❀ cincuenta y seis ❀

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ADVERTENCIA:
el siguiente capítulo contiene pensamientos oscuros relacionados a la idea de asesinato, suicidio y problemas psicológicos severos, tales como la psicopatía y la obsesión.



[narrado]

Llevaba tal vez una hora encerrado en su pieza, planeando excusas y tratando de creerlas él mismo. Convenciéndose que él debía de estar en lo correcto.

¿Cómo le explicaba a su mamá la razón por la que él y la Vale habían terminado?

Sentía rabia, tenía la ira en su mente, pero también tenía el sentimiento de que algo no estaba bien con él, como si una parte de su cerebro no le perteneciera.

¿Pero cómo no iba a pertenecerle?, se decía, ¿estaba dentro de su cabeza o no?

Las imágenes de él ahorcando a la Vale parecían borrosas ráfagas en su mente, apenas podía soportar el pensar en lo que hizo y apenas lograba dejarse creer que él había hecho eso, que no era otra de sus pesadillas.

Y después estaban las imágenes en su mente de aquel aweonao llevándosela. Esas eran las que lo hacían ponerse furioso.

Ese agilao que le había robado a su Vale. Su Vale. Suya. Ella le pertenecía a él y él le pertenecía a ella, incluso cuando se había metido con otras minas él siempre volvía a ella, siempre.

Con un sonido de frustración y quedando con la idea de que ella le pertenecía, él se levanto y salió por la puerta con una simple idea en su cabeza.

Tenía que verla, hablar con ella si es que podía. Porque en su mente solo ella podía repararlo, el Ignacio jamás lo diría en voz alta, pero si alguien lo dijera él no lo negaría. El Ignacio era dependiente de la Vale, sin ella todo estaba mal y nada parecía tener sentido.

Algo dentro de él le hacía dependiente a ella, le gritaba que debía tenerla y que si ella no era suya, no sería de nadie.

En la mente del Ignacio, él y ella eran Romeo y Julieta, y si debían morir juntos por su amor, él no tenía problema con hacerlo.

Pero claro las novelas románticas como Romeo y Julieta solo son historias que no dañan a nadie más que aquellos personajes ficticios.

Sin embargo, en la mente del Ignacio la ficción y la realidad no tenían mucha diferencia.

Y la idea de tener el mismo fin que Romeo y Julieta, no le parecía tan mala idea.

Morir juntos, se dijo así mismo, es el final más romántico que podría existir.

Él y ella, juntos para siempre. No minos entrometidos, ni amigas pesadas, ni personas metiéndole ideas en la cabeza a la Vale.

Ámate, porfa Where stories live. Discover now