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—¡Gilbert!— prácticamente le grito desde la cocina de su casa a la que acabamos de llegar.

—¿Si?— pregunta bajando las escaleras.

—¿Cómo se prende esta cosa?— señalo a lo que supongo es un "calentador". Gilbert me mira con una cara graciosa y se acerca, lo dejo ahí y entro a la cocina.

—Y tengo hambre, pero no sé prender la estufa.

—Aleix, ¿cómo es que has sobrevivido hasta ahora?— se apoya en el marco de la puerta viéndose extra sexy y yo me encojo de hombros.

—En casa tenia 4 nanas y en el barco a Bash.— me encojo de hombros.

—¡Oí eso!— grita el mencionado desde algún sitio de la casa y yo salgo de la cocina, sin poder evitar que mi hombro choque con el chico que dejo atrás, solo para poder tocarlo.

—¡No estaba susurrando!— le contesto. —Ya lo sospecho pero, ¿supongo que dormiremos juntos?— Gilbert se sienta a mi lado en el sofá y echa la cabeza hacia atrás.

—Sip. No te pregunté si preferías dormir con Bash porque sabía que responderías que preferías dormir conmigo acompañado de algún comentario inapropiado...

—¿Un comentario inapropiado?— me burlo de su forma de hablar y decido molestarlo. —Depende de qué definas como inapropiado. ¿Sería inapropiado decirte que me gustaría que me...?

—Si. Lo sería.— me interrumpe, hago un puchero y me quejo.

—Gilbert, no eres divertido.

—Tienes razón, que aburrido soy.— dice con sarcasmo. —Debería dejar que me hagas todo lo que...

—¡Ooop! Que conversación tan interesante estoy interrumpiendo.— dice Bash.

—Te gusta hacerte el difícil Berty pero ya estás cayendo en el encanto Malfoy.— digo, y puedo ver como muerde su labio irritado al oír el sobrenombre. Lo miro a los ojos y le mando un beso desde mi asiento del otro lado del sofá.

—Ustedes irradian tensión de la que uno no quiere ser testigo.— Bash hace una mueca de asco como si quisiera vomitar y sale de la casa.

Siento en el aire la tensión ahora que estoy solo con Gilbert, sé que está nervioso y disimuladamente me muevo en el sofá para estar más cerca de él. Se cruza de brazos y mira al lado opuesto, tomo eso como una señal para acercarme aún más hasta que ya estamos sentados tan cerca que nuestras rodillas se rozan.

Me quedo mirando su pulgar que roza su labio en un movimiento nervioso, y puedo hasta sentir mis palmas sudar cuando lo veo hacer ese movimiento. ¿Debería tomar su mano? ¿Me acerco más a él? ¿Y si lo asusto, o se pone nervioso, o no quiere saber nada de mi? Tal vez hasta le dé asco.

—¡Ay! Vamos a la escuela, ¿si? Se nos está haciendo tan tarde.— se para de repente del sofá con una mueca en el rostro que expresa el apuro que tiene por alejarse de mi.

—Oh, si. Vamos.— me levanto de golpe, sintiéndome avergonzado y con las mejillas ardiendo.

¿Qué estoy haciendo? Pienso, mientras caminamos por el bosque. Es obvio que no le gusto, ¿Por qué me acerco a él de esa forma? ¿Por qué no puedo mantenerme alejado de él? ¿Por qué me gusta tanto? ¿Será por los traumas de mi pasado, me comporto raro? 

Sacudo la cabeza ante el último pensamiento y me reprendo, es mejor no ir ahí. El recuerdo de ciertos ojos verdes y cierto cabello rubio me atormenta nuevamente y mi corazón se sacude y deja de latir por un milisegundo. Gilbert no se da cuenta de el dolor en mis ojos y sigue caminando tanto y tan rápido que casi lo pierdo entre los árboles.

Pride - Gilbert Blythe Where stories live. Discover now