16. Deudas que pagar.

Start from the beginning
                                    

Anderson resopló.

—Los hermanitos Ellinson me tienen cansado, primero Winston y ahora este.

—Lo que a ti te jode es que siempre fue mejor que tú —respondió Eddie.

—Cállate ¿Quién esta aquí? ¿Él o yo?

—Mira, no me importan tus estúpidas inseguridades, solo quiero que...lo arregles.

—Lo que le hiciste no tiene arreglo.

—¿De qué estás...?

—Ya lo revisé, Edward, tiene desgarres internos, infinidad de golpes, y esa horrorosa marca que le hiciste en la espalda como si fuera ganado.

Él se quedó callado por un momento.

—Puede que lo sea, ya te dije que me cabreo, ¿Qué más da? Estás aquí para esto, así que cúralo.

—Ya le he puesto medicamentos para la fiebre y unos analgésicos para el dolor. Pero eso no es todo, tiene muy mala pinta, es obvio que no come bien y es demasiado débil, su pierna no se recuperó bien. Si te da otro ataque de rabia, no va a estar aquí para contarlo.

—Ya he dicho que no volverá a pasar ¿contento?

—A mí me da igual, pero en el fondo me da lástima y estoy harto de atenderlo. Además, si lo golpeaste de esta manera es porque planeabas matarle ¿o no?

Yo entreabrí los ojos un momento, la silueta de ambos me recorría la visión, tenía un catéter en la mano derecha, pero ninguno pareció advertir que los estaba escuchando, así que cerré los ojos para no levantar sospechas y continúe escuchando.

—Yo...No...no quería, pero, pasó. Además ¿Qué cojones te importa?

Anderson soltó una carcajada.

—Entonces es cierto lo que dice Maurice, que tu terapia no funciona porque estas enamorado de este niño.

—Eso son cuentos.

—No, no, es la verdad. Yo te escuché la ultima vez.

—Tú no viste nada.

—Claro que vi, te resististe y dijiste que no. Que era mentira, y cuando Maurice te preguntó cual era la verdad tu solo respondiste "Igor" y desde eso anda histérico con el niño.

—Ya basta, tampoco te voy a dejar meterte en mis cosas, a ti te puedo romper los huesos de una manera más divertida.

Probablemente Anderson palideció.

—Ya vale, pero ten cuidado Edward, he oído que Víctor esta teniendo resultados muy buenos con Maurice.

—Víctor me debe una.

Anderson suspiró audiblemente.

—No quiero saber nada más, sal de aquí ¿quieres? Déjalo descansar.

Y luego ambos salieron de la habitación, abrí los ojos y la luz me golpeo las pupilas de repente. Estaba solo de nuevo en esta habitación, en este bloque, en este lugar. Estaba solo conmigo mismo y miles de preguntas. ¿De qué demonios habían estado hablando?

¿En que consistía la terapia extraña a la que Eddie se sometía? ¿Enamorado de mí? Por favor...

El pensamiento me asqueo, tanto que tuve que contenerme a mi mismo de vomitar en el suelo. No había algo como el amor en el interior de un animal salvaje como Eddie, yo era su presa, su víctima, cualquier cosa menos una persona por la que pudiera sentir algo.

Eddie no tenía la capacidad de sentir.

Y después, ¿por qué todo el mundo parecía saber algo sobre Winston? Nadie decía si estaba vivo, muerto, encerrado. Nadie decía nada y eso me estaba rompiendo por dentro. Me moriría en paz si por lo menos pudiera saber que había sucedido con él. Si tuviera la certeza de que estaba vivo fuera de aquí, me ahorcaría yo mismo, ya no tenía nada que perder, ya mi mente estaba rota, ya mi cuerpo había sido usado y profanado, ya mi corazón estaba roto ¿Qué más daba dejar de respirar? Pero no encontraba una respuesta clara.

Yo lo había visto corriendo afuera de la iglesia, y estaba seguro de que no había sido una alucinación.

De repente el sonido de la puerta me sobresaltó, inmediatamente me recosté de nuevo y fingí estar dormido. Pero el susurró de sus pasos me dejo ver de inmediato de quién se trataba.

Gordon se acercó a mi cama con cautela, traía algo debajo de la manga de su abrigo. Estaba extrañamente limpio, con una ropa que yo mismo le había conseguido.

—¿Pajarito? —susurró, acercándose a mi cama.

Yo abrí los ojos y me permití relajarme.

—Gordon, ¿Cómo has llegado hasta aquí? —pregunté, extrañado.

—El enfermero ese, apenas y me miró, así que pasé como si nada, pero no le digas, es un secreto.

Su voz me hizo sonreír. No sé como pude tenerle miedo en algún momento.

—Gracias.

—¿Por qué, pajarito?

—No quería estar aquí solo.

—Nunca estás solo, y pronto te vas a ir, lo sé.

—No lo creo, Gordon —respondí.

Él solo sonrió, y esa sonrisa me reanimo un poco por dentro. Este hombre había sido mi único pilar de sentimientos aquí, la única persona mas o menos amable.

—Vi cuando te traía, pensé que te había matado, pajarito.

—No, pero casi —respondí.

—Bramhall esta afuera.

—¿Afuera? —respondí con recelo, intentando picar su curiosidad.

—Si, salió por la cerca —murmuró él, bajito.

—Esa cerca es eléctrica, Gordon

—No cuando él sale.

Eso no era posible... ¿O sí? ¿Existía una remota posibilidad de apagar la cerca? No...La esperanza revoloteó dentro de mí en ese momento. Necesitaba averiguar cualquier cosa que me fuera posible, si apagar la cerca para huir era una posibilidad verdadera, entonces Winston podría haberse ido fácilmente. Entonces yo podría encontrar una manera de escapar.

—¿Y a donde va?

—No sé —respondió de manera cortante, y yo supe que no iba a sacarle nada más. Así que nos quedamos ahí un segundo más, Gordon empezó a contarme cualquier cosa incoherente sobre su vida, sobre su familia. Gente que no recordaba, que cambiaba de nombre y de cara todas las veces, en ocasiones tenía una esposa, otras veces era divorciado, y en ocasiones sus hijos venían a verlo, hoy, según él, sus nietos tenían mi edad.

Hasta que finalmente dijo algo que lo cambio todo.

—¿Sabes que Víctor esta en terapia?

Víctor, el maldito ruso. Con él también tenía una cuenta pendiente.

—¿Dónde? —pregunté.

—En el piso de abajo.

Entonces una idea revoloteó en mi mente con velocidad. Me levanté de la cama y desconecté el catéter de mi mano.

Ya era momento de que por fin me enterará de lo que sucedía realmente en este lugar. 

Killing EddieWhere stories live. Discover now