【❝Fueron mis recuerdos los que me llevaron de vuelta a ti. No importó cuánto traté de encerrarlos, no importó cuánto traté de odiarte, de olvidarte, siempre volví a ti.❞】
...
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—¡Mamá!
—Perdón...quería protegerte...
—¡Jace!
—¡No!
—No puedo perderte, no otra vez...
—La tiene...la tiene...
SUS OJOS SE abrieron de par en par, su cuerpo despertó del trance, levantándose de golpe, y sus pulmones buscaron el aire que le faltaba desesperadamente.
Necesitaba un minuto para recuperarse, lo último que recordaba era haberse desmayado en la casa de Magnus. Ahora, ¿dónde estaba?
—Hey...hey...estas bien, tranquila.
La voz la sobresalto, aún no lograba recuperar su aliento por completo y no lograba salir de su sueño y recuperar control completo de su realidad, Unas manos la agarraron por los hombros y la hicieron voltearse a ver quién era el que la sostenía.
—Alec...
El pelinegro sonrió, logrando traerla a la realidad de nuevo; estaba en su habitación del Instituto. Alec estaba sentado a su lado, al borde de la cama sosteniéndola con sus manos en sus hombros. Su respiración aún estaba agitada y sentía la capa de sudor que recorría su frente, su cabello estaba pegándose en su rostro por el sudor, pero Alec se encargó de apartarlo y ponerlo detrás de sus orejas.
Por primera vez, en lo que parecía ser siglos, no estaba retorciéndose de dolor después de tener una visión. No estaba vomitando. Y lo que más la tranquilizó; Alec estaba justo a su lado.
—Estas bien... —le susurró él, ahora sosteniendo su cara en sus manos sin dejar de sonreír.
—¿Qué pa...qué paso? —habló por fin encontrando su voz y la fuerza para hablar.
—Te desmayaste después de que me quitaras el dolor. ¿Cómo lo hiciste, por cierto?
Tuvo que pararse a pensar por un momento. ¿Cómo lo había hecho? Ni siquiera ella tenía la más mínima idea. Bajo la cabeza tratando recordar algo más que no fuera el dolor después de que Alec despertara, pero no lograba recalcar nada.
