Capítulo 7: Escuadrón Zero

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«Todos tienen un punto débil». Le había dicho a Kallen. El de Nina era Lloyd. Lelouch estaba recordando su carita roja y sus ojos hinchados y acuosos detrás de sus enormes gafas. Suzaku tenía razón. Charles zi Britannia era el autor de la desgracia que le sobrevino al Sr. Kirihara. Como fuera, nada de eso importaba. Charles sacrificó a su peón para proteger a su rey. ¿Cuál era el punto débil del presidente de Britannia Corps? Su empresa. Si creía en su lema tanto como presumía cada vez que lo recitaba, ¿le dolería lo que le sucediera a su familia? Cuanto más poder acumulaban los hombres, más tenían que perder; lo que los obligaba a ser el doble de cautelosos y a moverse metódicamente. Aprendían a ser pacientes y a fabricar su suerte. Al igual que el rey en el ajedrez y, ciertamente, esto se sentía como una partida llevada a una escala real.

Lelouch estaba en su despacho jugando al ajedrez. Bueno, más que jugar, estaba estudiando sus jugadas. De repente, se distrajo meditando en los acontecimientos del día. Luego, se puso a admirar una pequeña caja negra que tenía guardada en el primer cajón de su escritorio. En su interior había un hermoso anillo que perteneció originalmente a su madre.

—Cuando seas mayor, este anillo será tuyo y se lo darás a la mujer que ames —decía mientras le alborotaba el pelo. No le gustaba que lo hiciera ya que tenía que peinarse otra vez. No imaginó que extrañaría ese gesto—. Te enamorarás de una mujer tan profundamente que querrás compartir con ella cada día de tu vida y se lo dirás con este anillo. Algún día.

Era de montadura de plata, sólida, delgada y brillante. Un diminuto diamante sobresalía. Era bonito. Lelouch pensaba entregárselo a Euphemia. De esta forma, podría dárselo a una mujer como quería su madre y complacería a Nunnally, quien estaba alentándolo a comprometerse. Pronto cumpliría treinta años. Era convencional que un hombre a esa edad formara una familia contrayendo nupcias. No suponía un obstáculo para sus planes.

Entretanto estaba perdido en sus pensamientos, irrumpió Tamaki. Esparció la mirada por el perímetro como si tratara de orientarse. La oficina de Lelouch era prácticamente igual a cualquier despacho fino y oscuro de un abogado, de no ser porque tenía un tablero de ajedrez y una enorme maqueta de un castillo en un rincón. Saltaba a la vista que este era el lugar donde él solía pasar más tiempo.

—¡Compadre, te tengo las entradas que me pediste! —exclamó, observando el castillo. Hipnotizado, se acercó para examinar los detalles—. ¿Cuánto te llevó armarlo?

—Ten cuidado. Es muy delicado —advirtió Lelouch con suavidad, uniéndosele—. Sabes, existe una historia a propósito de este castillo —contó—. ¿Ves el caballero que está en la puerta? Él quiere hacerse con el castillo, pero, para eso, tiene que entrar, solo que el rey no se lo permitirá —dijo señalando a la figura del rey que reconoció por su corona de cartón. Estaba resguardada en los muros de la infraestructura—. ¿Se te ocurre una forma para que pueda hacerlo?

Tamaki volvió a mirar con más atención la maqueta en busca de alguna pista. A su vez que se estrujaba los sesos, su mano cobró vida propia y se escabulló por la abertura de su camisa negra. Se rascó. Sino fuera por tres pelos que sobresalían de su pecho, sería lampiño. No podía negar su raza. En las afueras del castillo, no vio nada que pudiera ayudar al caballero negro montado en su corcel. Nada más estaba él, el rey y otra figura en la torre norte del castillo que parecía saludar al caballero agitando un pañuelo.

—Pues no hay infantería ni árboles con que pudiera forzar la entrada, está la princesa... ¡Oh! —Tamaki tronó los dedos—. ¡El caballero tiene que seducir y casarse con ella!

—Correcto, Tamaki —aprobó Lelouch—. Te has vuelto más observador.

—¡Tks! Estoy aprendiendo del mejor. Seguro que lo logra y reinan justamente.

Code Geass: BloodlinesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora