Capítulo 1

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Me encontraba dándome un baño. O al menos eso creía, hasta que abrí los ojos. Podía sentir el aroma del baño de espuma que mi mejor amiga Abby me había regalado para mi último cumpleaños, aunque la escena que se desarrollaba frente a mí implicaba cualquier cosa, menos el olor a rosas. La bañera parecía un estanque mugroso, lleno de algas.

Genial. Justamente lo que odiaba.

Contuve la respiración, y levanté la mirada. Una luz brillante llamaba mi atención y creí que era la superficie. Nadé, o al menos lo intenté, aunque alguna cosa me lo impedía. Fruncí el ceño y miré mi pie izquierdo. Un alga en forma de cinco dedos me estaba amarrando, como si quisiera hundirme hacia lo más profundo.

Comenzaba a desesperarme. La respiración me estaba faltando y la adrenalina corría por todo mi cuerpo. Por cada segundo que pasaba, más me hundía. Y ahí fue cuando lo vi.

El alga fue tomando forma de mano humana y de lo más profundo del estanque apareció un joven semidesnudo, conteniendo la respiración al igual que yo. Sus ojos estaban abiertos y en su rostro una expresión de furia me aterrorizaba completamente. No solté el poco aire que me quedaba hasta que habló.

¡Voy a encontrarte, Keyra! me amenazó. Abrí los ojos como platos, por equivocación; tragando mucha agua ¡Voy a darte tu merecido!

Sentí que abandonaba la escena, y que el joven soltaba mi pie suavemente. Unos brazos me sostuvieron por los hombros y suspiré con tranquilidad una vez fuera de la bañera. Me encontré completamente vestida, a excepción de los pies.

Enseguida recordé parte del "sueño". Me levanté el pantalón hasta la altura de la pantorrilla y ahogué una exclamación al encontrarme con cinco dedos marcados en ella.

Sentí la mirada de Abigail impaciente a mi lado. La miré bajándome instantáneamente el pantalón.

―¿Qué está pasando contigo? ―me preguntó en un susurro. No contesté. Me puse de pie y abandoné la habitación. Sentí sus pasos firmes a mis espaldas. Miré por la ventana un buen rato: era un clima horrible. Llovía desde hace una semana― Keyra, contéstame. Casi mueres ahogada.

Ella tenía razón. Esta vez me callé, porque sinceramente no había una respuesta coherente para su acusación.

―¿Vas a ignorarme todo el día o planeas contestar al menos un sí? ―musitó, alterándose. Si seguía ignorándola, la situación pasaría a un segundo plano. Y no me sentía bien para escucharla gritar.

―Abby, Abby. Sólo son pesadillas. ―mascullé buscando ropa seca para cambiarme― No debes preocuparte.

―¿Cómo no preocuparme con todos esos papeles impresos que hay en el escritorio?! ―volteó dándome la espalda y se frotó la frente con frustración― Es como si temieras cerrar los ojos. Y cuando lo haces, corres el riesgo de morir.

Dejé de revolver el cajón y me quedé quieta. No quería dirigirle la mirada.

―Sólo... no quiero que te metas. ―solté de repente. Ella me miró fijamente. Temía que me deje sola, que se vaya y nuestra amistad se dé por finalizada en este mismo instante.

―Keyra, entiende que no estás bien. No puedo hacer como si no tienes ningún problema. Tampoco puedo irme y dejarte que hagas tu vida. ―respondió luego de unos minutos en silencio.

Dejé de mirar el cajón y posé mis ojos en ella. Era mi mejor amiga desde los once años. No podía rechazar su ayuda, aunque tampoco debía involucrarla. No sabía lo que estaba sucediendo conmigo con certeza, pero me imaginaba que no era algo bueno. De hecho, ninguna pesadilla era algo bueno.

―Gracias, Abby ―suspiré abrazándola con fuerza.

(...)

―Bien alumnos, en esta clase de fisiología hablaremos de los sueños. ¿Qué es un sueño? Llamamos sueños a esa serie de imágenes o escenas asociadas a distintas sensaciones y sentimientos que recordamos al despertar, pero ¿exactamente qué son? Nadie lo sabe con certeza. Sin embargo hay muchísimas hipótesis y versiones probables. ―levanté la mirada de mi pupitre, acomodándome para oír una serie de hipótesis antiguas. El profesor Kinhorm escribió en el pizarrón― "Un sueño es una manifestación de imágenes -y a veces sonidos- que muestran interrelaciones comunes y no comunes. Es un espejo que refleja algún aspecto de la vida o el inconsciente, un escenario para ensayar posibilidades de expresión externas, una ventana de oportunidad para el auto conocimiento." Stephorn Kaplan Williams.

Ninguna me identificaba ni relacionaba con las situaciones que últimamente estaba viviendo. Ya creía insignificante la clase, hasta que una captó mi atención por completo.

"¿Qué son los sueños? ¿Son manifestaciones, recuerdos, deseos o mensajes importantes del inconsciente? ¿Dónde se producen los sueños? ¿En los circuitos del cerebro o en algún compartimiento oculto de nuestro ser? ¿Por qué soñamos? ¿Para ordenar los pensamientos, para resolver problemas que no han sido formulados o para descubrir verdades esenciales sobre nosotros mismos? Aprender de nuestros sueños equivale a profundizar en el conocimiento sobre la relación entre la conciencia y el inconsciente."

¿Y si el joven que me amenazaba desde que tenía memoria tiene algún mensaje para mí? ¿Alguna advertencia?

Me encontraba tan sumida en mis pensamientos que cuando Abby me codeó, tiré todos mis útiles al suelo. La miré interrogante, mientras ella señalaba el borde de su hoja. Había escrito con lápiz: "háblale de tus sueños".

Negué con la cabeza.

―Ya estoy acostumbrada. Además, Kinhorm es un profesor, no psicólogo. ―mentí. Nada de eso era verdad. No me acostumbré jamás a esas pesadillas y tampoco esperaba hacerlo. Quizás descargarme sería bueno, pero de todos modos estaría en peligro. Esto es como una enfermedad terminal sin cura. No hay motivo de cambiarlo, arreglarlo o superarlo.

Mi amiga iba a contestar cuando el profesor la interrumpió.

―Bueno, mañana tendremos una clase igual que esta. Pero sin hipótesis, ni nada de eso. Los protagonistas serán sus sueños. ―dijo guardando las cosas en su maletin― Sus propias hipótesis. Esta noche no olviden de poner en su mesa de noche una agenda y lapicero para no olvidar lo que soñaron. Mientras más detalles, mejor.

El timbre sonó y guardé mis libros en el bolso, incomodándome por la intensa mirada de mi amiga. Mordió su labio inferior con preocupación. Caminé a la puerta, sintiendo el peso de su cuerpo en los tacones aguja que se había puesto.

―¿Estarás bien? ―me preguntó caminando a mi lado. Asentí con la cabeza. Se miró las uñas y volvió a hablar― ¿Volverás conmigo?

―Caminaré un poco.

―Son tres kilómetros hacia tu casa, Keyra. ¿Estás segura?

―Tendré cuidado, Ab. Lo prometo.

Dicho eso, tomé el camino de la izquierda, completamente decidida a volverme sola a casa. Me paré en seco al ver que las calles estaban vacías, como un pueblo fantasma. Sentí el motor del coche de mi amiga tomando el camino contrario y me mordí el labio con arrepentimiento.

―Keyra, hazte de valor ―me dije a mí misma, retomando la marcha.


El atrapasueños.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora