TODO COMIENZA...

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   Me llamo Adrián. Soy un chico de mediana estatura, moreno, con el pelo y ojos negros y tengo 14 años. Podrá resultar raro escuchar que un grupo de adolescentes, logró hacer lo siguiente que te voy a contar, pero sí, por muy raro que suene, así pasó.

   Bien, pues la verdad es que todo empezó un día que venía del instituto con mis amigos. He de decir, que nunca pensé que fuese a pasar esto. Fue un día normal, ya habíamos acabado el primer trimestre, pasado las vacaciones de Navidad y empezado el segundo trimestre. Por aquellos días había llovido bastante y en todos sitios había una gran cantidad de charcos. Resulta que aquí donde vivo yo, es muy conocido el deporte del fútbol y en los recreos se suele jugar mucho. Ese día uno de mis amigos llevó una pelota para jugar entre nosotros. Cuando volvíamos a casa pasamos cerca de la casa de uno de ellos y especialmente ahí, había bastantes charcos. Es más, recuerdo que en ese momento iba con Daniel, uno de mis mejores amigos, que es un chico de mi estatura, tiene trece años, el pelo y los ojos castaños, es moreno, amable, optimista y algo despistado. También estaba Víctor, un chico que es más alto, tiene el pelo y los ojos negros, de piel blanca y es inteligente, decidido, celoso y enérgico. Arturo, un chico de estatura como Víctor, la piel un poco más morena que la suya y tiene el pelo y los ojos negros, es simpático y serio. Noelia, una amiga nuestra, ella es de mi estatura, su piel es como la de Daniel, tiene el pelo largo y castaño y los ojos más oscuros. ¡Ah! y es novia de Víctor.

   Como era pronto, nos apeteció jugar a fútbol un rato, estuvimos pasándonos la pelota pero en un descuido se nos fue y justo a un charco, uno grandísimo, nunca había visto otro igual. Nos sorteamos a ver quién iba a por la pelota y bueno, me tocó a mí. Fui y me di cuenta de que el charco a medida que me adentraba era más y más profundo. Me apresuré a sacar la pelota, que afortunadamente no estaba muy adentro, pero me hubiese gustado ver a qué profundidad llegaba en el centro. Cuando salí, me junté de nuevo con mis amigos.

     —¿Qué te pasa? —preguntó Daniel.

   La verdad, me había dejado sorprendido su profundidad.

     —No lo sé hay algo raro en ese charco —respondí.

     —¿A qué te refieres? —preguntó Noelia.

     —Cuando me he metido en él, cada vez que avanzaba era más profundo, pero no una profundidad normal, era muy exagerada —respondí mientras señalaba la marca de agua que tenía hasta las rodillas.

   Todos nos quedamos en silencio, hasta que llegaron más amigos. Apareció Marta una chica de pelo castaño, ojos azules y piel blanca más o menos de mi estatura. Es amable, inteligente y alegre y tiene 14 años como yo. También llegó Natalia una chica alta, de pelo rizado negro, ojos negros, piel morena y 14 años, además es hermana melliza de Guillén el otro chico que venía con ellas. Guillén es un chico de pelo corto, negro y los ojos también negros, es moreno, amable y simpático y también tiene 14 años al igual que casi todos. Cuando llegaron vieron que nos callamos.

     —¿Interrumpimos algo? —preguntó Marta.

     —En absoluto —respondió Arturo.

     —Entonces, ¿qué ha sido ese silencio tan repentino? —dijo Guillén.

     —Nada, simplemente habíamos acabado la conversación —respondió Víctor.

     —¿Y esa mancha de agua, Adrián? —preguntó Natalia.

   También se percataron de las marcas de agua y era lógico, tenía la parte del pantalón de rodillas para bajo empapada. Yo estaba intentando ver como lo secaba pero era inútil, podía hasta escurrir agua del trozo de la prenda, así que, decidí aguantarme hasta casa. Cuando Natalia me preguntó mire hacia al charco y entonces entendieron.

El Misterio del Gran CharcoWhere stories live. Discover now