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Mi cabeza choca fuerte contra la madera de la escuela cuando Gilbert me empuja de repente y con fuerza. El dolor que se hace presente no es nuevo pero si distante, no recuerdo cuando fue la última vez que sentí algo así. Muerdo mi labio y miro al piso, no atreviéndome a ver su expresión en este momento.

—¿Cómo te atreves?— sururra, levanto la mirada para fijarme en sus ojos y vuelve a empujarme con fuerza, tomando mi camisa entre los puños mientras me estampa en la pared.

—Lo siento, Gilbert.— susurro de vuelta, él me suelta y se voltea, yéndose lejos de mi. Dejo que mi espalda se deslice incómodamente en la madera hasta que caigo al suelo, donde lloro hasta que la campana vuelve a sonar.

Gilbert no está en clases cuando entro, tampoco aparece en el resto del día y me enfrento a las miradas de odio que me dirigen los chicos de la clase, tengo que mentalizarme porque sé que tendré que ir a casa solo, y ya puedo sentir que no me lo harán fácil.

Desde que podemos irnos, tomo mis cosas rápidamente y salgo ignorando la mirada preocupada de Cole, que seguramente se dió cuenta, como yo, de lo que estaba a punto de pasar.

—¡Ey, marica!— sostuve mi pizarra sobre mi pecho con mas fuerza y traté de caminar más rápido. Todavía estábamos afuera de la escuela y podía sentir la mirada de todos en nosotros mientras Billy seguía gritando.

—¡Te vimos llorando, niñita!— grita otro detrás de él.

—¿Te rechazó tu novio?— escucho como se ríen y sigo de espaldas a ellos, tratando de alejarme.

—Déjalo en paz, Billy.— escucho que dice una voz femenina, y sigo caminando lo más rápido que puedo tratando de alejarme de la situación.

No es la primera vez que me pasa algo como esto, es de hecho bastante común, pero nunca he estado solo para cuando suceden y nunca se ha ido a lo físico. Mi hermana solía decir que tengo una lengua de plata, discutiendo soy el mejor y el más audaz pero, ¿pelear? un niño de 5 años podría ganarme, la última vez que vi a Lucas él tenía poco más de un año, y ya tenía como la mitad de mi fuerza.

Luego de minutos de caminar solo y sin escuchar ningún insulto me relajo cuando me adentro en el bosque. Me aseguro una vez más de que no haya nadie al rededor y paro un segundo a descansar. Abro mi bolso en busca de el frasco con agua pero ni siquiera logro encontrarlo cuando una rama de parte muy cerca de mi.

—¿Creíste que escaparías tan fácil,  niñita?

—Billy, déjame en paz. Yo ni siquiera he hablado contigo.— le respondo, y sigo caminando lo más rápido que puedo para alejarme, pero escucho sus pasos detrás de mi. —Billy, por favor...

No puedo seguir hablando cuando algo duro impacta contra la parte trasera de mi cabeza. No puedo evitarlo y me caigo de frente por el impacto, mi mano se va directo a mi cabeza y veo sangre, me lanzó una piedra.

—Eres muy valiente viniendo con tus malas costumbres y haciéndolas saber en toda Avonlea como si fuera normal. —dice uno de los que acompañan al rubio.

—Y eres muy estúpido si crees que dejaremos que vayas por ahí sin vergüenza, niñita.

¿Sabrá Gilbert que está viviendo un una princesa?

Trato de ponerme de pie pero Billy pone su zapato contra mi espalda y me presiona hacia abajo con fuerza, dejo salir un quejido casi mudo porque se me va todo el aire, y Billy me da una patada justo en las costillas antes de agacharse junto a mi.

—Te daremos una pequeña lección que jamás olvidarás, considéralo trabajo social o voluntario.— dice, y antes de que pudiera decir nada comienzan a patearme los tres, sin tener reparo alguno en el lugar o en su fuerza.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que se detienen, pero para cuando lo hacen estoy seguro de que ya tengo varias cosas en lugares donde no se supone que estén. Billy escupe sobre mi antes de darse la vuelta, y una parte de mi, la parte que al parecer es masoquista, no puede dejar que se vaya sin al menos decirle algo.

—La próxima vez que quieras llamar mi atención, s—sólo dímelo, Billy.— le sonrío con todo el cinismo que puedo y se acerca a mi a paso decidido, me da una patada más en la cabeza, con la punta de su pie aterrizando Justo en mi nariz y va por más cuando sus amigos lo detienen.

—Ya vámonos, se está haciendo tarde y esta chica no vale la pena.

—Esperen.— dice Billy. —Tomen sus abrigos.— bastardo, estamos en pleno invierno.

Dejo salir una pequeña carcajada aún en su presencia, pero se voltean y no dicen nada más. Abro mis ojos lo más que puedo, los siento hinchados y probablemente se vean horribles, como todo yo en este momento.

Miro al sol que está de camino a esconderse y decido que será mejor salir de este bosque antes de que anochezca. Camino encogiéndome todo el camino, cojeando y sosteniéndome de todo lo que puedo, recibiendo miradas de todos los habitantes del pueblo, pero nadie me ofrece ayuda. 

Solo espero poder sobrevivir porque aún hay mucho de mi que Gilbert y Bash no conocen, hay personas que necesito que sepan sobre mi muerte y que deben saber para contactar. Pienso en mi hermana y en si nunca vuelve a saber de mi, en si pensará que realmente estoy muerto como le deben haber hecho creer.

Para cuando llego a la casa de Gilbert, ya me he tropezado al menos tres veces en el camino, mis piernas tiemblan sin parar y puedo sentir cada hueso de mi cuerpo crujir mientras camino. Apenas llego a tocar la puerta como para que se escuche y eso que utilice toda mi fuerza, me recuesto de la madera y escucho pasos venir de adentro.

—¡Si eres tú, Aleix, espero que sepas que no te voy a dejar entrar a...!— sus palabras se quedan atragantadas en su garganta cuando caigo al suelo de la sala debido a que abre la puerta, dejo salir un leve "ouch" y trato de abrazarme por el frío que tengo.

—Dios mío, ¿qué le pasó?— pregunta Bash parándose alarmado del sillón. Siento mis dientes titiritar y mis dedos congelados tratan de mover mi cabello que en ese momento está lleno de nieve que me quema.

—¡Aleix!— Gilbert se quita el abrigo de inmediato y Bash hace lo mismo sin siquiera preguntar, ambos me cubren y de inmediato suspiro. Aún siento frío pero agradezco la calidez.

—Gracias, ahora si p-puedo dormirme. — vuelvo a suspirar y aprieto los abrigos que cubren mi pecho con fuerza. Cierro los ojos listo para dormir y lo ultimo que escucho es a Gilbert gritando.

—¡No! ¡Aleix, no te duermas!

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Pride - Gilbert Blythe Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum