☆34☆temp.2

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Y ahí se encontraban, frente a la gran fiesta de gala, detrás de un auto viendo cómo se iban a infiltrar

—¿cual es el plan? —preguntó la chica morocha, con un lindo vestido azul marino mientras miraba a Diego

—infiltrarnos —les respondió Henry de mala gana— identificar y extraer. A doble tiempo —aseguró

—¿que mierda? —volvió a preguntar Lila esta ves mirándolo desentendida

—buscar al viejo y salir rápido —le contesto ocho, que llevaba un vestido negro apegado al cuerpo, quien estaba parada mirando como los demás se agachaban sin razón —oigan inbeciles, si se agachan flasheando rápidos y furiosos parecerán más sospechosos —habló obvia

Ellos prestándole caso omiso, siguieron mirando la puerta como si entraran matando a todos cuál película e ideando el plan

—detrás de mi —hablo Diego cruzándose para el otro auto

Henry lo siguió rodando los ojos y metiéndole el pie en el camino para que se cayera, y Lila miró a los otros dos adolescentes

—después de ustedes —les sonrió. Ellos la miraron con desconfianza — ¿que, no puedo ser amable? —pregunto sarcástica

—oh cállate —cinco le respondió mordaz

—si cariño, el tonto de nuestro hermano se pudo haber tragado tus mentiras, pero no confiamos en ti, para nada

—oh, pequeños de poca fe —les hablo sarcástica, ocho la miró mal

Ellos le dieron el paso y se miraron entre sí

—la matare —soltó la chica en susurro

—te ayudo

...

Entraron a la gala, un lugar con música clásica que refundaba en todos los pasillos y una barra con comida y con todo tipo de licor

Tras agarrar una copa y mirar bien el lugar empezaron a mirar a las personas, grabándolas una por una

—no veo a papá —susurro Diego

—yo tampoco, estén atentos a los Doce Majestuosos. Iré a chequear arriba, Diego, no hagas nada estupido —contesto el rubio abandonando la sala

Diego y Lila se fueron aparte, al parecer ella quería seguirlo pero Diego la apartó

Ocho miró detenidamente el lugar hasta que sintió un jalón apegándola a otro cuerpo, era cinco

Una música empezó a sonar, mientras ella pasaba sus brazos por detrás de su cuello, el los enrollaba en su cadera empezando el vals

Mirándose a los ojos mutuamente, mientras bailaban al compás, el la hizo girar y regresar a pegar sus cuerpos

—el hombre de la esquina —hablo esta mirándolo— compás de Reginald, su mano derecha —aseguró

Cinco lo miró por el rabillo de el ojo y asintió con una sonrisa

—no sabía que aparte de bailar éramos espías —susurro sarcástico

Ella rodó los ojos y le piso el pie, este se quejó pero se enderezó rápido para mirarla mal

—oye, yo no te piso el pie —hablo algo molesto, ella río

Luego venia otra vuelta, este puso sus manos en la cintura y la levantó dando un giro

—la mujer de la esquina —dijo este— viuda, su esposo fingió su muerte, uno de los 12 —habló seguro, ocho asintió

De ahí, por el reflejo de el ponche, vieron a los tres suecos subir, por el mismo camino que lo hizo Henry, así se pusieron alertas

𝐒𝐚𝐫𝐜𝐚𝐬𝐭𝐢𝐜 -- 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨 𝐲 𝐨𝐜𝐡𝐨 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora