capitulo 27

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MADELEINE

Mi abuela siempre catalogó mi personalidad altamente sensible como una virtud, asociada a la intuición. Decía que aquella característica me permitía leer entre líneas con facilidad, ver ciertas cosas que para otros pasarían desapercibidas. De cierta manera, el tiempo le dio la razón. Soy buena observando y detectando el clima del ambiente. De niña, contemplé los ojos tristes de mi padre y entendí que la familia se transformaría. Poco después, mamá dejó la casa y me explicaron que iban a separarse. Reconocí que las cosas iban por mal camino con Riley, mucho antes de enterarme de su infidelidad. Comprendí que a Owen le pasaba algo por su actitud abatida, derribado en el sillón.

Por razones como esas, tener un mal presentimiento es aterrador para mí.

Lo peor, es que lo tengo.

Despierto y me percato de que lo siento en medio del pecho, pesa como si hubieran colocado un buen montón de rocas macizas sobre mí. Rocas que se atascan en los pulmones y en la garganta, apenas puedo respirar, apenas puedo hablar.

La notebook continúa a un costado de la cama, abierta. Aunque debió haberse apagado después de que me quedé dormida, esperando la vídeo llamada de Tyler.

Trato de encontrar calma. Es posible que esta mala sensación se deba al secreto que guardo sobre Owen. Quizá solo sea mi estúpida imaginación torturándome. El miedo a perder lo que tengo, porque eso ocurre al principio, cuando pasa algo demasiado bueno. Sientes que tarde o temprano, se acabará y se convertirá en uno de esos recuerdos a los que vuelves cada noche de insomnio en busca de consuelo.

Pienso que pronto amanecerá, pero chequeo el reloj en el teléfono y me doy cuenta que es mitad de madrugada. Reviso los mensajes, no encuentro señales de Tyler, aunque su estado indica que estuvo activo media hora atrás.

<<Tal vez no llama porque teme despertarme>>, deduzco. Así que decido hacer yo el llamado. Simplemente le contaré lo que pasó y volveremos a ser los mismos, sin secretos ni detalles que esconder.

Pulso llamar y me quedo esperando del otro lado, un tono, dos, tres. Al cuarto, contestan.

—¿Hola?

Aunque me gustaría no reconocer la voz femenina, lo hago al instante.

Es Roma.

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TYLER

El ambiente es sofocante. El impacto me proporcionó un golpe en la cabeza, acompañado de un dolor persistente e intenso mareo.

Todavía en el vehículo, echo un vistazo a mis amigos, descubriendo que también comenzaron a recuperar la consciencia y se están incorporando. A pesar de que los pasajeros delanteros amortiguaron los golpes con la bolsa de aire, Ellie chilla diciendo que le duele algo.

Sus gritos intensifican el dolor de cabeza.

—Tenemos que salir —intento hacerlos reaccionar, al notar que en la parte delantera exterior está creciendo una llama—. Asher, saca a Ellie —indico subiendo la voz, porque la rubia está conmocionada y no actúa de manera racional.

Jax niega con la cabeza, veo sangre deslizarse desde su frente, pero no aparenta nada grave. Desciende del auto primero. Asher lo sigue, al mismo tiempo que me quito el cinturón, abro la puerta y busco imitarlo.

—Ty... Tyler, no... No puedo. Está atascado —Roma, sentada en medio, lucha contra la seguridad. Vuelvo sobre mis pasos, dispuesto a ayudar. Ella me observa como si fuera la única esperanza.

Dulce tentación [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora