Epílogo.

2K 160 35
                                    

Tucson, Arizona. Dos años más tarde.

Tomé una larga y profunda respiración antes de empujar la enorme puerta que daba ingreso al Instituto donde solía asistir tiempo atrás. Suspiré entrando al hall, encontrándome con una remodelación increíble. El lugar había cambiado muchísimo desde la última vez que había puesto un pie aquí.

Caminé hacia la nueva recepción donde un tumulto de alumnos conversaba entre sí. Saqué el pequeño folleto de mi bolso, que había aparecido en la puerta de mi casa, y lo desdoblé. Me acerqué al escritorio de la mujer que estaba a cargo de él y al verme, sonrió acomodándose los anteojos.

―Buenos días ―saludé.

―¿En qué puedo ayudarte?

Le mostré el papel. Ella leyó y asintió comprendiendo mi duda. Se quitó los anteojos y entrelazó los dedos de sus manos.

―Las clases comienzan mañana a las diez de la mañana. Son cinco días a la semana, ¿de acuerdo? Lo único que deberás hacer ahora es ir e inscribirte en la lista del profesor.

―¿Dónde se encuentra el profesor? ―pregunté volviendo a guardar el papel.

―En el aula de Fisiología. Suerte.

Tomé el pasillo que tomaba, tiempo atrás, todas las semanas. Sabía claramente donde quedaba aquella aula donde conocí a Damien personalmente, puesto que la clase que el profesor Kinhorm daba era mi favorita.

La puerta estaba abierta. Me asomé con el ceño fruncido y al encontrar el aula vacía a excepción de un hombre guardando sus pertenencias en un maletín, golpeé dos veces llamando su atención.

―Keyra ―dijo Kinhorm dándose la vuelta, completamente sorprendido. Me demoré unos minutos en salir de mi trance para sonreír a medias sin mostrar los dientes. Tragué saliva―. Te he esperado tres años.

―¿Usted qué sabe? ―pregunté soltando de repente la pregunta que siempre quise hacerle. Desde que conocí a Kinhorm, supe que escondía algo. Su manera de dirigirse a mí, diferente a la de los demás alumnos. Parecía sospechar de mí, y a la vez, saberlo todo.

―¿Vas a inscribirte al curso? Tu amiga Abigail ha venido a inscribirse ayer. ―recordó, ignorando mi pregunta. Volvió a sacar su birome y la hoja de inscripciones. Antes que pueda escribir mi nombre, puse mi mano sobre el papel impidiendo que lo haga.

―No responde a mi pregunta.

Dejó caer los brazos a ambos lados de su cuerpo. Retiré mi mano de su hoja e imité su posición. Vi que se sonaba los dedos. Parecía estar procesando una respuesta.

―¿Qué es lo que quieres saber, Keyra?

Alcé la cabeza dando un paso hacia atrás. Cerré los ojos concentrándome en cerrar la puerta, relajándome completamente. Desde lo que había hecho estando internada en la ICF, nunca dejé de practicarlo. Papá me había dicho que haga borrón y cuenta nueva, como él lo hizo. Para mí no fue sido sencillo olvidar, y mucho menos si sigo desenterrando el pasado para poder encontrarme con la persona que deseo.

―Qué sabe del tema. De Damien, de los científicos, de... mí.

Se sentó en su escritorio quitándose los anteojos y refregando sus ojos, los cuales se habían tornado colorados. Me aparté de él y me dirigí hacia uno de los tantos pupitres que inundaban la sala. Esperé a que conteste.

―Soy un tutor. ―murmuró generándome varias dudas― Un tutor es quien orienta a los cazadores de sueños. Nosotros los preparamos para salvar las vidas de los índigos. Frank, tu padre; es un cazador, como ya sabes. Fui yo quien lo orientó para que salvase la vida de quien le correspondía.

El atrapasueños.Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang