El fin de la aventura

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La habitación estaba completamente sola, la cama estaba destendida, habían sillas volteadas, el lugar era un completo desastre, vidrios de la botella que me había dicho que había roto, también había ropa de mujer por todos lados. En la mesa de la cocina había comida que nadie se comió, y no había rastro de nadie. Revisamos el baño, y uno de los cuartos donde guardaban la leña. No era un lugar tan grande como para que alguien se escondiera y no pudiera verse.

Salí a inspeccionar el lugar para ver si alguien aparecía, mientras la chica ordenaba todo en su maleta. Estuve unos minutos rondando la cabaña, pero no vi a nadie. Por lo que pensé que estábamos solo nosotros dos y la persona que antes había estado allí, ya había abandonado el lugar.

Entré para informarle que no había señas de él ni de nadie alrededor, cuando entré, ella había tomado todas sus cosas de la maleta y se encontraba leyendo una especie de nota que había dejado en la nevera que decía:

"tengo tu pasaporte, y si lo quieres de vuelta tendrás que encontrarme primero, es tu última oportunidad para lograr lo que quieres".

Ella estaba furiosa, tanto, que arrugó el papel y lanzó un grito de rabia. Sus ojos estaban rojos y en su cuello se podían ver cómo se marcaban las venas.

Tomó su maleta y me indicó que quería salir de ese lugar lo más pronto posible. Caminamos de vuelta a la cabaña donde yo me estaba hospedando. Daba pasos fuertes, como si quisiera atravesar la tierra y crear un sismo que le devolviera lo que había perdido.

Al llegar, le serví un poco de agua con azúcar, leí en algún lugar que era bueno para calmar los nervios y también ayudaba a dormir. Se lo tomó de un sorbo y no me dirigió la palabra esa tarde. Golpeó la mesa y sin observarme caminó rumbo a lo que antes era mi cama que ahora estaba usando ella. Se tumbó en la cama y se quedó dormida en un instante.

Intenté no hacer ruido, yo también estaba molesto por todo lo que le estaba pasando, pensé que no era tan difícil hacer un nuevo pasaporte y que tal vez en unas semanas podía pedir uno nuevo.

Salí a tomar aire y también para pensar en todo lo que había ocurrido hasta el momento, en la adrenalina que sentí al hacerme parte de un plan para recuperar un pasaporte y para darle una lección a alguien que hizo daño. Me senté en la nieve sin importar si mi ropa se iba a mojar, eso poco me importaba, tomé la nieve y comencé a hacer figuras con ella, intentaba hacer un muñeco de nieve y poder adornarlo. Me entretuve haciéndolo. Hasta que de pronto escuché su voz detrás de mí.

—Muchas gracias por tu hospitalidad, pero me tengo que ir —Tenía la maleta en su mano y se había cambiado de ropa, tenía una cola de caballo improvisada en el cabello.

Durante una tormenta en AlaskaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora