Capítulo 8; ¿Pillado?

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-Se lo dije pero su decisión fue esperar.- Sid sonrió.

-A ver..- Tragué saliva y tomé asiento en el banco, entrelazando mis manos sobre mis piernas mientras jugueteaba nervioso.- Tenía miedo de que me tratárais diferente..- Suspiré y me encogí de hombros.- Por lo que vi muchas veces en el instituto, el amigo gay se termina convirtiendo en una más, los tíos le ignoran y solo se lleva con chicas. Yo no quiero eso.- Les miré uno a uno, sintiéndome más nervioso que nunca.- Yo quiero ser el mismo de antes, el que no se queda en la habitación cuando vosotras dos os cambíais, el que comenta cosas sobre deportes con los chicos..- Agaché la cabeza de nuevo. Joanna me abrazó por el cuello, acariciando mi nuca.

-¿Qué te hace pensar que cambiaríamos nuestra forma de verte?.- Preguntó, apoyando su cabeza sobre mi hombro.

-Siempre vas a ser el mismo para nosotros, River.- Respondió Kash, dejándome bastante sorprendido.- Que luego en tu intimidad te tires a tíos, no cambia nada. Sigues siendo un hombre, ¿verdad?.- Añadió entre carcajadas. Levanté la cabeza y asentí mientras soltaba un par de carcajadas.

-Claro. Soy tan hombre como cualquiera de vosotros.- Me encogí de hombros y me miré hacia Sid.- No quiero que me malinterpretéis, pero no me gusta cuando algunos chicos se tratan de una manera femenina, es como si quisieran anular su masculinidad. Y yo la quiero, me gusta.- Sid me sonrió con orgullo y yo sonreí de lado. Tener su apoyo para mi era una de las mejores cosas.

-Te entiendo. Yo tenía una amiga en el instituto que era lesbiana pero era mucho más femenina que cualquiera de nosotras.. Una vez en clase hicimos un trabajo sobre la homosexualidad y cosas así, entonces ella explicó que respetaba a las personas homosexuales que se trataban como él o ella aunque no lo fueran, pero que a ella le gustaba que la trataran como a una mujer más porque sentirse atraída por mujeres no la hace un hombre, al igual que a ti sentirte atraído por hombres no te hace una mujer.- Mientras Coral hablaba, se abrazó a mi cintura y apoyó su cabeza en mi otro hombro.- Es cuestión de cada persona, así que tranquilo.- Coral sonrió, agarrando una de mis manos.

-Nosotros siempre te vamos a tratar igual, River.- Sid se puso en pie y nos miró fijamente.- Te dije que nada iba a cambiar y como has visto, lo sospechaban y nunca nada cambió.- Una vez terminó de hablar, el mayor se dio media vuelta y comenzó a caminar.

-¿A donde vas?.- Pregunté asustado. Quizás había sido una mala impresión mía o algo, pero lo había notado algo más serio de lo normal, y me preocupó.

-Voy a mear. ¿Queréis venir a hacerme compañía?.- Bromeó soltando una pequeña carcajada que no me terminó de convencer.

-Eh, a todo esto.- Kash me miró con una de sus cejas alzadas, soltando una pequeña carcajada.- ¿Te das cuenta de que tienes a dos tías agarradas a ti y yo a ninguna? Incluso siendo gay ligas más que yo.- Bromeó el castaño mientras todos estallábamos en carcajadas.

Me sentía mucho más tranquilo ahora que todos los que me importaban lo sabía. Era como haberme quitado un peso de encima por partida doble. Ese miedo que tenía no se iba a cumplir y eso me mantenía más que satisfecho.

1.30 PM

Me sentía bastante cansado, y la verdad no tenía ni idea de por qué. Aunque bueno, teniendo en cuenta que no podía sentarme mucho por el dolor de culo que me había dejado mi querido amigo Sid, es normal.

Aproveché que habíamos llegado un poco antes de la hora de comer y me dirigí hacia mi habitación para tomarme un par de pastillas y poder aguantar lo que quedaba de día. Siempre lo hacía, un par de pastillas por la mañana y otro par cuando me empezaba a sentir cansado. Había empezado a tomarlas por equivocación, una vez que el camello se equivocó al darnos las cosas pero decidí quedármelas porque siempre he estado abierto a probar cosas nuevas que puedan hacerme sentir bien, y estas lo consiguieron. Según parece, son unas pastillas que le recetan a las personas hiperactivas para que estén tranquilos. Pero sin embargo, si no padeces de hiperactividad y te tomas una, tiene el efecto contrario. Estaban prohibidas sin prescripción médica, por eso eran algo difíciles de conseguir. Eran la gloria, mi gloria. Una vez llegué a mi habitación, abrí el cajón de mi escritorio y saqué el estuche, rebuscando en él la pequeña bolsa de plástico color negro en la que las tenía guardadas. Una vez lo encontré, la abrí y me lo encontré completamente vacío. Negué con la cabeza y vacié el estuche sobre el escritorio en busca de alguna pastilla pero nada.

En el olvido.Where stories live. Discover now