❀ cuarenta y cuatro ❀

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[narrado]

Domingo, 00:47 AM.

En cuanto el Seba y el Mati volvieron a la pieza, todos se comenzaron a poner en marcha, la Pía agarro la parka y se la empezó a poner a la Vale, mientras que el Mati le pasaba la manta a la Coni, otra de las amigas de la Isi, para que se la pusiera.

—Bueno, deberíamos ver si esta el psicópata abajo, ¿o no? —dice la Isi después de que la Vale ya tuviera puesta la parka y la frazada.

Todos los presentes asintieron y la Isi fue la primera en ofrecerse a ir, ella no espero a que nadie respondiera cuando ya estaba afuera de la pieza.

Mientras la Isi iba a cachar si estaba todavía el Ignacio, el Seba se mantenía a un lado de la Vale y es que lo único que quería era ver a la Vale abrir sus ojos y escuchar su voz.

Pasaron un par de minutos hasta que volvió la Isi a la pieza.

—No está, vámonos. —dice la Isi en cuanto estuvo adentro de la pieza.

El Seba asintió y se levanto del suelo donde estaba sentado, y agarro a la Vale entre sus brazos con una delicadeza casi sobrenatural, olvidando nuevamente que había más gente presente.

—No te va a pasar mientras yo pueda evitarlo, Vale. —dice el Seba tratando de hablar bajo, pero no lo suficiente como para que los presentes en la pieza no pudieran escucharlo.

Y es que esto había colmado toda su calma y paciencia, si veía al Ignacio acercarse a la Vale de nuevo no sabía si iba a poder aguantarse las ganas de meterle un cornete.

La Isi le abrió la puerta al Seba y la sostuvo hasta que salieron todos. El Seba agradecía en silencio por aquellos desconocidos que le hacían de escudo mientras caminaban a la salida de la casa.

El Seba vio al Lucas que tenía la puerta abierta del auto para ayudarles a subir, y apresuro el paso; si bien la Vale parecía dormida, su respiración era muy leve y su cuello que hace un rato estaba enrojecido ahora estaba comenzando a tornarse morado.

Uno de los que habían ayudado a la Vale se despidió de la Pía y le dijo que le avisara en cuanto supieran como estaba la Vale; la Coni se subió en el copiloto y el resto se acomodo atrás con la Vale acurrucada entre el Seba y las piernas de la Pía.

El Lucas observaba como todos esos desconocidos subían a su auto y simplemente agito su cabeza recordando que fueron ellos quienes auxiliaron a la Vale.

—Falta la Isi. —dice el Mati moviendo las piernas de la Vale en su regazo y acomodándose para que alcanzara la Isi.

El Seba miro de reojo hacia atrás y la vio como venía casi corriendo; cuando llego a la altura del auto se comenzaron a escuchar gritos.

La cabeza del Seba giro automáticamente hacia atras y vio al Ignacio venir tambaleante y con una botella en su mano.

—¡Eh! ¡Eh! ¿Dónde chucha se llevan a mi polola? —gritaba el Ignacio con rabia.

—Isi, ¡Isi, súbete! —gritó el Mati casi con desesperación al ver al Ignacio.

La Isi se subió rápidamente y cerro su puerta con seguro.

—¡Parte, Lucas!

El Lucas arrancó rápidamente el auto y antes de acelerar se sintió un estruendo en la parte trasera del auto, el Seba miro por sobre la ventana de atrás y vio los trozos de vidrio deslizarse por sobre el auto.

El muy ahueonao del Ignacio les había tirado la botella que traía en las manos.

—¡Isi, sube el vidrio y éntrate! —gritó el Mati mirando todo con el ceño fruncido.

Ámate, porfa Where stories live. Discover now