—Que no lo llevo encima. Tengo mi carnet de conducir, si es que le sirve.

—No nos sirve. Tendremos que proceder a llevarle detenido, caballero.

—Tch... —chaqueó con la lengua, molesto. Acto seguido, se cruzó de brazos. Un tatuaje se asomaba bajo el peto rojo, así como una fina línea de vellos que marcaban su abdomen en el centro, perdiéndose en su desabotonado pantalón.

—No procedo a esposarle porque la situación ya es demasiado...

—¡Que ese maricón me ha robado y encima me ha golpeado! —bufó el hombre mientras avanzaban hacia el patrulla.

—¡Caballero, cálmese y no falte el respeto! —le llamó la atención mientras terminaba de hablar por radio con los médicos que vendrían a por los inconcientes.

—¡Revísenle los bolsillos! De seguro tiene mi billetera. ¡Qué mierda de sujeto, engañando a la gente y encima robándole! Allá adentro se hizo pasar por mujer y ya ve... —ambos policías guardaron silencio.

—No creo que sea muy fácil confundir al caballero con una mujer. —respondió Greco.

—¡Allá adentro no hay mucha luz! Yo jamás me metería con otro tío. ¡Dios, no, qué puto asco! Créame, señor Agente. Si lo hubiera visto adentro del Vanilla de seguro también cae-

—Caballero, —interrumpió el ruso. —no es de nuestra incumbencia si le confundió o no con una mujer. Sus gustos son suyos y no nos interesa.

—¡Pero- no soy gay!

—Como usted diga. —se volteó hacia Horacio. —Las manos sobre el techo del patrulla, por favor. Voy a proceder a cachearle.

—Tiene manos grandes. —murmuró. —Cuidado que quizás me termina gustando... —agregó con voz suave mientras apoyaba ambas manos.

—Piernas en "v".

—Uhum... —respondió con un suave gemido mientras Volkov le tocaba los costados del pecho. —Cuidado, cuidado... —agregó una vez el platinado alcanzó las caderas.

—¡Maricón y encima degenerado!

—Eh, caballero, cállese. A este paso, el caballero podrá ponerle una denuncia por insultos.

En efecto, Volkov encontró una billetera en los bolsillos de Horacio. El DNI en el interior correspondía al del sujeto que estaba con Greco. Soltó un profundo suspiro. Ya no había opciones para dejar hasta allí aquel problema tan cotidiano y sin importancia.

Oneshots VolkacioWhere stories live. Discover now