❀ treinta y nueve ❀

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[narrado]

Sábado, 13:45 PM.

El Seba llevaba planteándoselo bastante tiempo, le daba vuelta y le daba vuelta.

Sabía que con la única persona que podía hablar de esto y que iba a ser comprensiva, era exactamente la persona por la cual se había armado así mismo todo el embrollo.

Pero filo, ya era, estaba parado fuera de su casa, había tocado la puerta y ya le gritó que iba a abrirle.

Sabía que estaba sola. Sin él, en realidad. Había tomado la oportunidad de que el Lucas estaba en el supermercado con su vieja, para poder ir a hablar con la Rita.

—¿Seba? —es lo primero que le escucha decir cuando abre. Luego ve su sonrisa y como se hace a un lado.— Entra, boludito.

No me digas así, porfa. Suplica mentalmente sabiendo que sus sentimientos le están jugando en contra.

Porque en realidad ni siquiera conoce sus sentimientos, él piensa que si, pero en realidad no esta seguro de ello.

—¿Qué pasa? Estas algo pálido.

La manera en que le pone una mano en el hombro y le mira con tanto cariño y preocupación, solo hacen que sus sentimientos se mezclen aún más.

Se siente extraño, siente ese mismo cariño de amigos, pero le parece que debería de haber algo más.

—Necesito hablar de un tema delicado contigo, eres básicamente mi mejor amiga, ya llevamos un par de meses conociéndonos y eres demasiado bacán. —dice el Seba tratando de empezar.

La mano de la Rita se aleja del hombro y comienza a mirarlo con confusión. Al verlo tan nervioso decide guiarlo hasta su pieza dónde puede tenerlo al menos sentado.

El Seba siente que va a irse en pálida y toma una gran bocanada de aire antes de continuar.

—Me gusta una mina, ¿cachai?

La Rita sonríe de lado y luego lo mira divertida.

—Te gusta la Vale, ya sé. —dice riéndose levemente.

—Este creo, no sé. Siento que me gusta otra mina, pero como que no tengo las cosas claras. Pensé que sí, pero ahora pienso que no. —comienza a balbucear el Seba.

—Seba, formulalo todo en tu cabeza y luego dime lento para que pueda entenderte. —le dice la Rita con ese tono tan cariñoso y suave que le encanta al Seba.

Trata de hacer lo que ella le pide y luego de un par de minutos se siente preparado para arrojarlo todo afuera.

—Creo que me gustai, pero en realidad no estoy seguro, porque sé que la Vale me gusta. —dice el Seba acortando todo lo que tenía planeado decir.

La Rita siente que le cae un balde de agua fría y se queda callada tanto tiempo que el Seba comienza a ponerse nervioso.

—¿Yo te gusto? —es lo primero que sale de los labios de la Rita.— pero pensé que la Vale...

—Yo también. —la corta el Seba.— Pero después comencé a conocerte mejor, me di cuenta de lo especial que eres. No quise decírtelo antes, porque sé lo feliz que estás con el Lucas, pero necesitaba decírtelo, porque eres la persona más comprensiva que conozco y la única que no me diría que deseché mis sentimientos.

La Rita le sonríe dulcemente como si de su hermano se tratara, le acaricia una mejilla y luego suspira.

—Tal vez no es algo romántico lo que sientes por mí o tal vez si, pero sé que de cierto modo te gusta la Vale, tal vez eso sea algo mucho más físico en realidad, pero es más concreto que tus sentimientos por mí. —dice la Rita lentamente como si estuviera enseñándole algo.— Yo también tuve mis dudas cuando te conocí, te creí el mino de mi vida, pero después me di cuenta que tal vez no sería tan bacán estar con alguien tan igual a mí, congeniamos bien como amigos, pero ¿funcionaríamos como una pareja? No lo sé. Luego el Lucas apareció y simplemente le di un espacio en mi corazón.

La confesión de la Rita le llego al Seba como una cachetada en el rostro.

La Rita en un silencio tranquilo, sentada frente a él, con sus manos apoyadas en sus rodillas y una mirada cálida, solo lo llevaban a una cosa.

La besa. Un beso no muy duradero, pero significativo.

Al separarse, la Rita lo mira con la misma calidez de antes, pero ahora con una pequeña mueca.

—Lo siento. —le susurra el Seba.

Pero aquel beso le ha aclarado algunas cosas. Muchas en realidad.

Porque ahora si puede decir con certeza que la Rita le gusta de cierta manera y que lo que sentía por la Vale era algo mayoritariamente platónico.

Pero también sabe que no puede confesárselo a la Rita, no podría hacerlo viendo lo feliz que es con el Lucas, y además en el fondo sabe que no esta muy seguro.

Entonces recordó al Lucas. ¿Y si la Rita se lo contaba? El Lucas se volvería loco, sería como si el mayor miedo del Lucas se volviera realidad, la Rita estando con el Seba.

—¿Podemos no contarle esto al Lucas?

La Rita lo mira algo sorprendida y luego asiente levemente.

—Esta bien. —susurra mirándolo extrañada.— ¿Amigos?

El Seba sintió como si le hubieran pegado un combo en la guata.

—Obviamente, boludita. —le da su mejor sonrisa consiguiendo así un abrazo por parte de la Rita.

No quería perderle, y si solo podía tenerla como amiga entonces le era suficiente. Deseaba verla feliz a toda costa.

Ámate, porfa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora