Capítulo 10, Temporada 3

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Me siento a su lado sin que se dé cuenta, parece tan pacifica que no me atrevo a perturbarla, pero de repente su cabeza cae en su hombro. No esta tan solo relajada, se quedó dormida, debo despertarla.

— ¡Dafne!—le doy palmaditas en las mejillas— ¡Dafne, despierta!—sacudo sus manos unidas moviéndola entera.

Abrió un ojo perezoso y al verme sonrió:

—Kenji ¿Qué te trae por aquí?—apoyo la mejilla en mi hombro.

—Es mi sauna. ¿Tu cuanto rato llevas aquí?—se limpió el sudor que le caía por las comisuras, restregándose el rostro con la bata de baño en mi hombro derecho.

—Un ratito supongo, la verdad no se—se abrazó a mi brazo.

—No puedes quedarte dormida dentro de un sauna—levanto una ceja ante mi regaño.

—De que puedo, puedo. Ya lo hice—cerro los ojos, parecía querer volver a dormirse, sacudí mi brazo para espabilarla.

—Pues no debes entonces... y no me gusta el tono irreverente que estas usando. ¿No tienes algo que ofrecerle a tu ...—no pude acabar la frase, una Dafne muy sonriente y con los ojos pequeñitos, me dio un par de palmadas, casi bofetadas, en la mejilla izquierda.

— ¡Eres lindo cuando te enfadas! Me pones caliente—se puso la mano en la frente como tomándose la temperatura— ¿Por qué eres tan ardiente?

Creo que lo de "caliente" y "ardiente" lo decía literalmente más que en sentido figurado. Debe estar deshidratada, creo que está delirando.

—Te prometo...—me puse de pie frente a ella—que si estuvieras en tus cinco sentidos te regresaría las bofetadas ¿Me oyes?—la tome de las manos y la hale para incorporarla.

— ¿Qué bofetadas?—estaba tan ida que parecía ebria.

—Olvídalo—puse su brazo sobre mis hombros y la saque del calor infernal dentro del sauna.

Sin pensarlo la lleve a mi baño, donde tengo una nevera pequeña con bebidas. La senté sobre el sillón de espaldar alto con reposabrazos que tengo en mi vestidor:

—Kenji... ¿Por qué estas cojeando? ¿Te lastimaste pescando? —me cuestiono mientras me acercaba con una botella fría de agua mineral.

¡Maldita sea! Piensa rápido ¿Qué le digo?

—Solo tengo... un calambre—excelente excusa, bien pensado.

—Ah...—se bebió la botella en cinco tragos largos y luego apoyando la mejilla en la mano cerro los ojos.

Le quite la toalla en la que tenía envuelto el pelo y con ella me dispuse a secarle el sudor. Espero que se reponga sino tendré que llamar a un doctor.

— ¿En qué pensabas para meterte al sauna tu sola y encima quedarte dormida? Debería castigarte por ponerte a ti misma en riesgo—abrió un solo ojo perezoso y me miro a la cara con expresión de congoja.

—Si me castiga con lo mareada que estoy llorare —aviso con voz lastimera—y ya no le querré—amenazo.

— ¿Estas mareada? ¡Pon la cabeza entre las piernas—le empuje el torso hacia adelante sobando su espalda—Esto te quitara el mareo—luego de unos 30 segundos así—Ahora incorpórate despacio—le retire el pelo del rostro—¿Mejor? Asintió acurrucando su rostro entre mis manos y suspiro.

—Ya estoy bien—abrió los ojos sonriente— ¿Dónde estamos, amo?—percatándose ahora de mi baño a su alrededor.

—Estas en mi baño privado—el malestar parecía habérsele esfumado pues se levantó y girando sobre sus talones contemplaba todo con asombro.

Crónicas de mi Amo, Hijo segundoWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu