Ladrona

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Terminé de encender el fuego, y me senté junto a la chimenea para calentar mis manos, ella hizo lo mismo, apagó la linterna y acercó sus manos al fuego.

—Es irónico ¿no crees? —preguntó viendo sus manos.

—¿Qué cosa? —respondí curioso por lo que estaba a punto de decirme.

—Es irónico que, lo mismo que te mantiene con vida un día puede llegar a hacerte daño —hizo una pausa, luego continuó—. Es decir, como el fuego, nos mantiene calientes y a salvos de no morir congelados, pero si nos acercamos mucho, puede llegar a hacernos daño, incluso nos puede quitar la vida —respondió, concentrada con lo que acababa de decir.

Me quedé pensando en sus palabras, ella parecía muy joven como para expresarse de esa manera y tener pensamientos tan profundos, pero en ese momento pensé que, a veces la edad es solo un número y que en realidad lo que nos hace sabio son las experiencias, no el tiempo que tengamos con vida.

—Lo mismo pasa con algunas personas —agregué—, nos acercamos a las personas para no morir de soledad, pero, si nos acercamos mucho, pueden llegar a herirnos ¿te referías a eso?

—La gente a veces apesta —Me observó fijamente y me regaló una sonrisa—, deberíamos brindar por este momento. —Se levantó a tomar una botella que no recordaba haber pagado de la tienda.

—¿De donde sacaste eso? —pregunté confundido.

—Tengo mis trucos —Sonrió—, fuiste un buen señuelo, estuvo bien distraer al viejo Peter con tus preguntas sobre el clima de la noche. Me dio tiempo para tomar esta arma secreta y también una goma de mascar, mi favorita de hecho.

Sonreí, mientras la ayudé a abrir la botella y le di un gran sorbo, ella me quitó la bebida no sin antes hacer un gesto de "salud" o "brindis".

—Un brindis por tu novela —Alzó la botella y se dio otro sorbo.

—Salud porque sé que muy pronto alguien te verá como la estrella que eres y te dará tu lugar en la tarima y serás inalcanzable —La acompañé con su celebración.

—Si vamos a morir debajo de una avalancha, al menos hagámoslo como unos verdaderos RockStar's —Nuestras copas se tocaron en sinónimo de brindis por nuestros deseos.

Estuvimos celebrando toda la noche, estábamos aún sentados frente a la chimenea, y podía ver cómo el fuego iluminaba su hermosa figura, su rostro estaba sonrojándose por el calor del fuego, y su mirada estaba ahora llena de vida. Comenzó a cantar una canción, yo solo me quedé paralizado disfrutando como de entre millones de personas hoy estaba frente a una gran artista que había tenido malas oportunidades en la vida y que deseaba de todo corazón que cumpliera sus sueños uno a uno, quería verla triunfar.

Después de cantar una canción que sonaba muy triste, culminó diciendo.

—Estoy molesta y triste —Sostenía la botella robada en su mano. De pronto sus ojos comenzaron a cambiar poco a poco y se llenaron de lágrimas. No sabía qué hacer, hace tiempo que no veía a alguien llorar y no sabía si darle un abrazo o solo quedarme inmóvil escuchándola y prestarle mi apoyo desde donde estaba. Quería abrazarla, pero tampoco quería que pensara que me estaba aprovechando de ella ni mucho menos. Así que, solo la vi fijo, y dejé que expresara lo que sentía.

—Yo en este momento, debería estar en una gran tarima con cientos de personas a mi alrededor cantando mis canciones —dijo con un tono de voz un poco triste y con la voz quebrada—, estaba todo planificado, y él lo tuvo que arruinar... ¿o yo? En este momento no lo sé.

—¿Tú? —alcé mi voz un poco molesto y frustrado por la situación. Entonces, solo me dejé llevar por mis impulsos. La tomé de los hombros intentando que me escuchara— ¡hey! —le dije con voz firme—, tú no tuviste la culpa de lo que pasó, él no debió haberse propasado contigo, tú no le debes favores ni a él ni a nadie, y tu comportamiento no justifica que alguien quiera propasarse contigo. No quiero que vuelvas a repetir eso en tu vida.

Ella me vio fijo, aún con lágrimas en los ojos, entonces, me abrazó.

Fue uno de esos abrazos que esperas por mucho tiempo, como cuando dejas de ver a alguien desde hace mucho y cuando por fin se encuentran quieres que su cuerpo se una con el otro, o tal vez solo quieres que los dos corazones que estuvieron separados, esta vez se unan y sea para siempre.

Estuvimos abrazados por un largo rato, ella lo necesitaba en ese momento, pero creo que el que más lo necesitaba era yo. Había olvidado lo que se sentía abrazar con el alma.

Justo antes de separarnos, la electricidad regresó. Entonces, ella comenzó a brincar alegre por toda la habitación, como si minutos atrás no hubiese pasado absolutamente nada, como si alguien le hubiese pasado un chip y ahora era la persona más alegre del mundo.

Sonreí, porque hacía muecas con la cara y su escándalo tal vez algún día pudiera desatar una avalancha en algún lugar del mundo.

Seguimos bebiendo lo que ya quedaba de la botella sorpresa y a las pocas horas me quedé dormido.



Durante una tormenta en AlaskaWhere stories live. Discover now