treinta

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narrador

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Cersei despertó poco a poco de su profundo sueño, parpadeando suavemente ante la luz del sol que se colaba de entre las cortinas de la ventana.

La quimera se removió de entre los brazos de su prometido, deshaciendo el enredo de piernas y el protector abrazo que el oso tenía con ella.

Harlequin despertó igualmente al sentir el despegue de cuerpos. Parpadeando y tallando uno de sus ojos con ganas de seguir durmiendo. Pero sin lograrlo al notar la ausencia de la peliblanca.

El rey hada abrió los ojos por completo, acostumbrándose a la luz del sol poco a poco para luego sentarse a la orilla de la cama y estirarse, sintiendo sus músculos algo a doloridos.

King entonces se sonrojó al caer en cuenta del porque de su dolor de cuerpo. Con vergüenza tomó una de las almohadas de la cama y la llevó a su rostro. El olor de moras de Cersei llegó a su nariz y con algo de preocupación el ojinaranja se pregunto si la quimera estaría bien.

En el mejor de los casos, según él, tendrían el mismo dolor, entonces lo mejor sería que la ojiazul se quedara en la cama hasta que el dolor pasara, tal vez podría ir a buscar comida y un té para ella; o tal vez Cersei tuviera un dolor aun más fuerte que el de él, ¿Entonces estaría molesta? ¿O tal vez se había arrepentido de lo que hicieron?

El oso de la pereza se tiró hacia atrás y empezó a rodar de un lado a otro en la cama, mientras pensaba en una forma de pedir disculpas a su prometida.

— ¿Estas bien? — Escuchó su preciosa voz; por lo que dejó de rodar y se quedó quieto pero sin quitar la almohada de su cara debido a la vergüenza.

Tampoco respondió, por lo que Cersei tuvo que acercarse a él y quitar la almohada de su rostro. El rey hada conectó miradas con su prometida, quedando sorprendido y anodado por ver a la peliblanca tan radiante.

El rostro de King se coloreó fuertemente y su nariz sangró en ese mismo instante.

— ¡Harlequin! — Gritó Cersei, tomando a su futuro esposo de los hombros y evitando que este se desmayara.

El castaño entró en un estado de ensoñación murmurando algo indescifrable para la ojiazul, que trataba de parar el sangrado mientras repetía algo como "por todos los dioses".

Pero no lo podían culpar, no todos los días se podía despertar con Cersei vistiendo su antiguo vestido azul, que ahora con la madurez de su cuerpo, le quedaba un poco más corto (hasta rozar sus muslos) y mas apretado a la cadera y los pechos. Jamás se había considerado tan hormonal como ese día.

Unos minutos después (de que la reina hada pudiera al fin parar la hemorragia), la feliz pareja yacía en la cama, con el rey hada sentado y su prometida a horcajadas en su regazo.

Cersei rozó su nariz una y otra y otra vez con la del castaño, en un beso esquimal. Acción que hizo reír al contrario.

Qᴜɪᴍᴇʀᴀ ▸ ᴋɪɴɢ «ɴᴀɴᴀᴛꜱᴜ ɴᴏ ᴛᴀɪᴢᴀɪ»Where stories live. Discover now